20. Epílogo [Parte II]

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Natalia

Tomo aire y abro la carta.

"Nat,

Perdona que me haya marchado. Si he estado igual de nerviosa durante la cena como llevo estando todo el día, seguro que me he ido medio corriendo. Pero no quiero que te asustes ni nada, solo quería que pudieses leer esto tranquila. Verás, no te he traído aquí solo para cenar, aunque creo que eso ya te lo imaginabas.

Antes de nada, si me permites, me gustaría recordarte un día en concreto, como tú lo hiciste hace años.

Hace dos semanas hicieron once meses de aquel día... Cuando Noe nos llamó de madrugada por la explosión"

- Flashback -

La columna de humo se puede ver incluso desde el hospital, y observo cómo María agarra con fuerza el volante, con la vista fija en el frente. Ninguno decimos nada.

Ya no queda mucho, así que respiro hondo e intento concentrarme. Puedo sentir a Miki a mi lado haciendo lo mismo.

Hemos llegado. El barullo de actividad y el ruido atronador me desorientan durante unos segundos. La zona cero es un absoluto caos. Las luces de los coches de policía, los de los bomberos y las de las ambulancias se mezclan mientras la gente corre de un lado a otro.

Los sanitarios corren de un lado a otro, haciendo triaje, mientras la policía acordona la zona y los bomberos aseguran el edificio. Trago saliva cuando veo a un par de bomberos salir del edificio con un herido; todavía queda gente dentro.

Miki tira de mi brazo y corremos hasta donde los compañeros están montando el puesto médico avanzado.

- ¿Dónde nos necesitáis?

El responsable levanta la mirada. Me alcanza las tarjetas de triaje y yo asiento. Mientras me marcho, escucho vagamente cómo asignan tareas a mis compañeros. Con este ruido apenas se oye nada si no gritas.

Pierdo la cuenta de a cuánta gente atendemos. Parece que por fin los bomberos han dado por terminada la búsqueda en el interior, y ahora se centran en asegurar el edificio y terminar de extinguir las llamas.

Me pongo manos a la obra, navegando erosiones leves, huesos rotos, intoxicaciones por humo, quemaduras, politraumatismos.

Pongo dos tarjetas negras durante el triaje, y tengo que esforzarme por aguantar las nauseas. Para después, me digo. Pero no tengo tiempo para pensar mucho más, porque un compañero me hace un gesto con la mano para que vaya a ayudar. De camino, paso junto a Miki y a María, viéndolos trabajar, y no puedo sentirme más orgullosa de ellos.

Mientras metemos a nuestro paciente en la parte de atrás de la ambulancia, echo un vistazo rápido y cuento cinco cuerpos tapados. Me prometo a mí misma que haré todo lo posible por que el número no aumente.

Nuestra ambulancia hace cuatro viajes al hospital para trasladar a los pacientes críticos. Solo veo a Alba la segunda vez, con los guantes puestos y unas tijeras y sutura en la mano. Cuando me ve, articula con la boca un te quiero.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero la situación está más calmada. Hemos evacuado a casi todos los pacientes críticos, y mi corazón parece que empieza a recobrar un ritmo menos frenético.

Pero entonces lo veo, corriendo hacia el edificio. El humo y el polvo todavía permanecen en el ambiente, lo que hace difícil distinguir algo a esta distancia. Miro alrededor, para ver si alguien más está viendo lo mismo que yo, pero parece ser que soy la única que se ha fijado.

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