Capítulo 4

12.8K 508 130
                                    

POV Natalia

Escuchaba las risas de los demás de fondo. No podía creerme lo que acababa de pasar.

-Voy un momento al baño - intenté aparentar naturalidad, pero lo cierto es que estaba casi en estado de shock.

Me levanté sin mirar a Alba y salí de allí. Nada más llegar, eché el pestillo y me dejé caer sobre la puerta. El cuerpo me pesaba demasiado y me costaba pensar con claridad, pero necesitaba analizar los últimos acontecimientos. Casi inconscientemente me toqué el labio inferior, mirándome en el espejo con la cabeza ladeada. "Relájate tía, no ha sido para tanto". Intentaba autoconvencerme de que no había sido más que un beso, pero qué beso. Alba Reche besaba realmente bien, algo que nunca sería capaz de reconocer. No pensaba darle esa satisfacción. ¿A quién quiero engañar? Estaba buena, y besaba bien.

Lo pensaba desde que la vi aquella mañana mirándome con los ojos muy abiertos, de color miel. La muy tonta se levantó tan rápido de la cama que se le olvidó que no llevaba nada excepto el tanga. Tenía los pechos pequeños, perfectamente redondeados; las caderas marcadas, pero no en exceso; el vientre plano, las piernas bien definidas y un culo perfecto.

No había podido borrar esa imagen de mi mente. No sé por qué, pero no podía. Y para colmo, me había comido la boca delante de todo el mundo sin pensárselo dos veces. ¿A qué estaba jugando? Me gustaba jugar, pero no que jugaran conmigo. Son dos cosas totalmente diferentes, y no sabía de qué palo iba la rubia. No me gustaba la incertidumbre. "Natalia tía, has dejado que te ponga cachonda el furby". Me mentiría a mí misma si lo negase. Estaba muy cachonda de hecho, pero me daba rabia el que Alba Reche fuese la causante.

Necesitaba calmarme. Por el cabreo y por el calentón. "Es cosa de la cerveza. No le des más vueltas". Intenté convencerme de que ese era el motivo, y me acerqué al lavabo para echarme algo de agua en la nuca. El agua fría me resbalaba por el cuello, rodaba por la mandíbula y caía en el lavabo. Después de un par de minutos me sequé y quité el pestillo para volver al salón, pero Alba Reche me cortaba el paso.

-¿Estás bien? - preguntó apoyada en el marco de la puerta con los brazos cruzados.

-Perfectamente. Sólo tenía un poco de calor y he venido a echarme agua -respondí sin mirarla a la cara.

Mierda Natalia, eres gilipollas. No tendrías que haber dicho eso.

-Ya. - Mi respuesta no pareció convencerla, pero sonrió como si le hubiese bastado- ¿Puedo entrar?

-Si me dejas salir, quizás puedas hacerlo.

No quería enfrentarme a ella, no después de la tregua que habíamos construido. Mi cerebro afectado por el alcohol, sin embargo, tenían otras intenciones. Cuando estábamos a la misma altura, la cogí del brazo y le lancé una mirada penetrante.

-¿Se puede saber qué te pasa? - me devolvió la mirada como si fuese ella la que intentaba intimidarme a mí.

-No lo sé Alba, dímelo tú.

-No sé de qué me hablas.

-Lo sabes perfectamente. ¿Te lo has pasado bien - hice una pausa y la atraje hasta tenerla muy cerca - intentando ponerme cachonda?

Notaba cómo la sangre me bombeaba excesivamente deprisa y el calentón no disminuía.

-Deja de rabiar, Nat - pronunció mi nombre con la voz ronca, y noté cómo se me contraía el estómago - además, como si no lo hubiera conseguido - noté cómo sus ojos se desviaban ligeramente hacia abajo y volvía a los míos.

Sinmigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora