0. It's such a shame for us to part (I)

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Octubre

Alba

Estoy sentada en el sillón de nuestra casa con las rodillas pegadas al pecho y lágrimas en los ojos. Escucho a Queen maullar a mis pies. La gata sube ágil al sillón y se restriega cariñosamente contra mis piernas flexionadas. A mí se me cae el alma al suelo y la casa encima. Me cuesta respirar.

Entonces oigo las llaves en la cerradura y levanto la cabeza mientras me seco las mejillas con la manga de mi jersey. Natalia está en la puerta, con la respiración agitada. Debe haber subido corriendo por las escaleras.

- Natalia, te he dicho que no quiero hablar contigo. Vete. - Siento como Natalia se acerca con cautela y se pone de cuclillas frente a mí para buscarme la mirada.

- Alba, por favor, escúchame. Te lo puedo explicar - Es entonces cuando levanto la cabeza para mirarla con los ojos llenos de furia. Ella traga saliva y se revuelve ligeramente en su posición. No soporto tenerla tan cerca, así que me levanto de golpe del sillón y Natalia pierde el equilibrio y se cae de culo a la alfombra. Que se joda.

Me mira desde el suelo y yo le clavo la mirada desde arriba.

- La única explicación aquí es que acabas de tirar siete años de relación a la puta basura, pedazo de gilipollas - Veo cómo aprieta la mandíbula y entonces reacciona, levantándose del suelo rápidamente, acortando la distancia de nuevo entre nosotras.

- No, Alba, de verdad que yo— Alarga una mano hacia mi antebrazo y yo se la aparto bruscamente antes de que pueda tocarme.

- Ah, ¿no le has comido la boca a tu ex? ¡Que os he visto, Natalia! - La empujo hacia atrás con rabia - Atrévete a mentirme a la cara

- Sí, la besé, pe—

- Pero nada. Seguro que te la has follado también, ¿a que sí? - Casi escupo la última frase, aguantando como puedo las ganas de llorar. Creo que ya entiendo por qué ha estado tan rara últimamente. - Es que te aburres conmigo, ¿es eso?

- ¿Qué? ¡No! - me grita ella, escandalizada. Su expresión solo consigue que me enfade todavía más. - ¿Cómo puedes pensar—

- Largo - Interrumpo, con la voz temblorosa. No llores, Alba.

- Déjame explicarme, por favor

- Ya me has mentido lo suficiente - Con esto me doy media vuelta y me adentro en nuestra habitación. Agarro una de las bolsas de viaje y meto un par de mudas para Natalia.

Ella me mira congelada desde el marco de la puerta.

- ¿Que— Carraspea, mirándome con los ojos muy abiertos - ¿Qué haces, Alba? - Yo me limito a lanzarle la bolsa. Natalia se queda inmóvil, de forma que la bolsa impacta contra su pecho y cae al suelo.

- No te quiero ver la puta cara más. Ni se te ocurra volver aquí esta noche - Veo lágrimas asomar en sus y una cae sobre el polo amarillo de su uniforme. Se me hace un nudo en la garganta. No es habitual verla llorar; casi nunca lo hace.

Casi me hace recapacitar, escuchar lo que tiene que decir. Casi.

- Alba, por favor. Si solo me dejaras explicar—

El sonido de su radio interrumpe sus palabras.

- Natalia - Es Miki. Debe estar con la ambulancia abajo. Entonces recuerdo que Natalia está de guardia esta noche -  Lo siento muchísimo, pero tienes que bajar ya. Tenemos un aviso

- ¡Joder! - La veo apretar la mandíbula. Me mira suplicante mientras sujeta la radio con su mano izquierda.

- Ya, Nat - Insiste Miki con firmeza. Debe ser un aviso importante, pocas veces había escuchado al desenfadado enfermero hablar con ese tono. - Lo siento - Añade el chico con un poco más de suavidad.

- Vete a trabajar - Le digo fríamente, dándome la vuelta para no mirarla más. El pecho me arde mientras intento contener un sollozo.

Natalia se acerca a mí otra vez, posando su mano tatuada en mi brazo con suavidad. Sé que quiere que me gire, que la mire, pero no puedo. Oigo un suspiro y la calidez de sus dedos abandona mi brazo. Me estremezco.

- ¡Lacunza! - Esta vez es la voz de María la que suena por la radio, urgente.

- ¡Que ya bajo, joder! - Escucho los pasos de mi novia alejarse y la puerta abrirse. - Albi - Me llama, por última vez. No te gires, no te gires, no te gires - Te quiero

Para cuando me doy la vuelta, Natalia ya se ha esfumado.

The Scientist | AlbaliaWhere stories live. Discover now