10. You don't know how lovely you are

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Alba

En el reverso de la carta lo que encuentro es la letra de una canción. Leyendo el primer verso es más que suficiente para saber de qué canción se trata. La Llorona, de Chavela Vargas.

Es una canción muy ligada a un recuerdo en concreto, así que no es difícil saber a dónde dirigirme a continuación. Mientras camino por las calles abarrotadas del centro de Madrid reviso por enésima vez mi teléfono. María me ha estado mandando mensajes informándome de que todo está igual, que no me preocupe y que por favor descanse.

Suspiro aliviada. No sé cómo reaccionaría si María me llamase para decirme que algo malo ha pasado. Recuerdo, con el estómago revuelto, su llamada de hace unos días.

Ligeramente apaciguada, me subo al autobús que me lleva directo al parque del Retiro. Cierro los ojos y apoyo la cabeza contra el cristal durante el trayecto, y cuando me doy cuenta ya es hora de bajarme.

Siempre me ha encantado el Retiro; es un oasis en medio del barullo y la contaminación de la capital. Unos minutos de caminata y llego hasta donde estoy segura que estará la siguiente carta.

Paso justo al lado del puesto de crepes, el cual compruebo con alegría que sigue exactamente en el mismo sitio que hace años. Cruzo una mirada con el dependiente, que me observa con interés, rascándose la barbilla. Por un momento se me pasa por la cabeza que quizá me ha reconocido, pero es muy poco probable.

Enfrente del puesto encuentro el banco de madera que buscaba. Sin ninguna prisa, me acerco; está un poco más desgastado, pero sigue ahí, donde siempre. Me dejo caer en él, y me permito tomar una bocanada del aire más limpio que se puede encontrar en pleno Madrid.

Paso las manos por la parte de abajo del banco, de la misma forma en que lo hice con la cajonera del pupitre en el instituto, y... ahí está. Sonrío otra vez. Cada vez que encuentro una de estas siento como si Natalia estuviese conmigo, y no a un millón de kilómetros como cada vez que aprieto su mano en la cama del hospital y no recibo ningún tipo de respuesta.

Aparto esa imagen de mi cabeza y trato de centrarme en desdoblar el papel que tengo entre mis manos.

"Hola, Alba

Seguro que te acuerdas de la primera vez que tú y yo nos sentamos aquí. Por esa época ya llevábamos varios años siendo amigas, y nos habían tocado las prácticas en el mismo hospital.

Me acuerdo con mucho cariño de esos días, ¿sabes?

La ilusión de empezar a hacer medicina de verdad, más allá de la teoría. De ver y tratar pacientes de verdad. Era la parte que más me gustaba de la carrera, pero también ponía las cosas en perspectiva. Te obligaba a enfrentarte a la realidad y a entender que el sufrimiento y la muerte son parte de la vida."

Soy muy consciente de a dónde quiere llegar Natalia. En esa época, en planta estaba ingresada Margarita. Casi todo el hospital la conocía, porque llevaba ya mucho tiempo entrando y saliendo del hospital, y todo el personal le tenía mucho cariño. De origen mexicano y a sus 81 años, era como una abuela para todos nosotros.

Recordarla me remueve algo por dentro.

----- Flashback -----

Alba

Me ajusto el fonendoscopio que llevo al cuello mientras me dirijo hacia la habitación 431. Acabo de terminar mi horario de rotación, y como casi todos los días, voy en dirección a la habitación de Margarita para hablar un rato con ella y hacerle compañía antes de marcharme a casa.

The Scientist | AlbaliaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon