Capítulo 18

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Habíamos dormido al rededor de dos horas más, tú te aferrabas a mi y no me soltabas en ningún mometo, como si tuvieses miedo de que yo me fuese.

Te acariciaba la espalda totalmente desnuda, haciéndote saber que yo estaba allí contigo y que no me iba a ir a ningún lado.

Mi móvil sonó y te despertaste al instante, asustada, pero cuando te diste cuenta que yo estaba allí contigo te tranquilizaste al instante y volviste a poner tu cabeza en mi pecho.

Cogí mi móvil y ví que era un mensaje de Maria.

Tia, ¿En donde estás? nos tienes preocupada a mi y a Marta. 14:27 PM

Tranquilas, estoy con Alba. Después hablamos y os cuento todo. 14:29 PM

Contesté y luego volví a dejar el móvil en la mesita de luz para volver a mirarte.

Estabas preciosa, tu pelo estaba revuelto y estabas desnuda mientras me abrazabas y me mirabas con un puchero en tu boca, sabía que te molestaba que te despierten y por lo que veo eso no había cambiado para nada.

"¿Quién era?" Preguntaste con la voz ronca, que por cierto, escucharte hablar así era una de las tantas cosas que me maravillan de tí.

"La Mari, me preguntó donde estaba y le dije que contigo" Dije despreocupada, tenías los ojos cerrados y una sonrisa se asomó en tu boca.

"¿Te quedarás conmigo hoy?" Preguntaste con un puchero en tu boca, jugabas conmigo porque sabías perfectamente que me podían muchísimo aquellos gestos de tu parte.

"Claro que si, de aquí no nos movemos hoy" Te dije y luego dejé un beso en tu frente, porque me encantaba hacer aquello.

"Vale, vamos a comer algo" Te levantaste y fusite a tu armario para coger ropa, yo me quedé con cara de idiota admirando tu cuerpo desnudo y tú te diste cuenta al girarte y me miraste divertida para luego tirarme una camiseta en la cara.

"Toma, ponte esto, y luego si quieres puedes secarte la baba también, pero no lo hagas con la ropa, hay servilletas en el salón" dijiste burlona y saliste por la puerta luego de ponerte unas bragas y una camiseta larga como la que me habías dado, aunque aquella camiseta que me habías dado seguramente me quedaría corta porque te sacaba más de veinte centímetros.

Y, definitivamente, apenas me tapaba el culo. Pero me daba igual andar así en tu casa, con bragas negras las cuales estaban tiradas en el medio de tu habitación, y una camiseta con olor a tí, estaba fascinada con ello.

Cuando salí de tu habitación me fui directo a tu salón, y te encontré cocinando algo que no me di cuenta que era desde lejos. Estabas ajena a todo, y sonaba she used to be mine y tú la cantabas bajito mientras cocinabas, estabas totalmente metida en tu mundo.

Te abracé por detrás y soltaste un gritito del susto, pero automáticamente te calmaste cuando te diste cuenta que era yo y me diste un beso en el hombro, yo sonreí mientras te miraba embobada porque realmente era así como me tenías.

"Me asustaste, cabrona" Me dijiste señalándome con un dedo amenazante y yo me reí, porque tu intento de hacerte la enfadada me causaba gracia.

"Estabas tan en tu mundo que no te diste cuenta de nada" Rompí el abrazo para dejarte cocinar y tú te quejaste bajito para tí misma pero lo oí perfectamente y sonreí para mi misma, para luego irme a sentar en una de las sillas altas que adornaban la barra de tu piso.

Era una especie de monoambiente y era precioso. Las paredes eran blancas y había una parte gris, la mayoría de los muebles eran negros y el lugar tenía una iluminación preciosa. Era todo blanco, gris y negro, lo que me parecía espectacular porque le daba una sensación de limpieza increíble a mi parecer.

No me olvides. | albalia.Where stories live. Discover now