Mandamiento 8: «No darás falsos testimonios ni mentirás».

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Kim Sung Kyu había estado discutiendo con su hermano menor desde que había sido liberado, ambos se reclamaban el haber matado a sus padres por el bien propio, estaban cegados por su dolor y por su amor.

Al ver que Nam perdería a Kim, éste lo había sujetado de las caderas para pode besarlo, no le importó en lo absoluto que lo viera la gente, que los criticara o que los juzgara, su amor nunca fue pecado, tal vez si es algo enfermo, pero también el más bello, o al menos para él.

—¡Sueltame, Nam! —Forcejeo en el beso. —Nos hemos hecho mucho daño. —Comenzó a llorar. —Una vez que terminé mi investigación, debemos separarnos. —Lo besó con más intensidad. —Sobra decir que nuestra hija, me la quedo yo. —Se alejó.

Woo Hyun se quedó afuera llorando, había perdido a Sung Kyu por querer proteger su amor, por querer protegerlo, su madre le quería hacer daño a él y a su hija, él sólo tomó sus precauciones para que nada malo les pasara, y sin embargo, sólo provocó deshacer todo lo que había hecho a su lado. Él también se metió a su hogar, subió a su habitación y vio que las cosas de Sung Kyu habían sido pasadas a otro cuarto.

Los hermanos Lee tomaron fotos de como aquellos hermanos tenían una aventura, el juicio seria pronto y esas pruebas ayudarían demasiado, porque ese seria uno de los motivos por los cuales Kim hubiese matado a toda su familia y amigos, ya qué, posiblemente, todas aquellas víctimas no estaban de acuerdo y eso fue motivo suficiente para matar a todos.

Los agentes Lee llamaron a su superior y abrieron el caso nuevamente, él tampoco quería negarse, porque si sus dos mejores agentes tenían razón, el asesino en serie que tanto habían buscado, era nada más y nada menos que Kim Sung Kyu. Y sin duda aquello le traería una buena recompensa, así como también su ascenso.

La notificación del juicio llegó quince días después, se habían tardado más de lo normal debido a que estaban rogando para reabrir el caso, pues según las fotos no eran pruebas suficientes, pero si lo fue el ADN de la pequeña, eso bastó para que pudiesen llamarlo a juicio.

Woo Hyun estaba nervioso, entendía el motivo por el cual sólo lo estaban implicando a él, pero no permitiría que su amado quedara tras las rejas, no, desde luego que no. Él lo amaba y eso era motivo suficiente para matar a quien se atreviera hacerle daño y si necesitaba matar en el juicio para que su amado escapara, lo haría.

Una semana después, el juicio había comenzado, pruebas y pruebas brotaban para el juez, todo lo que decían los Lee y la fiscal Kim eran contundentes, eran perfectos, como si de verdad Sung Kyu hubiese cometido cada uno de aquellos asesinatos, algo fue punto a favor de Ye In, pues tenía las coartadas de su cliente y también CCTV de cada fecha y hora que comprobaba que él no era el culpable.

A escondidas de todo, Nam se había encargado de alterar todo tipo de evidencia, incluso cuando testificó, dijo que en varios de los lugares que no podían ver a Kim, era porque se la pasaba a su lado. Había planeado toda su estrategia para así darle una coartada contundente a su hermano mayor.
El juicio se alargó por una semana, no podían encontrar pros porque ya tenían contras y viceversa, al final en juez a cargo junto al juez de derecha e izquierda, acordaron que Kim Sung Kyu era inocente de todos los cargos.

Los agentes Lee se miraron y luego vieron a Sung Kyu, quien sonreía con aires de suficiencia, les restregaba el que ellos hubiesen fallado y haya quedado libre, pero ni con todo eso, ellos dejaron de pensar que aquel chico escondía muchas cosas, de que él era el asesino y de que seguiría matando a quien de interpusiera en su camino.
Los jóvenes fueron sancionados y suspendidos de sus labores por al menos quince días, enteraron su placa, armas, esposas y macana. No lo podían creer, pero su capitán dijo que venía desde arriba, que agradecieran que no habían sido despedidos.


—Sung Kyu... —Lo sujetó con demasiado fuerza de su muñeca.
—Lo siento, Woo Hyun... —Se zafó con fuerza, dejando ver las marcas de los dedos de Nam. —Es lo mejor.
—Te amo, Sung Kyu.
—Yo también te amo, pero nos hemos hecho daño. —Salió de casa con la bebé en brazos.

Ambos hermanos estaban con el corazón destrozado, ninguno se podía perdonar que mataran a sus padres y amigos, su orgullo, su dolor, todo lo negativo pudo más que su amor y eso era lo que más le dolía.

Los dos chicos lloraban en silencio, no podían creer que después de todo, que al final todo, su familia si haya podido separarlos.

Al día siguiente vio a Ye In tomar el lugar de Sung Kyu en la sala directiva de la empresa, estaban en plena junta cuando ella entró. Dijo que el CEO Kim la había puesto como su representante en lo que él volvía, pues realmente no tenía fecha.

Nam había entrado en depresión desde aquella tarde que todo había terminado. Las pastillas para dormir y botellas de alcohol nunca faltaron en su casa, había pasado exactamente un año desde que su hermano se había ido, al mismo tiempo un año desde que él había entrado a un abismo sin salida, n donde cada domingo iba a contar sus obra pecados al nuevo padre de la colonia, pero se seguía sintiendo lleno de sus propios demonios, seguía odiándose por haber matado a sus padres, por haber perdido a Sung Kyu y a su hija.

Ye In había estado llevando a su mejor amigo al hospital por varias intoxicaciones y lavados de estómago, así como también en varias ocasiones le había intentado decir a Kim lo que sucedía en el mundo del rubio, pero siempre que tocaba el tema, él lo cambiaba o simplemente lo evadía.

Kim Sung Kyu estaba decido a olvidar a Nam Woo Hyun, aunque eso sólo le provocaba dolor en su pecho.

Los diez mandamientos. «WooGyu»Where stories live. Discover now