Mandamiento 7: «No robarás».

84 23 3
                                    

Sung Kyu y Woo Hyun habían robado la vida de algunas personas, se las habían arrebatado tal cual se lo arrebata un carnicero a algún animal, se habían comportado tal cual como El carnicero de Busan o El coleccionista de las Hortensias. Pero en lo absoluto les importaba, ellos sólo querían proteger a su pequeña, ellos sólo querían vivir felices, ser una familia digna para la pequeña Kei, ellos sólo querían ser buenos padres, pero habían fracasado desde un principio.

Habían matado a sus chantajistas, ¿la justificación?

Proteger a su familia.

Lo que todo asesino diría.

Lo que alguien con problemas mentales dirían.

Los tres días pasaron tan rápido que ninguno lo pudo usar para decir que hicieron mientras no estaban juntos.
Sin embargo, no hizo falta, ninguno preguntó nada por el miedo de ser interrogado también, así que la vida continuó tal cual.

Pero... No siempre la vida tiene un «Y vivieron felices para siempre», como en los cuentos de hadas. No.

Había pasado alrededor de ocho meses desde que todo ocurrió, los asesinatos en serie dejaron de ser tan frecuentes, pero eso fue algo que incluso levantó más sospecha en la policía, el agente Lee Sung Yeol y su compañero y hermano Lee Dae Yeol, tenían más sospechas aún, era demasiada la casualidad de que sólo esa familia tuviese atentados e incluso para sus trabajadores, y peor aún, que de la noche a la mañana, ya no tuviesen esos atentados, todo eso empezó cuando los hermanos y CEO's de esa compañía, empezaron a ser reconocidos mundialmente.

—Lo digo en serio, Yeollie. Ahí hay algo más que sólo homicidio. —Habló Dae Yeol mientras bebía su taza de café.
—¿Tú crees? —Respondió Sung Yeol un poco indeciso.
—Sí. —Dejó su taza de café sobre la mesa y se levantó. Sacó su pizarrón de crímenes y Sung Yeol se sorprendió de ver todo un organigrama de la familia Kim-Nam. —Mira, todos los homicidios empezaron desde que Kim Sung Kyu llegara a esa familia. —Encerró el rostro en Kim en un circulo, uno de muchos, por cierto. —La primera víctima fue Lee Mi Joo, prometida de Nam. —La encerró en otro círculo pero con diferente color. —Después su padre,  justo después de que Kim tuviera una amenaza de aborto y tuvieran que hacer una operación de emergencia. —Sung Yeol asentía mientras bebía también de su café. —De ahí, en un mismo día, según los forenses y también cuando se le hizo la necropsia. Ambos estudios dieron con el mismo resultado.
—Sí, pero...
—Déjame terminar. —Finalizó Dae Yeol. —Ese mismo día, murió Kim Ji Soo, la mejor amiga de Kim.
—Otra vez él...
—Así es, pero lo más extraño es que la bebé fue encontrada en un charco de sangre, bajo una guillotina de oficina. Así mismo, la madre fue encontrada muerta a la semana y misteriosamente ella fue culpada de todos los asesinatos.
—Eso suena a beneficio. —Susurró Sung Yeol mientras buscaba más datos de Kim.
—Exacto, Hyeong. —Asintió. —Sin embargo, poco tiempo después, se encontraron dos víctimas más. Lee Sung Jong, mejor amigo de Kim Sung Kyu y Jang Dong Woo, mejor amigo de Nam Woo Hyun.
—¿E-estás diciendo que Kim Sung Kyu es el asesino?
—Sí. Estoy seguro de ello, pero necesitamos pruebas. Él tiene coartada perfecta.

Ambos chicos se pusieron a trabajar para poder llevar acabo su investigación. Estaban casi seguros de que el hijo mayor de la señora Kim era el asesino en serie que estaban buscando.


Por otro lado. Habían pasado dos semanas y Woo Hyun junto Sung Kyu e hija, se encontraban celebrando la navidad en una iglesia mientras escuchaban misa, ellos fueron a encender tres velas, una para cada uno, incluyendo a la pequeña, mientras seguían escuchando la misma.
Los padres de la pequeña pedían perdón por sus pecados, clemencia a los cielos y comprensión hacia su pareja cuando conferían la verdad. Cuando dijeran los secretos que ambos guardaban.
Justo cuando iban a hablar, «Yo confieso empezó a ser pronunciado».


Sung Kyu, hay algo que debo decirte. —Habló nerviosamente.
—Yo también. —Sonrió un poco nervioso, Kyu. —Escribí mis secretos en esta hoja. —La entregó temblando. Kim sonrió.
—Al parecer tenemos la misma forma de pensar. —Entregó también el papel escrito a mano.

Los dos chicos abrieron la hoja al mismo tiempo, Sung Kyu tenía cargando a la pequeña quien ya estaba dormida. Lágrimas en ambos empezaron a descender.


«Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión».


•Confieso que yo fui quien mató a tu padre, mejor amigo Jang Dong Woo y a tu prometida Lee Mi Joo.


«Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa».


•Confieso que yo fui el asesino que mató a tu madre, quien a su vez, mató a Ji Soo e intentó hacerlo con nuestra hija, a tu mejor amigo Lee Sung Jong y el que provocó que Kim Ji Soo tuviese aquel accidente que la dejó invalida.


«Por eso ruego a Santa María siempre virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mi ante Dios, nuestro señor, amén».


Kim y Nam se miraron, ambos desprendían odio y enojo, ambos habían asesinado a su propia familia, ambos se habían condenado a no estar juntos.
—¿Por qué? —Los dos dijeron al mismo tiempo mientras que las velas que habían encendido, se habían apagado.
—¡¿POR QUÉ?! —gritó Nam. —Era mi padre.
—¡Y tú MATASTE A MI MADRE, maldito hijo de puta! —Lo empujó y salió de la casa.

Woo Hyun lo tomó de la mano y lo subió al auto, no prestó siquiera atención a las miradas ajenas y sorprendidas.
—Asesino. —Soltó Nam.
—Tú también lo eres, maldito bastardo.
—Tú madre quiso asesinar a nuestra hija.
—Tú padre también lo intentó.

La pequeña se había despertado por los gritos de ambos y empezó a llorar, sus padres también lo hicieron, estaban shockeados, sus padres habían sido los culpables. Estaban pagando sus pecados, estaban siendo castigados por Dios por ser hermanos y enamorarse, por matar a sus padres.

Los dos bajaron del auto y se metieron a la casa, pero a loa minutos el timbre empezó a sonar, ni siquiera tuvieron tiempo a discutir, a gritarse, a maldecirse. No. No pudieron, porque en ese mismo momento, Lee Sung Yeol y Lee Dae Yeol habían llegado con una orden de aprensión.

—Kim Sung Kyu, queda usted arrestado por ser el principal sospechoso de los asesinatos en serie que se llevó a cabo en el último año.
—¡Suelténme! ¡Soy inocente!
—Debe guardar silencio. Todo lo que diga será usado en su contra. Tiene derecho a un abogado, en caso de que nadie lo quiera defender, se le asignara uno de oficio.
—¡Nam! ¡Nam! —Gritó Sung Kyu, pero dejó de hacerlo cuando subió a la patrulla. Esposado. Nam seguía parado con la niña en brazos. Reaccionó cuando la niña empezó a llorar, y fue ahí donde comenzó a pensar que hacer.

Los diez mandamientos. «WooGyu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora