Capítulo 12

12.2K 441 176
                                    

El capítulo contiene escenas con contenido +18. Lee bajo tu propia responsabilidad

POV María

Vicky llegaba a las 11 de la mañana, lo que significa que tenía media hora para calmarme un poco antes de que apareciese. Estaba atacada, e intentaba hacer lo posible porque no se me notase mientras me fumaba un cigarro en la puerta de la estación de autobuses. Me gustaba muchísimo, lo tenía claro, pero no pensaba decírselo. Al menos, no hasta saber que era mutuo. Ya había pasado casi un año desde que corté con Pablo. Era muy buen tío, pero al final teníamos demasiadas peleas y preferí acabar con todo aquello antes de que nuestra amistad se fuese a la mierda. Ahora nos llevábamos bien, y lo prefería así. La verdad era que no me apetecía volver a sufrir por alguien, pero joder, Vicky era demasiado increíble.

La noche que nos conocimos yo iba un poco pasada, había bebido bastantes cervezas y no paraba de mirar de manera persistente a una rubia que estaba sentada en la barra. Hablaba con amigos suyos, supuse, y por lo que pude advertir ella tampoco me quitaba la vista de encima. Hacía rato que Marta se había dado cuenta, y no paraba de insistirme para que me acercase a hablar con ella, pero me negué. En lugar de eso, le pedí a uno de los camareros que la invitase a la próxima cerveza de mi parte. Unos 15 minutos más tarde, se acercó a donde estábamos nosotras, y la cabrona de mi amiga decidió que era el mejor momento para largarse a bailar, dejándome sola con esa mujer tan impresionante.

-Gracias por la cerveza, rubia – sonrió, sentándose justo enfrente de mi
-He pensado que quizás necesitabas beber algo. Tanto comerme con la mirada te habrá dejado seca – estaba demasiado borracha como para andar poniendo filtros a mis palabras
-Siguiendo esa regla de tres, tú también querrás tomar una – no dejaba de mirarme, y yo no podía parar de mirar la sonrisa que tenía y la seguridad que desprendía
-Qué va. Contigo me basta – me mordí el labio de manera inconsciente – Soy María, por cierto
-Y yo Vicky – se inclinó para darme dos besos, que recibí con mucho gusto – Por cierto, muy buena jugada la de tu amiga
-¿Y eso por qué?
-Porque si no se hubiera ido para dejarnos solas, no me habría atrevido a acercarme
-Marta acostumbra a hacer esas cosas. Es muy…intuitiva – ambas empezamos a reír – Bueno, cuéntame algo sobre ti
-Vamos a bailar – se levantó de la mesa y me tendió la mano. Levanté una ceja en señal de intriga – Luego te cuento lo que quieras

Le cogí la mano y fuimos a la pista. Gracias a Dios que le hice caso, porque se movía como no había visto a nadie nunca. Luego me contó que era profesora de baile, y entendí su habilidad para moverse. Y si bailaba así, no quería imaginarme cómo haría otras cosas. Marta apareció una hora y media después y esa noche había prometido quedarme con ella, así que Vicky y yo nos dimos los números de teléfono y prometió escribirme al día siguiente, pero no lo hizo. No tardó ni dos horas en escribirme.

[02:45] Vicky: espero que hayáis llegado bien. Marte parecía estar bastante mal

[02:45] María: vaya, qué rápida. Estamos bien. No está acostumbrada a beber tanto. Sobrevivirá

[02:46] Vicky: es que me he quedado con ganas de más. Me alegro por ella. Hablamos mañana (si quieres)

[02:47] María: gracias. Hablamos mañana que yo también me he quedado con ganas de más

Desde esa noche hablábamos todos los días, yo a ella sobre música y ella a mi sobre baile, sobre cosas absurdas del día a día o cualquier otra cosa que se nos ocurriese. Un mes después me invitó a su casa. Habíamos quedado para dar una vuelta por el centro, pero a última hora me dijo que no tenía demasiadas ganas y que prefería quedarse en casa, que su quería ir. Obviamente no fui tonta y le dije que sí. Vivía en un apartamento a unos veinte minutos de mi casa, por lo que no tuve que correr demasiado para llegar (aunque las ganas no me faltaban). Me mandó la ubicación y poco tiempo después estaba llamando al telefonillo de su edificio. Sin hacer preguntas, abrió la puerta y subí andando hasta el tercer piso. Vicky ya me esperaba en la puerta con una cerveza en la mano. Llevaba una sudadera corta de tres colores, un pantalón negro y botas militares, con el pelo recogido en un moño.

Sinmigo Where stories live. Discover now