Capítulo 3 "Gran consuelo"

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Gran Consuelo


¿Alguna vez sintieron que todos los miraban? Y que de repente te sientes como una extraña o un ser de otro mundo.

Ya saben, un extraterrestre, un unicornio o alguien que simplemente tiene algo de comida en el rostro.

Bueno, creo que ahora se lo que se siente.

Tres palabras: No.es.agradable.

Me siento una rata de laboratorio.

¿Y que hice? ¡Nada! Solo lo que normalmente haría. Tomar el bus.

Todo iba bien, me despedí de mi madre y mis hermanos para luego correr al bus. Entonces ¿qué sucedió? Bueno, siempre creí que solo en las películas, las personas al ver a otra se callaban para luego empezar a murmurar.

Teoría rota, en la vida real también son unos indiscretos.

Me dirijo a mi asiento con lentitud, sintiendo las miradas en mí y escuchando los murmullos mientras me señalan. ¿Sus madres no les enseñaron que señalar es de mala educación? Bueno, a mí sí, y si mi madre viera que estoy haciendo eso seguro me hala de las orejas.

Pero eso no importa. Sacudo mi cabeza sentándome y saco rápidamente un espejo. ¿Tengo algo en la cara para que me señalen? ¿El bigote del zumo?

Me veo pero no tengo nada extraño.

Bufo guardando el espejo. No entiendo que pasa. Sonrío y alzo mi mano en un saludo cuando veo que Trina se sube pero ella no me devuelve la sonrisa y mucho menos el saludo. Es más, hace una mueca y se va a otro puesto.

Auch. Eso...dolió.

Bajo mi mano desconcertada, los demás me ven y otra vez empiezan a murmurar. Me doy la vuelta viendo a la ventana, incomoda y confundida por tantas miradas.

Trina y yo vivimos a dos casas por eso al entrar a la escuela ella fue de gran ayuda. Fue mi primera amiga. Nos conocimos de manera un tanto...peculiar.

Le arroje un balón a la cabeza por accidente, el golpe la mando al suelo y empezó a llorar. En mi defensa, estaba enojada con aquel niño que me decía que no sabía jugar fútbol y que era una chueca. Lance el balón en un intento de hacerle creer lo contrario que no resulto nada bien y como consecuencia obtuve: Una niña llorando y que él se burlase porque efectivamente, era una chueca al patear.

Él la ayudo pero ella me hizo una mueca cuando yo la ayude. Eso me pareció algo injusto, claro, yo la bote al suelo pero la estaba ayudando. A él le regalo una sonrisa y a mí una mueca.

La misma mueca que me había regalado a penas se subió al bus.

Nunca habíamos vuelto a tener una situación parecida. Y siempre que le pedía disculpas decía que no importaba, que al contrario la había ayudado.

¿En qué? Ni idea. Pero cuando le preguntaba siempre me cambiaba de tema y se ponía extraña, así que decidí dejarlo ir y no volver a preguntar.

Paso mis manos por mi cara frustrada. No entiendo a qué vino su actitud, ni su cambio de puesto. Al conocernos de tanto años íbamos juntas en el bus.

Al menos hasta ahora.

¿Qué te sucede Trina?

La miro de reojo, ella me ve fijamente con el ceño fruncido. Incomoda viro la cabeza rápidamente y suelto un bufido dejando caer la cabeza contra mi mochila al escuchar los murmullos volver.

Genial, esto definitivamente no pude ponerse peor.


***

Te enamoraréWhere stories live. Discover now