16. Science and progress

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Natalia

Despierto de nuevo y tengo que pestañear varias veces para conseguir enfocar mi visión. María está a mi lado, mirándome con los ojos llorosos.

Una imagen de María llorando desesperada, con mi sangre en sus manos mientras trataba de taponar la herida asalta mi mente y un escalofrío recorre mi cuerpo. 

- Ya era hora, tía

Sonrío con agotamiento hacia la rubia y ella me devuelve el gesto con entusiasmo. Utiliza la manga de su chaqueta vaquera para secarse los ojos y toma una respiración algo inestable. Nunca había visto a María tan afectada, y me preocupa.

- ¿Estás bien? - Pregunto, y María deja escapar una fuerte carcajada que me sobresalta un poco.

- ¿Que si yo estoy bien? - Niega con la cabeza y yo le mantengo la mirada - Pues he pasado una semana de mierda, la verdad

Estiro el brazo como puedo y abro la mano, invitando a María a dármela. Enseguida lo hace y me da un apretón fuerte. Me remuevo un poco en el sitio; Dios, me duele hasta respirar, y no encuentro ninguna postura que me alivie. No mentían cuando decían que los postoperatorios de la cirugía torácica son muy dolorosos.

- Oye, Natalia - María llama mi atención. Introduce su mano libre en el bolsillo de su chaqueta y yo muevo un poco la cabeza para ver qué es lo que ha cogido.

María abre la mano para dejar que lo vea. Es una cajita azul de terciopelo. De pronto recuerdo que la llevaba encima esa noche, porque me daba miedo dejarlo en casa y que Alba lo viese.

- Te lo he estado guardando - Me dice, dejándola sobre la palma de mi mano. Se le arruga el entrecejo ligeramente - Tuve que ir a la joyería para que me diesen una caja nueva - Dice, con la mirada clavada en el objeto. La miro confundida.

Quizá debería haberme percatado de algo que es obvio, pero ahora mismo siento como si mi cabeza estuviese embotada y mis pensamientos ralentizados. Probablemente sea la medicación. Me muevo un poco para mirar a María a los ojos, con cuidado, tratando de no poner en alerta todas mis terminaciones nerviosas y dar un grito de dolor. Hago lo posible por concentrarme en la conversación.

- ¿Por qué? - María levanta su mirada hacia mí cuando hago la pregunta. Está muy seria y tiene la mirada ensombrecida. Se aclara la garganta antes de contestarme.

- Porque lo llevabas encima - Cuando hago un leve gesto con la cabeza para indicar que no la estoy siguiendo, María elabora - Se había... manchado de sangre

Oh.

- Lo siento - Me disculpo con sinceridad. Siento mucho haber hecho pasar a todos por esto. Especialmente a María y a Miki. Ella niega con la cabeza y me da un beso en la frente, retirándome el flequillo. 

- Te he echado de menos - Me dice con una media sonrisa. Cuando María se percata de que me estoy empezando a quedar dormida, guarda la cajita a buen recaudo con el resto de mis pertenencias para que no se pierda.

- Descansa, morena - Me anima María cuando me ve tratando de no cerrar los ojos. Y es que quiero quedarme despierta un poco más, hablando con ella. Quiero que me cuente qué ha pasado estos días. 

Pero estoy muy cansada, y cuando María pasa el dorso de su mano por mi frente me permito cerrar los ojos y relajarme. Quiero decir algo más, pero el sueño me vence antes de que tenga la ocasión.

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Alba

Dos días después, Marta Sango llega en una ráfaga de caos. Cuando María y yo la vimos hacer su entrada triunfal: bajándose de un Cabify, arrastrando una maleta gigante y caminando con decisión hacia nosotras supe que estábamos en problemas.

The Scientist | AlbaliaWhere stories live. Discover now