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Tenía más de un año sin probar sangre humana.

Quizá eran cinco y no uno. Quizá era un mes y no un año. Cuando se era inmortal la diferencia entre una década y un siglo se difuminaba con facilidad.

No ayudaba el no tener nada que hacer además de ver el atardecer.
Tenía pasatiempos, claro que sí, no se podía pasar más de tres siglos solo observando la caída del sol,  pero pintar, escribir y jugar con un demonio no ayudaban a marcar el tiempo, pues bien podría estar una semana pintando y no notarlo.

De cualquier forma, Edogawa tampoco estaba siempre. Él amaba viajar, conocer humanos y darles conocimiento.
Dazai no entendía por qué hacía eso, los humanos nunca le agradaron del todo y al volverse vampiro se convirtieron en comida.

Aunque su mente se burlaba con frecuencia recordándole que su esposa reencarnaría como humano al igual que su hijo y él también había sido humano.
Naturalmente, ignoraba el pensamiento.

Tan aburrido estaba que había empezado a jugar con sensei, un gato que Edogawa había llevado hace un par de días.

¿La razón?  Según los humanos los gatos alejaban demonios, un hombre lo regaló al buen Ranpo (hombre de conocimientos y gran comportamiento)  porque había ayudado en la prosperidad de su pueblo.

Decir que ambos seguían riendo cada que veían al gato está de más.

ーMío ー susurro Edogawa mientras  tomaba al gato y le acariciaba.

ー Se supone que estabas en el pueblo,  ayudando como buen ciudadano que eres. ー pronunció Dazai, no sin burla mientras se levantaba. Estaba ya acostumbrado a ver aparecer y desaparecer a Ranpo.

ー Tengo un asunto más importante aquíー contestó mientras se sentaba en una silla. Dazai le siguió ー Además, si fueses un mejor ciudadano tendrías a tu propio gato.

ー¿Quitarme a tu gato está entre esas? ー reprochó mirando con resentimiento cómo el gato ronroneaba, a él nunca le ronroneaba.  Luego añadió ーYo FUI un buen ciudadano, les salvé más veces de las que merecían. Y ya ves que pasó.

ー Te los comes. ー rebatió con tono infantil.

ー Tu así lo impusiste.

ー Yo no...

Antes de que continuaran discutiendo vieron a alguien acercarse. Estaban bastante lejos pero sus sentidos desarrollados les ayudaron a distinguirle.
Edogawa sonrió y Dazai sintió curiosidad.

Quien se acercaba era igual a él.
Hasta ese momento no había conocido a otro vampiro y tampoco había deseado hacerlo, eran instintivamente territoriales, por lo que debía tener una fuerte razón para ir.

El vampiro era acompañado por dos seres que cargaban una carroza:
Un sirviente de sangre (Dazai no había tenido uno pero Ranpo le había dicho como funcionaba)  y un licántropo. Al ver al segundo hizo un gesto de desagrado. Odiaba a los licántropos.

Con la elegancia y soltura que los de su especie tenían, el vampiro se acercó a paso lento y seguro.
Dazai salió a recibirles cuando ya estaban a 30 metros. Se recargó a la pared y esperó con Ranpo a su lado.

Una vez estuvieron frente a frente los subordinados bajaron la carroza y se hincaron.  El vampiro, solo realizó una inclinación y rápidamente se irguió.

ー Mi nombre es Fyodor Dostoyevsky. Soy el primero de nuestra especie y vengo en paz.

Ranpo rió y Osamu le miró, juzgando la veracidad en sus palabras e intentando leer la mente ajena.

ー Entre brujos no se leen la mano, agradecería no intentes entrar en mi mente.ー susurró Fyodor y las risas de Ranpo aumentaron.

Dazai encogió sus hombros y cruzó los brazos.

ーOsamu Dazai, aunque eso debes saberlo ya. ¿Qué te ha hecho venir aquí?

ー¿Deseas tratar temas de interés aquí afuera? ー preguntó con fingido asombro y una sonrisa forzada.

ー No hay nadie que pueda escucharnos y el demonio junto a mi es bastante especial sobre quién entra ーRanpo asintió y no pasó desapercibida para ninguno la mueca que Fyodor hizo. ーSi deseas hablar tendrás que hacerlo aquí.

Sin mayor opción, carraspeó y miró a su alrededor.
ー Vengo a pedir un tratado de paz.

ー Hasta ahora no hemos tenido problemas, no veo por qué es necesarioー habló con indiferencia pero sin perder de vista ningún movimiento ajeno.

ー Acabaré con todos los licántropos de tu territorio, pero no tocaré a los humanos. Si tu deseas mantenga a salvo a alguien lo haré, pero espero no intervengas en ninguna de mis acciones.

Dazai le miró sorprendido.

ー¿Por qué lo harás?  ー preguntó con un tono serio.

ー Una manada ha atacado a uno de mis servidores y le ha convertido en uno de los suyos, la manada pertenece a este lugar.
No voy a permitir toquen mis cosas.

Era verdad que ellos no permitían tocaran sus cosas, pero llevarlo al límite de acabar con una manada era diferente. Además, siendo solo un vampiro los riesgos eran demasiados.

ー cof cof amantes cof cof ー fingió una tos Ranpo y Fyodor le miró molesto.
Dazai sonrió con malicia, entendiendo lo que sucedía.

ー¿Y por qué crees que lo permitiré?  Después de todo, puedo obtener un pago por parte de ellos si les prometo protección ¿Qué me darás tu?

Fue el turno de Dostoyevsky para sonreír.
ー Te daré lo que más deseas.  ー y dicho esto chasqueo los dedos.

El licántropo se levantó y fue a la carroza.
Abrió la puerta y sacó a un chico.
Le cargó con sumo cuidado y caminó hacia Dazai que, si hubiese tenido un corazón, estaría latiendo desenfrenadamente.

Al llegar frente a él se arrodilló y recostó al chico sobre el pasto, a los pies de Dazai. Luego se alejó y se colocó nuevamente detrás de Fyodor.

Dazai le miró,  con los iris de sus ojos color vino y sus colmillos fuera.

ー Si necesitas ayuda, no dudes en pedirla.

.
.
.

ーMi Freya...  ーsusurro suavemente Dazai una vez Fyodor desapareció.

Sentía un nudo en la garganta, sus manos temblaban y las ganas de reír y llorar al mismo tiempo eran demasiado fuertes para contenerlas.

Se hincó en el suelo y, como si temiese romperle, acarició con las yemas de los dedos el rostro del menor.
Rozó las pálidas mejillas, los ojos que, aunque estaban cerrados, juraba eran azules,  los labios delgados y casi rojos.

Pasó al cabello, naranja rojizo, como lo recordaba pero más corto y ahogó un sollozo al sentir el palpitar del corazón recordando cómo siempre que volvía, Freya le abrazaba y calmaba con solo escuchar su corazón.

Enlazó la mano derecha ajena con la propia y rió al ver como se acoplaban una con la otra; como acto reflejo tocó su dedo anular, acariciando el anillo que antaño había sido muestra de su matrimonio y no pudo quitar.

ーSu nombre es Chūya ahora. ー le dijo Ranpo con una sonrisa sincera.

ーChūya...ー pronunció con cariño volviendo a acariciar su rostroー Le queda perfecto.

Una lágrima resbaló por su ojo pero no le importó. Sin mayor opción soltó su mano y le levantó, recargó el rostro de Chūya en su pecho sonriendo como hacía siglos no hacía y se encaminó a una de las habitaciones.


Samsāra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora