Epílogo

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POV Alba

Por fin había empezado el último año de la carrera. El verano había sido, sin duda, el mejor que podía recordar con diferencia. Pasamos las vacaciones en su casa, yendo a exposiciones y a algún que otro concierto, siendo cada vez más conscientes de que nuestra relación se iba consolidando. Me había llevado a visitar San Sebastián, Elizondo e Irún. Parecía irónico que con la cantidad de veces que había estado en Pamplona, nunca había salido de allí.

Septiembre nos devolvió a Madrid, como cada año. Habíamos hablado con la Mari, Miki y Marta, y al final nos decantamos por alquilar un piso todos juntos en Malasaña. Allí estarían los tres, sentados alrededor de la mesa de la salita, pendientes de la radio y con Queen pululando entre las piernas de todos. Nosotras no.

-¿Estás lista? – apreté su mano, tratando de calmarla. Estábamos frente al número 32 de Gran Vía, frente a la puerta del edificio

-No – Intentó sonreír, sin éxito. En su lugar consiguió una mueca torcida producida por los nervios

-Nat, has trabajado muy duro. Les gusta. Vas a triunfar - Analicé su expresión, en busca de algún signo que denotase algo más que tensión

-Perdona – me soltó para sacar el móvil – Dime. No, aún no he entrado. Gracias Maik – sonrió – Sí, estoy con ella. Lo haré. Gracias otra vez – colgó y se giró hacia mí – Era Mikel. Quería desearme suerte, y me ha pedido que te de un beso de su parte

-Bueno, ¿vamos? – Ahora parecía un poco más animada. Asintió

Entramos con paso decidido, escrutando cada rincón con curiosidad. El chico de la recepción levantó la cabeza al cabo de un rato, notando por fin nuestra presencia. El teléfono que estaba sobre su mesa comenzó a sonar, pero prefirió ignorarlo, dándonos prioridad.

-¿Natalia Lacunza?

-Soy yo – levantó la mano, tímida

-Lena te está esperando. Empezamos en diez minutos. Es en la tercera planta. El ascensor está justo ahí – dijo, señalando hacia nuestra derecha

-Gracias

Nos despedimos del chico, que se había lanzado, esta vez sí, a contestar la llamada. Antes de que la puerta se cerrase, pude distinguir cómo le decía a la persona que le había llamado que íbamos hacia allí

-Sabes que te quiero mucho, ¿no?

-Lo sé churri

-Todo va a ir bien. Verás que sí

-¿Y si digo algo fuera de lugar? ¿Y si meto la patada, o me quedo muda directamente? – Por fin parecía soltar las dudas que le habían estado comiendo por dentro

-Eh, eh – la frené – Natalia Lacunza. Eres guapa, lista, adorable y talentosa. Lena te va a adorar. Les vas a encantar, de verdad. Confía un poco en ti misma – La besé en la mejilla con ternura

-Tienes razón. Debería confiar más en mí. Gracias

Salimos del ascensor tan perdidas como cuando habíamos entrado. Una chica de mediana edad con auriculares en el cuello y una carpeta en la mano se dirigió a nosotras tras salir de una sala que se encontraba casi en el otro extremo del pasillo, sonriendo ampliamente.

-¿Natalia? – la morena asintió – Venid conmigo – la seguimos, entrando en el mismo lugar que había abandonado con anterioridad. En la antesala, un par de chicos con los mismos auriculares manejaban de manera frenética paneles con múltiples botones.- Ven conmigo Natalia. Alba, ¿verdad? – ahora se dirigía a mí – Puedes esperar aquí. Lo escucharás perfectamente

Tras un breve pero intenso beso, cruzaron la puerta que daba a la estancia principal. La chica que estaba dentro dio dos besos a Natalia y la invitó a sentarse junto a ella, justo delante de uno de los dos micrófonos que estaban sobre la mesa. Le devolví la sonrisa desde el otro lado del cristal, cruzando los dedos para que me viera.

Uno de los chicos levantó la mano, al tiempo que comunicaba a Lena que comenzarían en menos de diez segundos. Cinco, cuatro… Alcé los pulgares efusivamente. Tres, dos…

-¡Buenos días oyentes! – la voz de la presentadora retumbaba con efusividad por todo el espacio.- Soy Lena Diallo y esto es Del 40 al 1. Hoy contamos con la presencia de Natalia Lacunza, la joven pamplonica de 20 años que ha revolucionado el panorama musical español con su single Sabes. Después de escucharlo, volveremos para entrevistarla en exclusiva. ¡Empezamos!

Hola me he vuelto a equivocar. Ante de empezar. Hace cuanto de la última vez… Natalia sonreía de oreja a oreja, incrédula. No era capaz de asimilar lo que estaba pasando, y yo no podía estar más orgullosa de ella.

Sinmigo Where stories live. Discover now