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¿ Qué podría suceder en unos minutos?... Todo.

Doy vueltas como una maniática por toda la sala mientras las chicas intentan calmarme, Marcus está llamando a cuanto amigo de papá conoce para ver si obtiene información, Ethan ( mi pobre chico agobiado con todos los problemas que le traigo) ha llamado a hospitales, la comisaría y yo, yo me estoy volviendo loca.

Al regresar a casa no encontré a papá en su habitación, tampoco las llaves de su coche o su cartera. Los primeros minutos estaba algo mas calmada, una hora después empezaban a crecer los nervios , los minutos transcurrían y nada de aparecer, cuando la puerta fue abierta ante mis ojos sonreí al creer que era él, pero no, era Marcus. Quien me tachó de dramática, ahora... seis horas después no soy la única dramática en casa.

La noche a caído ya, el reloj frente a mi marca las 21:30 y papá nada de aparecer.

- Nada- masculla Ethan colgando la llamada que llevaba en curso.

- Vamos a salir- declara Marcus- lo buscaremos en todos los bares cercanos, preguntarnos, debe aparecer-, la desesperación en la voz de mi hermano es palpable, por mas que intente controlarlo.

- Iré con ustedes- declaro.

- Y nosotras- responden mis amigas al unisono.

- No, ninguna irá, se quedaran aquí y si aparece nos llamaran. ¿Okay?.

Ni siquiera nos permite responder cuando ya ha cruzado la puerta.

Una hora más y nada, ni él, ni los chicos, estoy a punto de volverme loca. Conozco a mi padre él no acostumbra a desaparecer de esa manera no importa cuan ebrio pueda estar el siempre regresa a casa; sacudió mi cabeza alejando cualquier indicio de pensamientos erróneos, no voy a dejar a mi cabeza que juegue conmigo, no ahora.

Regresará, sé que lo hará, aparecerá por esa puerta y correre a abrazarlo porque lo amo con locura, porque es el mejor padre que Dios pudo darme y ahora, ahora sólo deseo que vuelva a casa.

El timbre suena, mi corazón salta al pensar que puede ser él, que quizás olvidó sus llaves y por ello tiene que tocar, Maya va hasta la puerta y la abre mientras mis uñas sufren mis nervios.

- Fer...

Camino hasta mi amiga, me detengo en el umbral de la puerta y observo los agentes policiales que se encuentran en éste.

- ¿ César Glashte?- pregunta el oficial mas robusto.

- Soy su hija- susurro, porque mi voz se ha empezado a cortar, porque estoy rogando a Dios que esté detenido, que halla cometido alguna infracción, pero que este bien. Que regrese a casa.

- Debe acompañarnos, señorita.

- ¿ Qué le ha pasado a mi padre?...

- No podemos dar detalles, si es tan amable de acompañarnos- vuelve a hablar el oficial cual robot mecanizado.

- ¿ A donde?.

- Coney Island Hospital.

Mis pies empiezan a fallar, las chicas se acercan rápidamente y me sostienen, inhalo y exhalo porque no debo ni puedo llorar, quizás se callo otra vez, quizás sólo está demasiado ebrio como para reaccionar...

— Fer... Debemos ir — escucho a Maya a lo lejos, asiento o eso creo hacer. Mi cuerpo reacciona aunque mi mente no parece hacerlo, siento un pequeño empujón en mi espalda. Camino de manera autómata hasta él auto de los policías, las luces me distraen unos segundos, alguien empuja mi cuerpo hacia dentro del auto.

Las calles pasan frente a mis ojos de manera extraña, es como si fueran desconocidas para mí, siento él auto detenerse y por fin reacciono, algo en mi cabeza hace clip; hasta él momento no me había dado cuenta que venía del lado de la ventana, sin pensarlo dos veces salgo. Escucho voces detrás de mí pero estoy demasiado ocupada corriendo como para escuchar o entender lo que dicen. Corro, con todas mis fuerzas, con todo mi ser, conozco cada pasillo de este hospital, es como vivir un deja vu, por ello no me he difícil llegar a la sala principal. Mis pies se detienen en seco al ver a Marcus sentado en la sala de espera, su espalda esta apoyada sobre la pared mientras que su rostro se encuentra escondido entre sus piernas, Ethan esta a su lado.

YO: SOY LA GORDA ©Where stories live. Discover now