Capítulo 2

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POV Natalia

No me lo podía creer. El golpe me había dejado el hombro dolorido, pero el efecto se me pasó en cuanto vi a la persona que lo había originado.

-Podrías tener un poco más de cuidado, Reche. – La miré visiblemente enfadada. Quería que lo notase. Volví a hablar, manteniendo el tono sin relajar mi expresión al tiempo que me frotaba el hombro. – La segunda vez que me tocas los ovarios el mismo día.

Alba se quedó inmóvil por un momento, como si realmente se sintiese culpable. Pero sólo duró eso, un instante, porque pasó rápidamente del asombro al enfado.

-Tú podrías mirar por donde vas, Lacunza. Y en cualquier caso – apartó la vista de mí y se dispuso a levantarse mientras recogía sus cosas y seguía hablando – es mi casa. En todo caso, eres tú la que debería tener más cuidado.

Quiso pasar por mi lado para dirigirse al patio donde yo había estado unos minutos antes, pero no se lo permití. No podía dejarla tener la última palabra; simplemente era algo superior a mis fuerzas.

-Qué puta chorrada de argumento – le dije al tiempo que la cogía del brazo. Se giró y me miró fijamente. Sus ojos desprendían bastante indiferencia, pero no los despegaba de los míos. Me fijé en que seguía siendo bastante más bajita que yo, eso desde luego no había cambiado ni creo que fuese a hacerlo nunca. "Vaya pintas lleva", pensé para mis adentros. Llevaba una camisa llena de manchas de pintura y, debajo de ésta, una camiseta gris que se notaba era bastante vieja. Quería soltarle algún comentario desagradable sobre su ropa, pero me contuve. Preferí continuar mirándola. Tenía el pelo algo más largo que el verano pasado, de manera que casi le llegaba a los hombros, morenos; y las pestañas largas, demasiado para mi gusto. ¿Qué cojones hacía yo fijándome en estas cosas?

-¿Piensas dejar que me vaya en algún momento o vas a cachearme? – Me habló exactamente de la misma manera que lo había hecho horas antes, con ese tono vacilón que tanto me molestaba. Realmente me estaba cabreando.

-¿Yo, a ti? Más quisieras medio metro – la solté y me dejé caer en la pared de la sala. Busqué el paquete de tabaco en mi bolsillo mientras la rubia se alejaba.

-Eres idiota. Menos mal que esta tortura se acaba dentro de poco – me gritó desde la puerta mientras me hacía un corte de manga.

Empecé a reírme enérgicamente. Si le había molestado lo más mínimo mi comentario, era una victoria que sumar. Sin embargo, había algo que no terminaba de entender. ¿A qué se refería con eso de "se acaba dentro de poco"? No lo entendía, teniendo en cuenta de que las vacaciones acababan de comenzar y aún quedaban casi tres meses por delante. Decidí no darle demasiada importancia y me fui a buscar mi
guitarra.

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Faltaba poco para cenar, así que decidí darme una ducha para refrescarme un poco. El calor el Elche era bastante sofocante, algo a lo que estaba poco acostumbrada siendo de Pamplona, y no soportaba el hecho de estar sudando todo el día. Cerré la puerta del baño que compartía con Alba y me miré al espejo. Tenía buena cara, demasiado bien para mi gusto, aunque yo sabía que no me duraría mucho más. Puta Alba Reche. No entendía como era capaz de cabrearme de esa manera, o más bien, no era capaz de recordar un momento en el que no lo hubiera hecho.

Pasé, por segunda vez en el día, la mano por la melena que me caía ahora por la espalda. Definitivamente, tenía que cortármela. Cogí mi móvil y puse Sweater Weather mientras me desnudaba. Me metí en la ducha y empecé a cantar dándolo todo. No iba a dejar que esa chica me amargase la noche. Definitivamente no pensaba dejarla. Nada más salir, me envolví en la toalla y me senté a leer los mensajes que no había contestado. La mayoría eran de amigos de Pamplona preguntando por las vacaciones y algunas cosas por el estilo. El último era de Miki. Decidí abrir el chat y contestarle.

Sinmigo Where stories live. Discover now