Fiebre Navideña
Navidad, no hay nada como comprar un árbol de navidad tras descubrir que tu perro lo ha roto. Y es que, no le tomamos importancia cuando un día vino con una rama. Debimos haberle puesto atención, así no estuviera tirando un trineo de cosas esperando para comprar un árbol.
Hubieran visto el grito que pego mi madre al entrar al sótano y ver ramas por todos lados. Pregunto quién lo había hecho y resulto que Hailey cuando estaba haciendo su trabajo bajo al sótano para buscar unas cosas, se le olvidó cerrar la puerta. Supongo que ahí entro Golum.
Encontró el árbol y le vio tan solo que le quiso dar amor. Pero amor pastuso.
Porque aquel árbol terminó mordido, babeado y despelucado.
Así que el sábado nos obligó a madrugar e ir a comprar un árbol nuevo. Aunque la mujer ha sido astuta, porque se ha aprovechado de la situación y de paso está comprando más cosas.
Por esa razón cada cierto tiempo trae más cosas al carrito, que solo hace de ponerse más pesado. Y que por cierto nadie se ofrece a empujar. Así que al estar mi madre enojada me ha dicho que yo lo haga y no he podido contradecirla. Amo a esa mujer pero cuando se enoja de verdad da algo de miedo.
Por esa razón me encuentro por los pasillos llevando un pesado carrito, que si le toman foto seguro se parece al mismísimo trineo de Santa Claus. ¡Hay muchas cosas! Tantas que temo chocarme y que todo se esparza por el suelo.
Sería muy agotador recoger todas las cosas.
Aunque lo más difícil de esto, es tener que cuidar también de Ben. Quien está muy curioso sobre todo lo que ve. ¿Quién puede culparlo? En cualquier parte que veas parece salido de un cuento de hadas por lo luminoso y...a quien engaño parece de cuentos porque por donde quiera que vea hay un elfo navideño.
Además han armado algunas casas navideñas y esta genial, demasiado. Por lo que Ben a cada rato parece querer ir hacia allá.
Capaz cree que estamos en donde vive Santa. O solo yo, inocentemente pienso eso y el solo está fascinado con el lugar.
Lo veo tocar un árbol y mover sus bombillos. Cojo su mano y niego, él hace un puchero pero asiente y va hacia otro lado. Lo sigo y de paso distraídamente veo por los lados.
Pasado mañana es navidad. ¿Cómo pasan rápido los días, verdad? Y aterra ver cómo pasa todo tan rápido. Aunque también el miedo viene de que mi carta sea rechazada, o aceptada. Cualquiera de las dos opciones era igual de aterradora, porque ambas significaban lo mismo.
Y en algún momento tendría que decirle a Cooper sobre eso.
Aunque...ya tenía todo pensado estoy sintiéndome ansiosa. Tal vez ya es hora de...
La risa de Hailey me saca de mis pensamientos y alzo la cabeza. Ambas vienen riendo. Supongo que se le ha pasado el enojo.
-¡Te lo digo enserio mamá! De verdad quiero un muñeco de esos.
-Hailey estoy considerando seriamente tu salud mental.
-Pero si te estas riendo.
-Es una risa nerviosa.
-Una risa es una risa.
-Estás loca. No te compraré uno de esos.
-¿Qué cosa no le compraras?-pregunto cuando llegan y ponen más cosas en el carrito.
Siento que se me descompone el rostro. Más peso.
-No quiere cómprame un muñeco vudú-dice haciendo una mueca.
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