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Singapur, Diciembre 14/2014.


Nada en la vida era color de rosas, fresas o carruseles de unicornios. Y Kim Taehyung lo sabía, comenzaba a experimentarlo en carne propia.

Había perdido la cuenta de las veces en que él menor le había rechazado, pero había dos en particular que le hicieron hacer sentir asco de sus sentimientos y lo lastimaron en lo más profundo.

La primera y la última. La primera pasó en la ducha. Con él pasar del tiempo, ambos chicos se habían acostumbrado a cuadrar sus baños que en un inicio, no tenían ninguna carga sexual de por medio, no obstante, su relación llevaba tintes de otro color hace meses por lo que ir más allá, vino de la mano con una gran cantidad de sensaciones nuevas.

Nuevos temores, dolores y angustias.

Él mayor había intentado acariciar las partes íntimas del menor, pero acabó recibiendo un rechazo y una mirada acusatoria que lo hirió de manera incalculable. Aún así no se rindió, porque cada vez que ejecutaba uno de esos actos, Jungkook tardaba más en alejarlo antes de mandarlo lejos otra vez.

No lo habían hablado entre ellos. Jeon creía que no era necesario, porque muy a pesar de que a esas altura entendía que la relación con su Hyung no era de amigos, más bien especial, era más fácil cegarse. Estaba en proceso, le costaba darle un nombre a lo que tanto le atormentaba.

Para Kim las cosas estaban frente a sus ojos, podía incluso palparlas. Hace un tiempo atrás había logrado discernir que Jungkook le gustaba y no como un fiel amigo o compañero, más bien todo lo contrario. Lo visualizaba como su primer amor, uno real pero unilateral, se repetía cada vez que lo pensaba.

Y podía comprobarlo, claro que si. Para Jeon era un juego de besos que por una extraña razón, se había extendido más de la cuenta. Se habían besado millones de veces pero para Kim, sus deseos iban más allá. Él canelo había comenzado a tener deseos sexuales contantes, a interesarse y tocarse él mismo para satisfacer sus necesidades.

Envidiaba a Namjoon y Seokjin en lo más profundo. Sus mayores luego de su creciente popularidad, lenta pero segura, habían comenzado a tener una que otra cita a escondidas con algunas chicas. Sin embargo, era Seokjin quien había comenzado su vida sexual. Lo comprobó cuando encontró una caja de condones dentro de una de las bolsas del supermercado.

Jimin si bien nunca tenía filtro para hablar de lo que fuese con él, aún no conversaban de sexualidad. Creía que era porque su amigo aún no pensaba en esos temas o quizás de verdad tenía pudor respecto aquello, sin embargo, sentía el deber de conversarlo pronto.

Por otro lado, Hoseok había marginado de su vida cualquier tipo de contacto con las chicas tras su relación fallida antes de debutar y en la que él, salió más dañado de lo que imaginó.

Finalmente Min, estaba tan inmerso en componer su música qué con suerte lograba conciliar el sueño. No había espacios para conversar, es por eso que hablar con sus abuelos, era su única y mejor opción. Ellos le hicieron ver que Jungkook se había convertido en una posibilidad de amar y que no podía hacer nada para olvidarle porque se le había tallado en el corazón.

Pero ahora, el rechazo le dolía más que las veces anteriores. Podía verse en el reflejo de los ojos del azabache y no le gustaba el juicio que notaba en ellos, no hasta que Jeon abrió la boca y todo se vino abajo.

Estaban solos en la habitación del hotel mientras el resto de chicos habían armado sus propios planes en su día libre tras el concierto. Ellos, habían intentado ver una película de terror pero terminaron por fracasar en el intento.

Las cosas perdieron el control cuando el primero en buscar afecto, fue él menor. Pequeños besos iniciales que desencadenaron en unos por lejos, más candentes.

Llevaban besándose cerca de media hora. Jeon acostado sobre su espalda y Kim recostado con la mitad de su torso sobre él azabache.

Su mano fácilmente acariciaba los costados de la cadera de Jungkook, luego continuaba jugueteando en la zona cercana del ombligo hasta que sus instintos se vieron incontrolables.

Internó sus dedos dentro del pantalón holgado del níveo hasta alcanzar de forma sutil, la ropa interior que tanto quería arrancar.

Jungkook gimió bajo para sorpresa de ambos. Decidió entonces acariciar con la punta de sus dedos el miembro del menor, recibiendo como respuesta, la tensión de aquel cuerpo que anhelaba amar.

—¡No!. —exclamó mientras mordía con fuerza el labio inferior de Taehyung. —¡No me toques, da asco!. —gritó tras separarse.

Taehyung se sentó sobre sus piernas en la cama, llevando los dedos hasta sus labios para tocar con delicadeza la zona en la que Jungkook, le había dañado.

Algunas gotas de sangre adornaban su labios y dedos, mientras una cuota de angustia comenzaba a dominar su cuerpo por completo.

Quiso llorar pero se contuvo.

Las múltiples lágrimas comenzaban a aglomerarse en las esquinas de sus ojos pero no podía permitiste flaquear, no cuando se trataba del níveo de sus sueños.

Jungkook lo vió pasar todo muy rápido. Taehyung se puso de pie y sacudió su brazo de golpe cuando intentó cogerlo de allí, para evitar que se marchara.

Lo había herido. Por primera vez desde que se conocían, había dañado a su hyung favorito y quiso morir.

—Hyung.. y-yo no quería decir eso, n-no, tú no, hyung... —balbuceaba en un intento desesperado por lograr que él mayor, volteara a verle. —Tú... hyung, por favor. —murmuró en súplica pero Taehyung, jamás volvió a mirarlo. En vez de eso salió en silencio, dejándolo solo en la habitación y convertido en todo un mar de lágrimas.

Eran las nueve, de una larga noche.


Eran las nueve, de una larga noche

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Trago amargo. ¡Buenas noches!
Ahora si, quedé al día.

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