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Sung Kyu se encontraba en el cubículo del baño. Necesitaba calmarse y necesitaba dejar de llorar.

¿Qué había sido eso? ¿Por qué Woo Hyun lo había mirado con odio?

Le había dolido que lo mirara de esa forma y que también lo ignorara porque esa acción había sido como si él no existiera.

—Yo tengo a Myung Soo. No debo dejar que me perjudique. —Susurró hipeando y secándose sus lágrimas.

Salió del cubículo y se dirigió al lavabo, se lavó la cara y espero a que sus ojos no se vieran tan rojos. Sung Kyu ya era feliz y no tenía porque llorar por otra persona indeseable.

Woo Hyun se encontraba en su oficina bebiendo como siempre. Se había tomado un anti depresivo así que no estaba de tan mal humor. Había visto a Sung Kyu y también vio que lo quería saludar, pero su orgullo pesaba más justo ahora y había decidido ignorarlo. Él fue quien lo había abandonado, él fue quien lo había cambiado por alguien más y también él fue quien quería dejar todo en el pasado.

—CEO Nam... —Escuchó a su secretaria por el intercomunicador. —Lo esperan en la junta.
—Ya voy.

Se levantó de su lugar, metió la foto de Sung Kyu que tenía en la mano izquierda a su cajón y luego de un sólo sorbo se terminó el vaso de whisky que se encontraba poco más de la mitad. Se puso su saco y salió de su oficina. Heechul iba llegando cuando lo vio, Yein le había dicho que Kim se encontraba en la empresa y temía que Nam hiciera algo, así que debía estar al tanto ya que hasta apenas anoche él estaba muy mal.

—Woosito.
—Chul...

Los dos chicos se sonrieron y entraron así en la sala de juntas. Los dos vieron a Kim mirarlos pero los tres desviaron la mirada rápidamente. Nam tomó su lugar, Heechul se puso a la izquierda mientras que Sung Kyu estaba a su derecha.

—Buenos días, —Habló Nam por el micrófono. —el motivo de ésta reunión es porque el CEO y socio Kim quiere dejar su parte de la empresa en manos de Yein. ¿Alguien se opone? —Todos negaron. Él quería alzar la mano pero eso le demostraría que seguía a sus pies y por el momento quería castigarlo.

Woo Hyun sentía las constante miradas de Sung Kyu. Lo sentía nervioso de alguna manera, pero no entendía porque si aún no había hecho nada. Durante toda la junta Nam se había dedicado a ignorarlo por completo, pero eso no significaba que no se estuviese muriendo de ganas por abrazarlo, besarlo y hacerle el amor.

La junta terminó con Kim negando en ceder su porcentaje. Nadie se lo explicaba ya que él era el urgido en hacer aquello, por eso había desaparecido tanto tiempo. Todos empezaron a salir, vio a Kim Hee Chul también irse y cuando Nam se levantó para irse él lo encerró.

—¿Qué mierda te pasa, Nam?
—¿Yo?
—¿Por qué me ignoras?
—Porque eso querías, hermano. —Lo empujó. Y yo hago todo lo que tu quieres.

Sung Kyu lo azotó en la pared, le puso seguro a la oficina, se agachó y le bajó los pantalones junto a sus bóxers. Fue difícil por el cinturón pero al final pudo hacerlo. Vio el miembro de Nam erecto y sonrió. Lo metió de una sola a su boca y se auto penetró con el pene haciendo que minutos después Nam terminara por arrancarle la ropa y hacerle el amor en la mesa.

Extrañaba tenerlo así, extrañaba oírlo gemir, pero necesitaba contenerse o sino los escucharían. Lo penetró tan duro, tan profundo, tan fuerte que Kim terminó por llorar. Él también lo extrañaba, él también quería volver a hacerlo suyo, pero entonces...

En ese momento ambos se olvidaron de todo y de todos. Sólo existían ellos y nadie más. Se sentían como cuando todo era mejor, como cuando ninguno de los dos se había manchado las manos de sangre, se sentían amados y felices.

Woo Hyun terminó corriéndose dentro de él mientras que Kim terminó entre sus vientres y con dificultad para respirar.

—Lo si...
—No lo digas, Kyu...
—Yo no... Esto fue un er...
—Por favor no lo digas.

Woo Hyun se cambió y salió de ahí destrozado, Sung Kyu se arrepentía. Sung Kyu ya no lo amaba, ahora amaba a aquel sujeto.

—Lo voy a matar. —Dijo mientras entraba a su oficina y azotaba la puerta. Sacó la pistola de su escritorio, tomó una botella de licor y salió como alma que lleva el diablo. Estaba decidido a que Sung Kyu regresara con él.

Sung Kyu se cambió llorando. Él quería hablar con Nam, quería decirle a su hermano que lo amaba pero él lo había dejado ahí como una puta sin paga.

—¡Te odio, Nam Woo Hyun! —Gritó tan fuerte como pudo. —Te amo, pero te odio maldito imbécil.

Salió de la oficina y corrió al de Woo Hyun, al momento de salir todos se le quedaron viendo y empezaron a murmurar, algo que le caló pero que no hizo caso. Su prioridad era Woo Hyun, sí, él ya tenía a Myung Soo, pero cuando hicieron el amor, supo que sólo Woo Hyun era dueño de su propio cuerpo.

—¿Q-quién es usted? —Dijeron los ancianos.
—¿Yo? —El chico enmascarado rió burlonamente. —Sólo quiero dejarle un mensaje a su hijo.
—¿Myung Soo? —Dijo el anciano.
—Así es.

Los señores Kim habían terminado bien golpeados. De una bolsa negra había sacado el cuerpo hecho pedacitos del hermano e hijo menor de los Kim. Los señores gritaron horrorizados porque jamás creyeron que iban a ver algo así, pero el padre no pudo soportarlo y un infarto le estaba dando. Entonces como tiro de gracia, el hombre le dejo ver hasta su último suspiro como su esposa con quien había durado cuarenta y cinco años de casados estaba siendo brutalmente asesinada, primero la había apuñalado y después le destrozó la cabeza con la pistola que llevaba en la mano.

El señor había llorado por no haber podido proteger a su familia, sólo suplicó antes de morir que su hijo mayor pudiese vivir sin resentimiento.

Sung Kyu había entrado a la oficina y vio sangre en el bote de la basura de su hermano menor. Había ropa que estaba en el cesto lleno de sangre y eso lo había asustado.

—Myung Soo... —Gritó. —Kei...

Sung Kyu había intentado comunicarse con Myung Soo, pero de las treinta llamadas que le hizo, nunca le respondió. Fue lo mismo con Woo Hyun, pero el de él mandaba directo a buzón.

Los diez mandamientos. «WooGyu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora