Capítulo 5: La villa empieza a tomar forma

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A la mañana siguiente, Izuna ya podía caminar. Aún debería de guardar reposo pero estaba demasiado impaciente por ver con sus propios ojos aquello de lo que le había hablado su hermano. Se sorprendió hasta el extremo al despertar y ver a Tobirama sentado junto a la puerta, en la misma postura en la que le había dejado cuando se durmió. Se sintió inquieta de pensar que pudiese haber pasado allí la noche. Imposible. Se dijo después. Comenzaba a estar realmente harta de tener al albino mirándola todo el tiempo. Por sus peleas, le conocía lo suficiente como para saber que no la estaba cuidando. Quizás esa era la intención del mayor de los Senju cuando le dijo que se quedara con ella, pero Tobirama lo que hacía era vigilarla. Sus ojos seguían sus movimientos igual que cuando luchaban cuerpo a cuerpo y aunque no se moviese su postura no era relajada. Estaba en tensión, esperando a que ella hiciese algo extraño para atacarla. No había forma de que se fiase de él. Por eso comió el desayuno que le llevó una de las sirvientes de los Senju a toda prisa y salió lo más rápido que pudo de la tienda para tomar algo de aire fresco. Estar allí encerrada con Tobirama era asfixiante.
Al salir, uno de los Uchiha que hacían guardia junto a su tienda se le acercó preocupado y tras asegurarle como cinco veces que se encontraba bien, accedió a enseñarle el campamento que habían montado. Era un buen sitio, un frondoso bosque con hermosos árboles. Vio como el viento arrastraba algunas hojas verdes y se acordó de lo que dijo su hermano. Konoha, ese nombre le iba bien. Ya habían despejado una buena parte del bosque y, con la madera de los árboles sobrantes estaban comenzando a construir algunos edificios. Todos los Uchiha y los Senju estaban allí, trabajando en la construcción de la villa. Mientras tanto, habían hecho un gran campamento donde aposentarse hasta que la villa comenzase a tomar forma. Ella sintió en seguida las miradas de los Senju siguiéndola con desconfianza. Por mucho que sus líderes hubiesen firmado la paz, incluso aunque estuviesen construyendo un pueblo donde vivir juntos. Era demasiado pronto para que confiasen los unos en los otros. Notó que aunque trabajasen juntos, cada uno se relacionaba sólo con los miembros de su clan. Su hermano y Hashirama se habían vuelto tan poderosos que habían conseguido el respeto absoluto de sus clanes y el terror de sus enemigos, nadie les desobedecería, pero de ahí a que pudiesen tener una buena convivencia aun faltaba mucho.
Varios de los Uchiha salieron a recibirla al verla caminar por el campamento, preocupándose por su estado. Ella era la hermana de Madara, y la siguiente en la línea de sucesión del clan en caso de que a su hermano le ocurriese algo, todos los suyos la trataban con respeto y cariño por ello, al contrario de los Senju, que la miraban con más recelo aún por el mismo motivo.
Tobirama la seguía unos metros por detrás y ella empezaba a perder la paciencia. Desde que había salido de la tienda sin dirigirle la palabra, no había necesitado girar la cabeza para darse cuenta de que él iba detrás. Le hubiese gustado acelerar el paso si con eso consiguiese quitárselo de encima pero aun no estaba recuperada y además, el pequeño de los Senju era, por mucho que le molestase reconocerlo, el ninja más rápido que había conocido nunca. Finalmente se resigno y terminó su tour por el campamento con el albino siguiéndole. Si al menos hablase o intentase comunicarse con ella de alguna forma sería menos violento. Había descubierto la tarde anterior que no le desagradaba Hashirama, si hacía un esfuerzo por olvidar su apellido y el de ella y lo que todo eso implicaba, el mayor de los Senju le parecía una persona divertida y honesta, pero su hermano era harina de otro costal, seguía vigilando sus movimientos, como a la espera de que ella se volviese loca de pronto y tuviese una excusa para atacarla, clavándole sin descanso esos inexpresivos ojos rojizos.
Finalmente llegó hasta la carpa que habían colocado como despacho y entró esperando encontrar allí a su hermano. El Uchiha que la acompañaba se despidió de ella con una reverencia, ella apartó la cortina y entró en la sala seguida de Tobirama. Como suponía, Madara se encontraba encorvado sobre un gran escritorio que habían colocado en la estancia, de espaldas a la entrada. Frente a él Hasirama estaba en la misma posición, la mesa estaba repleta de documentos que los dos estudiaban sin descanso.
El Senju levantó la vista al momento y puso una expresión de enfado.
-¡Izuna-chan! ¡No puedes moverte todavía, tienes que descansar!
Madara se giró en seguida y su expresión se relajó al ver el ceño fruncido de su hermana.
-Déjala Hashirama, los Uchiha somos fuertes- dijo con orgullo.
Él suspiró y volvió a poner su habitual sonrisa.
-Eso ya lo se- dijo después. De pronto su carácter cambió de nuevo y le frunció el ceño a su hermano pequeño que observaba la escena sin inmutarse- Tobirama te dije que cuidaras de ella.
