4. Nobody said it was easy

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Natalia

María me deja sola para ir al baño y no pasa ni un minuto hasta que oigo a Miki entrar. Tiene una botella de agua en una mano y con la otra se revuelve el pelo. Me sonríe, y justo cuando está a punto de sentarse a mi lado, la estática de nuestra radio le interrumpe.

- ¡Mari, nos vamos! - Doy un par de golpes en la puerta del baño ocupado por mi amiga cuando paso al lado y Miki y yo nos dirigimos hacia la ambulancia rápidamente.

- Joder, una no puede mi mear tranquila coño - No puedo evitar reírme cuando miro hacia atrás y veo a la rubia correr detrás de nosotros, aun abrochándose los pantalones.

Le cojo la delantera a Miki y me río - Venga, abuelos, que os quedáis atrás - Escucho la risa de Miki y, si me volviese a mirar atrás, sé que probablemente vería a María sacándome el dedo corazón.

- ¡No todos podemos medir uno ochenta, Lacunza!

Soy la primera en alcanzar la ambulancia, seguida muy de cerca por Miki. Ambos nos subimos y nos abrochamos el cinturón. Mientras María por fin nos alcanza, ponemos la ubicación que nos mandan de la central en el navegador.

- Dios, como odio hacer ejercicio - Se queja María, abrochándose el cinturón y encendiendo el motor. María interrumpe mi carcajada dando un acelerón y obligándome a agarrarme al asiento. Será cabrona.

Miki nos mira divertido, y con las luces y la sirena encendida, nos ponemos en marcha a toda velocidad. María conduce como una loca, lo cual es muy bueno para los pacientes, porque solemos llegar en tiempo récord, pero muy malo para mi estómago.

Recuerdo como, en uno de nuestros primeros turnos juntas, le pregunté a María por qué se había hecho técnico en emergencias, me respondió que era "Para poder hacer conducción temeraria sin que la poli me empapele".

Yo me había reído entonces, pensado que era una broma. Ya no estaba tan segura.

Por lo menos no hay prácticamente tráfico por la hora. Es lo único bueno del turno de noche. Intento centrar mis pensamientos en el aviso.

Mujer, 28. Politraumatismo provocado por caída desde un primer piso. Está consciente pero no orientada. No es capaz de dar una descripción clara de lo sucedido ni de la gravedad de sus heridas.

Trato de ordenar en mi cabeza todo lo que necesitaremos para la intervención al recordar la breve descripción que nos había dado la operadora del 112. Por una vez me alegra que María conduzca como una puta demente. 

La causa más frecuente de este tipo de sucesos es el intento de suicidio, pero algo no me cuadra. Si quería quitarse la vida, ¿por qué tirarse de un primer piso? Tal vez haya sido un accidente.

La operadora nos confirma entonces que ha perdido contacto con la víctima. Nos informa de que ella no ha colgado, por lo que asume que ha perdido la conciencia. Mierda. Escucho a mis compañeros maldecir por lo bajo.

No tengo mucho más tiempo para cavilar porque María frena súbitamente, apagando la sirena pero dejando las luces encendidas - Ya estamos, se supone que es aquí

Hemos parado delante de un bloque de pisos, pero no vemos a nadie desde donde estamos. La calle está especialmente oscura y me fijo en que hay varias farolas que han dejado de funcionar. Miki se acerca la radio a la boca para hablar con la operadora - ¿Sabrías indicarnos en qué lado de la fachada estaba la ventana? Desde aquí no la vemos. 

- No ha llegado a decirlo. Solo nos ha dicho que se ha caído y que no se puede mover. He intentado tranquilizarla pero no ha sido capaz de decirme nada más que eso. Lo siento, chicos. Lo único que tenemos es la ubicación que sacamos de su teléfono. 

The Scientist | AlbaliaWhere stories live. Discover now