Capítulo 5 (Parte 2)

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POV Natalia

Me mentiría a mí misma si dijese que el hecho de que Alba se hubiese ido a Francia no me dolió. Me dolía porque intentar tener una buena amistad con ella entraba en mis planes de futuro y se había jodido. Salvo por ese detalle, mi vida en Madrid había empezado justo como yo había imaginado. Vivir con la Mari era genial. Nos pasábamos las mañanas en clase y las tardes tomando cervezas en la terraza del piso mientras hablábamos de cualquier cosa que se nos ocurriera. También habíamos pasado mucho tiempo con Miki y Marta. A veces en su casa y otras en la nuestra.

-Mari me voy – dije mientras guardaba el tabaco en el bolsillo de la chaqueta

-¿Has quedado con Mikel? – me preguntó con cara de pocos amigos

-Sí. Vamos a ir a dar una vuelta y a lo mejor comemos fuera

-Joder tía – se levantó del sofá levantando los brazos en señal de protesta – algún día dejarás de dejarme colgada para la comida. Además, ya sabes lo poco que me gusta ese tío.

-María…por favor. No tengo ganas de discutir
Abrí los brazos para abrazarla en señal de paz.

-Vale, vale – me correspondió el gesto y se abrazó a mí- Es tu vida y no voy a meterme. Pero sigo pensando que deberías barajar otras opciones. Sólo eso.

-¿Como quién? – pregunté mientras me separaba de ella mientras la miraba con una ceja arqueada.

-Ya sabes…-la interrumpí.

-Ni lo digas Mari – caminé en dirección a la puerta- Ya hemos hablado de eso mil veces. Te veo luego anda.

Realmente no tenía demasiadas ganas de salir, pero Mikel me había insistido mucho en que quería verme hoy y tampoco iba a negarme. También era gracias a él el buen comienzo que había tenido mi estancia en Madrid. Nos habíamos conocido en un bar una de las primeras noches que salí con Marta, María y Miki. Yo había bebido un poco y cuando iba por la cuarta canción bailando en la pista, se me acercó. La primera impresión que tuve es que era un chico seguro de sí mismo, demasiado para mi gusto, pero también era bastante guapo. Comenzamos a hablar y descubrimos que teníamos gustos comunes, y mi no demasiado buena primera impresión sobre él comenzó a disiparse. Cuando acabó la noche me dio su número de teléfono y quedamos en hablar al día siguiente, aunque tardé unos días en escribirle.

A partir de aquel momento, hablábamos casi a diario, y quedábamos con frecuencia. Me gustaba y me mantenía bastante entretenida, así que estaba bastante satisfecha.

Al margen de Mikel, venirme a Madrid había sido la mejor decisión de mi vida, porque a medida que pasaban los días en mi memoria Pamplona quedaba cada vez más dispersa. Todo lo que había ocurrido allí seguía doliendo, eso sin duda, pero ya era capaz de verlo con más perspectiva, casi como si todo aquello no me hubiese ocurrido a mí y sí a otra persona. No sabía hasta qué punto eso era bueno, pero disfrutaba de la sensación de no sentirme vulnerable ante aquellos recuerdos como lo había estado tantos y tantos meses atrás.

Cuando llegué al parque en el que habíamos quedado, él no había llegado. “Puto Mikel siempre llegando tarde”. Sonreí para mis adentros mientras sacaba mi móvil del bolsillo y un cigarro liado del paquete. Lo encendí y mientras expulsaba el humo de la primera calada le puse un mensaje.

[12:35] Natalia: Llegas tarde wey
[12:35] Natalia: Lentorro

Bloqueé el teléfono e hice amago de volver a guardarlo, pero me quedé pensativa. Algo me decía que no lo hiciese.

-Ya está aquí tu chico favorito

Mikel interrumpió mis pensamientos haciendo que le prestase atención.

Sinmigo Where stories live. Discover now