Capítulo 3

13.2K 578 159
                                    

POV Alba
Mierda. ¿Qué pasó anoche?

-¿De qué tengo que acordarme, eh? - Intenté sonar lo más calmada posible, o mejor dicho, lo menos nerviosa posible.

-Pensaba que te acordarías, churri - me respondió sin perder la media sonrisa mientras se acercaba a mí, decidida. ¿De qué coño iba?

Me había despertado casi desnuda, exceptuando el tanga que sí recordaba haberme puesto la noche anterior. En décimas de segundo, algunos recuerdos comenzaron a llegarme en forma de breves flashes inconexos. Los cubatas (muchos), el baile... Joder. Habíamos bailado juntas. Luego me acompañó a casa y...no podía recordar más.

-¿Qué haces? - Natalia estaba casi encima de mí, y eché mi cuerpo hacia atrás instintivamente para evitar el contacto.

-Anoche...tú y yo...- Era incapaz de quitar esa sonrisa de su cara.
Dios. ¿Estaba insinuando lo que yo pensaba?

-¿No estarás diciéndome que tú y yo...-hice una pausa para bajar un poco el tono de voz - ...nos hemos acostado, no?

-Así es, churri.

Instintivamente, me levanté de la cama dando un salto. Si yo fuese una cerilla, habría salido ardiendo del cabreo que tenía. ¿Cómo iba yo a tener sexo con ella? Era imposible. Sin embargo, es cierto que no recordaba qué había pasado, y eso me hizo barajar dicha posibilidad por un momento. O dos.

-Con la sábana estabas muy bien, pero quizás así estás hasta mejor.

Se tumbó en la cama con la misma expresión que mantenía desde que se había despertado. MIERDA. Al haberme levantado tan rápido, no había caído en coger la sábana para taparme. Estaba completamente desnuda, expuesta a la mirada de Natalia. Noté como mis mejillas se encendían mientras corría a ponerme una camiseta que, al menos, me tapase algo. Ella no paraba de reírse ante la situación, y yo estaba cada vez más nerviosa, tanto por lo que acababa de ocurrir como por lo que pudo haber pasado anoche. Recé mentalmente para que aquello no se confirmase.

-Lacunza, ¿me vas a decir de una vez qué pasó anoche? - Intenté sonar dura para que no se notara la vergüenza que estaba pasando. - ¿Y puedes dejar de reírte?

Volvió a incorporarse, cruzando las piernas. Por fin había cambiado su expresión. Estaba mucho más relajada. Se dirigió a mí de nuevo, despreocupada.

-¿Eres tonta? ¿Cómo voy a acostarme contigo? Ni aunque fueras la última sobre la faz de la Tierra, Reche - otra vez dándose esos aires de superioridad. No la soportaba, aún menos cuando se ponía así. - Anoche estabas muy, muy borracha. - soltó una pequeña carcajada antes de continuar- Nada más entrar aquí, fuiste directa al baño a vomitar. Fui a ver si estabas bien, y cuando llegué, te habías puesto perdida. Simplemente te quité la ropa manchada y te metí en la cama. - Se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta. - De nada, por cierto.

Y salió. Me quedé de pie, clavada en el mismo lugar durante 10 minutos. ¿Cómo había podido pensar por un instante que Natalia y yo habíamos hecho eso? Eres idiota Alba, idiota. Pasé rápidamente de estar avergonzada a estar furiosa. "Ni aunque fueras la última sobre la faz de la Tierra, Reche". ¿Qué tenía yo de malo, de todos modos? No me interesaba Natalia en absoluto, pero lo cierto es que el comentario me había dolido. De alguna forma, lo había dicho de una manera que llevaba implícito el desprecio, como si yo fuese inferior. Y eso le iba a costar caro. Mientras planeaba la posible manera de vengarme, me fui directa al baño para darme una ducha y quitarme el olor a alcohol que seguro llevaba encima.

Dos meses después...

Faltaban pocos días para que acabase el verano, y habíamos quedado todos en casa de Alfonso para hacer una fiesta de despedida. Miki, María y Marta volverían a Madrid para continuar sus respectivos estudios, Julia se iba de SICUE a Granada y Damion y Alfonso se quedarían unas semanas más antes de volver a trabajar en el bar que tenía el padre de Damion. En cuanto a Natalia, yo sabía que se mudaba a la capital para comenzar a estudiar en el conservatorio. De hecho, en las últimas semanas habíamos hablado sobre ello. Ella ya sabía por mis padres que yo llevaba allí varios años, y creo que su interés por saber qué le esperaba era más grande que sus ganas de seguir con el tira y afloja que había definido nuestra particular relación todos estos años.

Sinmigo Where stories live. Discover now