-¿Y qué pretendías que hiciera si ella quería salir? ¿La ato a la cama?
Los tres lo miraron escandalizados mientras él mantenía su expresión neutra. Antes de que Madara pudiese intervenir, el mayor de los Senju se apresuró a cambiar de tema.
-Bueno está bien que estéis los dos aquí, hemos recibido noticias de los Uzumaki y los Hyuga. Parece que se unirán a nuestro acuerdo aunque piden... una especie de seguro.
Izuna miró confusa al Senju. Era lógico que los otros clanes quisiesen ir sobre seguro con el acuerdo, lo que no entendía era la expresión descompuesta de Hashirama. ¿Qué les habrían pedido?
-Para ir en igualdad de condiciones quieren que unamos los cuatro clanes mediante enlaces matrimoniales- aclaró Madara.
Izuna miró a su hermano sin comprender. Tobirama hizo lo mismo con el suyo.
-Seremos nosotros lo que nos casaremos con las hijas de los Uzumaki y los Hyuga- concluyó el Uchiha intentando reprimir una sonrisa- Tranquilizaos.
-Madara se casará con la hija de los Hyuga y yo... yo... con la de los Uzumaki- terminó Hashirama nervioso.
Tobirama sonrió en parte aliviado. Por un momento, su mente había aislado las palabras "matrimonio" y "unir clanes" y pensó con horror que su hermano hubiese tramado juntar a los Senju con los Uchiha. Miró de reojo a Izuna que parecía serenarse también, quizás ella hubiese llegado a la misma conclusión. No sabía nada del clan Hyuga, a parte de sus famosos ojos perla, pero si sabía sobre la hija mayor de los Uzumaki. Durante un tiempo, su padre también había tenido la idea de una alianza con ellos que pretendían basar en el matrimonio de Hashirama con la mayor de las hijas. Su padre murió poco tiempo después y nunca se hizo efectivo en enlace pero si había visto a su hermano tartamudeando cuando hablaba con la pelirroja. A él le gustaba y a ella no parecía desagradarle Hashirama.
-Ellos vendrán a Konoha la semana que viene para ayudarnos a construir la villa y preparar las ceremonias, espero que vosotros dos os comportéis- concluyó Hashirama mirando directamente a su hermano menor.
-Tu descansa hasta entonces Izuna- le dijo Madara- Quiero que estés ya repuesta para cuando lleguen los otros clanes. No podemos mostrar debilidad.
Ella asintió e intentó tapar su inquietud con una sonrisa antes de despedirse. ¿Su hermano casándose? Era casi tan impensable como el tratado de paz con los Senju. Él no parecía preocupado, así que no quiso sacar el tema pero estaba inevitablemente nerviosa.
Tobirama había salido detrás de ella de la tienda y la seguía de nuevo perdido en sus pensamientos.
Cuando llegó hasta la carpa que le habían asignado, se paró en la entrada y puso una mano en el pecho del Senju que la seguía distraído para detenerlo. Él frunció el ceño.
-Tienes que quedarte fuera- le dijo seria.
-Ya te he dicho que mi hermano me ha ordenado protegerte, no seas pesada.
-Tobirama me tengo que bañar.
Él alzó una ceja y casi se le escapa una pequeña risa ante el sonrojo de ella. Asintió y se sentó fuera de la tienda. Ella entró molesta. No hay forma de deshacerse de él, pensó enfadada. Habían puesto una pequeña tina en su estancia y había varias vasijas con agua. La llenó y se metió dentro sintiendo como el agua fría la hacía tiritar. De todas formas era mejor que la sensación de suciedad que tenía después de tantos días sin poder bañarse. Estuvo mucho rato en el agua, examinando la cicatriz que tenía en el pecho. Era realmente un milagro que Hashirama hubiese podido curar una herida como esa. Durante todos los años que estuvieron peleando, ella siempre tuvo la impresión que ni su hermano ni el Senju querían matarse. Sus batallas eran sobrecogedoras, hacían temblar la tierra como si de un terremoto se tratase, muchas veces volvían heridos, pero nunca era una herida de gravedad. Ella estaba bastante segura de en el fondo de su corazón, ninguno de los dos quería matar al otro. Lo suyo con Tobirama era distinto. Ella siempre había peleado con intención de matarle, a pesar de que nunca lo hubiese conseguido y la herida en su pecho decía que él pensaba lo mismo. Acarició la cicatriz con los dedos recordando de pronto las palabras de Hashirama. "Afortunadamente sólo te rozó el corazón, si hubiese sido tres centímetros más a la izquierda lo habría perforado y hubiese sido una muerte inmediata". Tres centímetros. Conocía lo suficiente a Tobirama como para saber que él nunca fallaría un golpe por tres centímetros.
Una sensación extraña la invadió al caer en la cuenta de que quizás él no quería matarla y un segundo recuerdo llegó a su mente. El dolor en sus ojos rojizos al atravesarla con su espada.


Superando el odio [Tobirama]Where stories live. Discover now