Capítulo 13 (Parte 2)

12.5K 560 276
                                    

POV Alba

-Quiero decirte…déjame decirte lo que me haces sentir cuando cantas – no, no podía ser verdad lo que acaba de escuchar

Un cúmulo de sentimientos se me arremolinaba en el pecho conforme la canción avanzaba. Joder, no podía creer que la voz de la que tanto tiempo llevaba enamorada era de Natalia. Era demasiado fuerte como para asimilarlo. Su voz era suave, serena y cálida, tal y como ya había advertido en cada uno de sus vídeos, pero nunca llegué a imaginarme que enamoraba muchísimo más en persona. Las lágrimas se me agolpaban, pidiendo salir, pero yo quería resistirme. ¿Era casualidad que hubiese elegido esa canción? Algo dentro de mí me decía que no, pero me negaba a creer que fuera posible.

Natalia tardó en levantar la vista después de haber tocado los últimos acordes. También tenía los ojos brillantes y le temblaban las manos. Ninguna de las dos decía nada, a pesar de que las ganas no me faltaban. Sin necesidad de palabras, podía ver todo lo que estaba sintiendo a través de sus ojos. Alargué la mano hasta la suya, con la que aún sujetaba la púa, entrelazando nuestros dedos.

-Nat – tuve que parpadear varias veces para no llorar - ¿por qué no…?

-¿Te ha gustado? – sonreía como si se hubiera quitado un peso de encima. Estaba guapísima hasta cuando estaba nerviosa

El sonido de mi móvil hizo que tuviese que soltar a Natalia para contestar, rompiendo es atmósfera de complicidad y sinceridad que habíamos formando

-¿Sí?

-¡Alba tía! ¿Qué estáis haciendo? – la voz de María retumbó al otro lado de la línea

-Estábamos cogiendo nuestras cosas – apremié a Natalia con un gesto para que se apresurase a guardar la guitarra – En unos 15 minutos estamos allí, ¿vale?

-¡Vale! – la rubia gritó. Sin duda, ya había empezado a beber – ¡Ahora os veo parejita!

-¡María coño, no digas…! – demasiado tarde. Ya había colgado – Tenemos que irnos – la morena asintió, cogiendo su riñonera y saliendo de la habitación, y yo hice lo mismo

No dijimos nada durante el camino. Hacía rato que había dejado de estar sorprendida, dejando paso al enfado. ¿Por qué coño me había ocultado que era Eilan Bay? Dos meses como una gilipollas soñando con la posibilidad de conocer a la chica cuya música me tenía atrapada, y resulta que dormía con ella. Pues estupendo. Natalia me había vuelto a tomar por idiota. ¿De verdad había cambiado tanto? Ya no sabía qué pensar. La quería muchísimo, pero no sabía si estaría dispuesta a soportar esos cambios de humor y ese secretismo que ya empezaba a molestarme.

El Sin nombre estaba abarrotado de gente, mucho más de lo que había estado nunca. La mayoría, chavales de nuestra edad, bebían y reían al ritmo de la música, y a algunos empezaba a notárseles el efecto del alcohol.

-Ya he visto a la Mari – me habló cerca de la oreja para que pudiese oírla – Está cerca de la barra. Vamos

Sin decir nada más nos adentramos en el cúmulo de personas que, cansadas de tanto baile, se agolpaba en la zona más próxima a la barra para seguir bebiendo o para descansar. Me costaba avanzar debido a mi escasa estatura, por lo que Natalia no tardó en cogerme la mano para evitar que nos perdiésemos o, mejor dicho, que yo me perdiese. Me habría vuelto loca de amor con aquel gesto si no fuese porque el enfado no se me había pasado.

-¡Feliz Año Albaaaa! – María me abrazó, levantándome del suelo – Toma – me dio un vaso del tubo por cuyo contenido ni siquiera pregunté. Tenía que sacudirme el enfado de alguna manera

Saludé al resto de los chicos y me fui en dirección a la rubia y a Marta, que hablaban muy animadamente sobre algo que había contado la segunda.

Sinmigo Where stories live. Discover now