Capítulo 32

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POV Lauren

Antes solía planear mi vida de una manera sencilla. Conseguir una beca en la universidad, dar una buena vida a mi hermano, tener una pequeña casa en alguna costa y un gran perro, como un pastor alemán o un labrador. Tal vez adoptar algún niño cuando tuviera una estabilidad financiera suficiente para eso. Pero eso fue todo antes que me obligaran a hacer una redacción sobre Camila. Desde entonces, cada día de mi vida ha salido de mis planes originales y se ha convertido en algo que parecía más una telenovela o una serie americana de personas adinerada y sus dramas.

No podía creer que estaba en un hotel en París, de pie en el balcón mirando las calles de la ciudad de la luz. Un poco más lejos se podía ver la Torre Eiffel en todo su glamour. Me casaría allí, en una de las ciudades más famosas del mundo. ¡Por dios, sólo pensar que me iba a casar mi cuerpo temblaba! Crucé los brazos sobre la barandilla y me mordí el labio. Ni siquiera me importaba el frío que hacía ya que sólo llevaba ropa interior y una bata de seda por encima. ¿Cómo mi vida terminó así? Yo era una de las personas con pocas posibilidades en este mundo, con la visión de sólo ser feliz con lo que tenía. Y de repente estaba con la luna de miel marcada en Mónaco.

- Si te quedas allí demasiado tiempo seducirás a todas las parisienses.

Me reí bajito y giré mi cuerpo para poder ver de pie en la entrada del balcón a la mujer más hermosa de este mundo. Camila ya llevaba un camisón y pantalones corto morado. Su pelo marrón estaba torcido y envuelta en su toalla. Había pasado casi una hora desde que llegamos al hotel reservado por Leonard y Maggie, Camila estaba tan cansada que la dejé dormir un rato mientras me bañaba y luego vine directamente al balcón. Parece que llevé tiempo suficiente para que ella se despertara y se bañara. Me apoyé en la barandilla y ella empezó a acercarse, haciendo una pequeña mueca de incomodidad.

- Hace frío aquí. - ella se quejó.

- Entonces abrázame.

Camila rápidamente sonrió y me rodeó el cuello con sus brazos, de forma casi automática los míos envolvieron su cintura. Pronto apoyó parte de su peso sobre mí, pero nunca me quejaría de ello ya que entonces todas las partes posibles estaban pegadas y ligeramente presionadas. Especialmente esos pechos. Le quité la toalla del pelo y estaba a punto de tirarlo en cualquier rincón cuando vi esos ojos marrones reprobadores, extendí la toalla en la barandilla y ella sonrió en aprobación

- ¿En qué estabas pensando? - Camila preguntó, empezando a mover sus dedos en mi pelo de la manera que sabía que me calmaría.

- En como mi vida cambió. Tal vez no sea un cambio tan radical en tu vida, siempre fuiste una mimada. - le respondí y ella se rió sin poder negarlo más. - Pero, ¿para mí? Siempre fui la que luchaba y estaba feliz por pagar las cuentas de la casa al final del mes.

- ¿Estás asustada? - su voz era tranquila, una canción que siempre me envolvía cuando usaba ese tono.

- Sólo cuando no estás cerca. - lo admití y suspiré. - Esto para mí sólo eran cosas de telenovelas o libros, no era algo para mí.

- Bueno, io tampoco era algo para ti.

Esta vez fui yo quien se rió. Ella tenía razón, Camila era como la dama y yo como el vagabundo. Me reí aún más y antes de que me preguntara el por qué, me tomé esa boca en un largo beso. Era uno de esos que no parecía tener un final, ni prisa o ansiedad, sólo un cariño profundo y delicioso. Podría besarla toda mi vida, ese sabor nunca me cansaba o mareaba, el suave toque y el juego de su lengua parecía siempre ser diferente, pero siempre causaba las mismas sensaciones.

- Ti amo. - murmuramos casi al mismo tiempo cuando el beso terminó.

La risa fue imposible de contener, la apreté con más fuerza en mis brazos y apliqué varios besos en esa boca a la que era adicta. Camila descansó su cabeza en mi hombro con la cara hacia mi cuello.

Simplemente CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora