3. I had to find you

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Alba

No sé qué es, pero algo en la expresión de la pelirroja me impidió cerrarle la puerta en la cara como tantas ganas tenía de hacer.

Escucho a Queen bufar hacia la chica con recelo y yo lucho por contener una pequeña sonrisa. Esa es mi niña.

Al final termino dejándola pasar. Alicia se disculpa de forma sincera y me suplica que le deje explicarme qué es lo que había pasado. La verdad es que yo preferiría que las explicaciones me las diese Natalia, pero sigue de guardia y al fin y al cabo ya la he dejado pasar.

Nos sentamos lo más alejadas posible la una de la otra en el sofá del salón y ella me cuenta qué fue lo que ocurrió. Se disculpa una y mil veces más. Me pide que sea comprensiva con Natalia e insiste en que ha sido culpa suya y en que nada de esto era su intención.

- Bueno, Natalia es una mujer adulta - Le respondo cuando termina.

Y es verdad, Natalia tiene su parte de culpa, y se lo haré saber cuando hablemos. Pero yo ya no estoy enfadada. Ahora solo tengo ganas de verla, de abrazarla y puede que también de darle una buena colleja, por el mal rato que hemos pasado las dos.

Ya me lo puede recompensar como Dios manda. En nuestra cama. Toda la noche.

Me está empezando a entrar algo de calor y me reprocho mentalmente que no es el momento. Con Alicia aquí, sentada en el sofá de mi salón y mirándose las uñas como si tuviesen las respuestas a todas las preguntas que alguna vez se ha hecho.

Suspiro mientras me recuesto en el respaldo del sofá.

El peso que llevaba toda la noche oprimiéndome el pecho se levanta. Natalia y Alicia no tienen nada. La actitud que llevaba semanas preocupándome se debía a que me estaba preparando una sorpresa, y no a que tenía una aventura. Solo quería ser romántica, la muy boba.

Se hace un silencio profundamente incómodo y por primera vez Alicia se percata de lo que tengo entre mis manos. Vaya, ni yo me había dado cuenta de que había estado todo el tiempo sujetando la carta de Natalia entre mis dedos.

- Vaya, parece que te has adelantado. Nat pensaba dejártela en la almohada mañana para que la encontrases cuando volvieses de trabajar - Ignoro la chispa de rabia que me recorre cuando la escucho decir "Nat".

Bueno, es posible que aún esté un poquitín molesta.

- Ya que la has encontrado te lo doy a ti - Mete la mano en el bolsillo delantero de su pantalón y extrae una pequeña llave. La miro confundida - Esto - eleva la llave para enfatizar - iba con eso - termina, señalándome la carta con el dedo índice - Era el favor que me había pedido Natalia. Pero con las prisas se fue sin ello

Deja la llave sobre la mesa y se levanta del sofá, frotándose las palmas de las manos en la tela de los pantalones para a continuación colgarse el bolso al hombro.

Se nota que se muere de ganas de marcharse, y no tengo ninguna intención de retenerla. La acompaño a la salida en silencio y una vez ha cruzado el umbral de la puerta se gira

- Soy consciente de que no tengo ningún derecho a pedirte nada, pero intenta no ser muy dura con ella. Natalia te adora, y sé que tú a ella también - Me sonríe con sinceridad - Espero que tengáis mucha suerte, de verdad.

Yo asiento casi imperceptiblemente, y Alicia se marcha por las escaleras. Cierro la puerta y me apoyo contra ella y cierro los ojos unos segundos.

Cuando los abro diviso la llave que ha traído Alicia colocada encima de la mesa junto a la carta. Me entra un cosquilleo en el estómago cuando pienso en la sorpresa. ¿Qué será? ¿A dónde me llevarán las pistas que no he llegado a leer aún? ¿Para qué servirá la dichosa llave?

Se me escapa una sonrisita y me siento como una adolescente.

Me planteo terminar de leerla, porque me mata la curiosidad, pero estoy agotada tanto física como anímicamente. Además, tampoco es que pueda ir a ninguna parte a estas horas. Mañana será otro día.

Ahora, con la mente despejada, sí me veo capaz de dormir un poco así que me dirijo a la habitación.

Dejo con cuidado encima de la mesilla los dos objetos que tengo en la mano. Cojo mi móvil y programo la alarma para que suene un par de horas antes. Quiero despertarme para poder llamar a Natalia en cuanto termine su guardia. Una vez hecho esto, me dejo caer sobre la cama y me acurruco entre las sábanas.

No tardo mucho en caer en los brazos de Morfeo.

******

Natalia

- ¿Vas a volver a casa cuando terminemos la guardia? - María me observa inquisitivamente, esperando mi respuesta con la barbilla apoyada en sus manos

- No creo. - Remuevo el café que tengo entre mis manos, pero no bebo - Quiero respetar su espacio. Me dijo que no me quería ver por allí

- Bueno, pues te vienes a mi casa entonces. Le diré a Pablo que te prepare el sofá - Tengo tanta suerte de tener a María como amiga. Siempre puedo contar con ella.

- Gracias - María solo asiente. Creo que la oigo susurrar un "siempre" por lo bajo, pero no estoy segura. Nos volvemos a quedar en silencio y yo continúo dándole vueltas al café. Y a la cabeza.

Cojo aire profundamente y lo dejo ir despacio y me paso las manos por el pelo. No quiero estar aquí, lejos de casa. Quiero ver a Alba y hablar con ella y besarla. No me perdono haberla hecho llorar. ¿Cómo se ha ido la situación a la mierda tan rápido? Hoy me había levantado ilusionada y con los nervios a flor de piel. Se suponía que mañana todo lo que había planeado se pondría en marcha. Se suponía que iba a sorprender a Alba, y si todo iba bi-

- ¡Natalia! Que estoy hablando tía - El manotazo de María en el hombro me sobresalta. No sé cuánto tiempo llevo mirando un punto fijo en la pared. Me froto la zona que María ha golpeado; tiene fuerza la tía. Me vuelvo hacia ella, malhumorada.

- ¿Qué quieres?

- Que espabiles. Nos quedan cuatro horas de guardia todavía y tú eres la médico responsable. Si tenemos un aviso no puedes estar a por uvas

- Tienes razón, perdona. Es que necesito hablar con Alba, pedirle perdón. Solo de pensar que me odia... - María rueda tanto los ojos que temo que no puedan volver a su posición original.

- Pero tía, cómo te va a odiar. Está enfadada, pero la Reche es igual de incapaz de odiarte como tú lo eres de disimular

- Eh, tampoco es para tanto - No se me da tan mal, ¿no? María se carcajea.

- Mira, cariño, el sinvivir al que he estado sometida por todo el tinglao este de las cartas no está pagado. Poco mosqueada estaba Alba para lo mal que mientes, guapa - María me da una palmada en la espalda y se levanta, estirándose y haciendo crujir su espalda.

- Bueno morenaza, yo me voy a mear, si me necesitas dame un grito

Yo me río y al fin me termino el café, que está helado. Hago una mueca de disgusto. Odio el café frío, pero me hace falta la cafeína.

- Oye, Nat - María ha vuelto sobre sus pasos y se acerca a donde yo estoy sentada. Su mirada es mucho más suave ahora.

- ¿Sí?

- Ni te rayes. Eres un poco idiota, pero ella te quiere así - Me da un beso en la frente - Y yo también

- Yo también te quiero 

The Scientist | AlbaliaWhere stories live. Discover now