Capítulo 15

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El jeep se comía los kilómetros que separaban la zona de salto del hotel de Ana.
Adam... o Aaron cambió de marcha y tomó una curva cerrada para salir del cañón, haciendo rechinar los neumáticos.

—Así que vuelves al hotel... ¿Tiene algo que ver con la tipa del traje que gritaba como una loca en el puente?

—Mimi no grita.

—Artie dijo que tenía unos buenos pulmones. Y a punto estuvo de saltar él mismo cuando la vio sacar el arma.

—¿Sacó un arma? —preguntó Ana, horrorizada.

—Sí, pero tú ya habías saltado. La tipa... Mimi... maldecía mejor que
cualquier sargento del ejército, según Artie.

—¿Cómo lo sabes?

—Artie me lo dijo desde el puente cuando la tipa se marchó en su coche. Dijo que tal vez viniera hacía nosotros.

—Tal vez —murmuró ella, pero ni siquiera Mimi podría cubrir la distancia en coche tan rápido como ella había saltado.

Aun así, se sorprendió de que sus vehículos no se encontraran en el cruce a la salida del cañón.

—¿Esa Mimi es tu novia o algo así?

—Algo así.

No dio más detalles y su rubio conductor se encogió de hombros, respetando su intimidad.

—¿Quieres que le diga a Artie que no aceptarás la oferta para unirte a nuestro equipo?

—Si no te importa... —dijo ella, sorprendida por su perspicacia.

—Claro que no. ¿Vas a necesitar transporte en la ciudad? —le preguntó mientras entraban en el aparcamiento del motel.

Ana se puso rígida al ver un Jaguar negro aparcado frente a su habitación.

—No, no creo que sea necesario, pero gracias de todos modos.

El jeep se detuvo junto al Jaguar.

—Parece que tu «algo así» se nos ha adelantado. ¿Quieres que entre contigo?

Ana no pudo evitar una sonrisa. Aún quedaba gente buena en el mundo, aunque su propia familia estuviera dispuesta a venderla por alguna especie de alianza política.
Se giró hacia él y le puso la mano en el brazo.

—Gracias, Aaron...

—Adam.

Lo siento —se disculpó ella con una mueca.

—No pasa nada.

—De verdad te lo agradezco, pero estaré bien, no le preocupes. Mimi no está aquí para hacerme daño —al menos, no físicamente.

—De acuerdo. Buena suerte, Ana. Y si alguna vez necesitas trabajo, no dudes en volver con nosotros. Artie se ha quedado impresionado contigo... Y yo también —el interés que brillaba en sus ojos era inconfundible, pero Ana no sintió ninguna reacción femenina.

No había sentido nada desde hacía ocho años, cuando descubrió que no era más que un trabajo para Mimi Doblas. Desde entonces lo había intentado con todo su empeño, pero era como si su libido se hubiera apagado y no encontrara el interruptor para volver a encenderla.
En algunos aspectos, la falta de atracción sexual por los hombres con los que había salido le había hecho la vida más fácil. No había vuelto a sufrir y había tenido mucho más tiempo y energía para dedicarse a otras cosas.

Se inclinó hacia Adam y lo besó en la mejilla.

—Gracias.

Él giró la cabeza y le devolvió el beso... en los labios. No fue un gesto agresivo ni ella se sintió amenazada, pero tampoco sintió otra cosa. Le sonrió y agarró su bolsa del asiento trasero para salir del todoterreno.

La princesa y la guardaespaldas (Warmi)Where stories live. Discover now