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Después de lo que sucedió Ranpo supo que Dazai iría a su alcoba.
Convivían juntos desde hacía más de un siglo y ya se imaginaba que estaría haciendo:

Estaría tirado en su cama, con la pintura de Freya en sus manos, lamentándose.

No tocó la puerta, solo entró.
Tal como imaginaba, estaba en su cama. Al vampiro no pareció sorprenderle verlo ahí, ni siquiera se movió.

ー Él no es mi Freyaー murmuró con pesar, sin apartar la mirada del retrato.
La mujer era idéntica a Chūya aunque la falta de color hacía difícil notarlo.

ー No lo es. ー confirmó.

ー Él me odia.

ー No te conoce, no puede odiarte. Como todo humano, rechaza lo que desconoce. Es tu trabajo mostrarle nada es lo que parece.

ー Me odia. Odia a todos los que son como nosotros. ー repitió, girando sobre si, hundiendo su rostro en los cojines.

ー Eres demasiado dramático. Ya te lo dije,  no te odia.

ー ¡Y no me ayudas! ー se quejó levantando el rostro .ー Un hombre puede ser dramático si el amor de su vida lo rechaza.

ー No eres un hombre. ー recalcó, Dazai gritó aunque el sonido fue amortiguado por la almohada. ー Tampoco eres Shuji, el esposo de Freya. Eres Osamu Dazai y él es Chūya Nakahara.

Osamu se levantó, pensativo. Ranpo decía la verdad, él ya no era más un humano y ella no era más ella, sino un nuevo ser. Que fuese la encarnación de Freya no significaba sería igual.

ー¿Puedes conseguirme la ropa?

.
.
.

ー¡Chuuuya!

El grito le hizo levantarse de golpe. Había estado a punto de quedarse dormido.

ー¿Qué? ー contestó de mala manera.

ー Voy a pasar. Más te vale no arrojarme ningún otro cuchillo. ー antes de poder contestar Dazai estaba abriendo.

El vampiro venía sonriendo, traía un paquete entre las manos. Sin preguntar o pedir permiso subió a la cama, situándose frente al pelirrojo.

ー¿Qué es eso? ー preguntó con genuina curiosidad.

ー Es para tí. ー contestó sonriendo. Luego extendió el paquete.

Chūya lo tomó y desenvolvió. Una camisa blanca fue lo primero que vio. Los bordes tenían runas con costura dorada.
Debajo unos pantalones negros y ropa interior.
Lo que más le sorprendió fue que era la típica ropa de un cazador, con la que se presentaban al ser convocados por la iglesia. Era una vestimenta que pocos conocían y difícil de encontrar.

ー¿Cómo?

ー Sus ropas no han cambiado desde que empezaron a dar trabajo a cazadores. Fue fácil recordarlas. También... Pedí esto para ti. ー extendió su mano, entregándole un estuche algo gastado que Chūya reconoció rápidamente, era una bolsa de piel, hecha para portar cuchillos sagrados. ー creo que necesitas una.

Le miró atónito. ¿Qué debía decir ahora?

ー No es necesario digas nada,  Chūya. Si quieres bañarte, tengo un cuarto de baño en mi alcoba. Siéntete libre de usarlo.

Dicho eso, se levantó y le sonrió. Luego salió de la habitación.

ー Ni siquiera sé dónde está su habitación...ー se quejó, aunque la sonrisa de su rostro no desapareció.

.

ー¡Chūuuya! ¡Hora de cenar! ー el grito le hace saltar en su lugar y cortarse. Se encontraba limpiando sus cuchillos, la interrupción de Dazai le asustó. Antes de poder contestar la puerta es abierta y en menos de un segundo tiene al castaño frente a él, mirando su mano por la que corre un delgado hilo de sangre.

Le mira molesto, dispuesto a reclamar pero al observar los ojos de Dazai se detiene. No le miran con devoción como antes, ni siquiera con tristeza. No hay emociones en su mirada, son los ojos de un cazador,  las pupilas dilatadas, el color rojo sobre poniéndose al café, los labios curvados en una sonrisa afilada.

Siente su piel erizarse e instintivamente cubre su mano dañada con la otra. Dazai le mira sin mirar aún. Estira su diestra y con un dedo recoge una gota que está por resbalar de sus manos. Atónito observa cómo lleva su sangre a la boca. La sonrisa se extiende y suelta una risita que le provoca pavor. Más rápido de lo que su vista puede captar, Dazai se inclina y separa sus manos, ambas manchadas de sangre.

Aunque la mano derecha no está cortada ahora también tiene esta manchada, Dazai la lame. Su lengua se mueve lentamente, sin apartar la mirada de sus ojos. Después pasa a la izquierda, que no ha dejado de sangrar.

Chūya ha perdido la intención de negarse, desea volver a sentir la cálida lengua del vampiro sobre su piel, inconscientemente extiende su mano, Osamu ensancha su sonrisa, cierra los ojos y sin demora lame la sangre. Algo dentro de Chūya despierta, desea que siga lamiendo y no se aleje.

Dazai le mira nuevamente, sus mirada sigue dilatada pero hay algo más en ella: deseo.
Empieza a besar su mano y un suspiro escapa de sus labios, pasa su lengua entre los dedos y Chuuya cubre su boca, es un acto demasiado simple, aunque también demasiado morboso.
Dazai continúa, esta vez subiendo, besa su muñeca, y luego la lame. Los colmillos de Dazai aumentan su tamaño, pero a él no le importa. Está disfrutando demasiado aunque no ha hecho más que tocar y lamer su mano.

Vuelve a mirarle, esta vez pidiendo permiso, el pelirrojo asiente. Cuando esta por morderle algo golpea a Dazai en la cabeza.

Este se levanta rápidamente y mira molesto atrás, Ranpo le ha arrojado un libro.

ー La cena se enfría. Cubre esa herida, cazador.

Las mejillas de Nakahara se sonrojan, antes de que pueda decir algo Dazai se ha marchado.

ー No puede... Gustarme un vampiro. ー murmura, aún en shock.

Su corazón late acelerado. Recuerda la forma en que Dazai le miró y niega con la cabeza. La piel de su mano donde Dazai ha lamido y besado arde.
Obedece a Ranpo y cubre su mano con sus guantes. No tiene otra cosa con qué cubrirlo.

Cuando baja los dos están sentados, esperándole. Su mirada se cruza con la de Dazai, este le guiña un ojo, pero no dice palabra alguna.

Samsāra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora