IX

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Cuando Chuuya despertó estaba solo. O eso creyó al inicio pues a los pies de la cama se encontraba Dazai, mirando por la ventana el atardecer.

Al removerse Dazai volteó para mirarle, sus ojos brillando con melancolía y algo de felicidad. Era la primera vez que Chuuya veía la felicidad en esos ojos.

-Tu cabello, Chuuya, es como el amanecer. Tus ojos como el cielo.

Chuuya sintió sus mejillas sonrojar. -Tus... tus ojos son como la tierra.-Dazai le miro con curiosidad mientras empezaba a reír. -¡Como la noche! Quise decir como la noche.

-¿Dices que soy tan oscuro como la noche? ¿Y peligroso? Pero debes saber, Chuuya, que incluso la noche tiene el brillo de la luna.

-No era eso lo que decía y, definitivamente, no sé a qué te refieres.

-No necesitas saberlo aún, Chuuya, por ahora solo debes terminar de prepararte, partiremos ya.

Asintió mientras se sentaba, restregó sus ojos para despejarse y al pasar sus manos por su cabello para ordenarlo notó su estaba trenzado. Dazai debió hacerlo mientras dormía. Antes de poder quejarse, sintió como Dazai tocaba su pie.

-¿Qué haces? - preguntó balbuceando.

-Te ayudo con tus botas. - respondió de forma simple.

¿Por qué los dedos de Dazai quemaban en su piel?

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-¿Cómo? -preguntó Chuuya asombrado mirando a Ezequias que parecía tan emocionado como él de verlo de nuevo.

-Solo tuve que desatarlo... Y mostrarle tu camiseta para que, al olfatearla, me siguiera. ¿Seguro que no es un perro? -preguntó y Chuuya rió, sin dejar de acariciarlo.

-Es mejor que un perro. Te lo puedo asegurar.

-Y yo te creo. Ya ha anochecido, sígueme, Chuuya.

Antes de poder preguntar vio como Dazai desaparecía de su vista. Un silbido le hizo mirar al frente, a unos 100 metros, Dazai le hacía señas con la mano.
Sonrió mientras montaba a Ezequias. El caballo no tardó en correr tras Dazai.

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-¿Llegamos?- preguntó a Dazai al verlo detenerse frente a una casa grande y bastante separada de todas.

-Sí. Es aquí donde viven esos animales.-murmuro alguien de forma despectiva tras él. Chuuya se giro rápidamente y se encontró con unos ojos color púrpura, al igual que los de Dazai tenían un tinte rojizo, mas no transmitían la melancolía de Osamu, sino conocimiento y odio. Chuuya pensó en lo familiar que le resultaba.-Rompe sus cuellos, cazador. Aún no es luna llena así que serán lentos.

-Nosotros iremos al frente, ustedes nos cubren- mencionó Dazai y al voltear para mirarlo, Chuuya notó al chico junto a él.

Tenía el cabello largo y con la poca luz que había pudo distinguir era albino. Sus facciones eran delicadas, sin duda un hombre guapo.

-Nikola Gogol.- Se presentó, Chuuya recordó lo que Dazai dijo sobre alguien convertido en lobo. Debía ser él.

-Chuuya Nakahara.

-Y yo soy Fyodor, si ya han terminado... Empecemos.

Nakahara quiso responder, más Fyodor ya estaba tirando la puerta mientras reía.

Antes de que entrara Dazai coloco un brazo frente a él, dejando a los otros dos una ventaja de al menos un minuto. Después bajó su brazo y entro dejando atras a Chuuya. Suspiró preparándose para lo peor, más al entrar la vista fue diferente a lo esperado.

Samsāra Onde histórias criam vida. Descubra agora