Capítulo 17

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-¿Qué quieres decir con que fue compensado? ¿Lo sobornaste para que hiciera la vista gorda?

Ana se puso rígida por la afrenta.

—Pues claro que no. Jamás se me ocurriría atentar contra la integridad moral de una persona. Me encargué de su compensación después de que lo despidieran.

—Igual que te encargaste de que encontrara trabajo.

—Exacto.

—¿Esperas que me crea que, después de haber fallado estrepitosamente a la hora de vigilarte, no tuvo problemas en conseguir un trabajo mejor?

—Todo depende de lo que entiendas como «mejor». Descubrí que a Roi no le gustaba ser guardaespaldas, pero no se veía capaz de hacer otra cosa desde que abandonó el ejército. Lo animé a que retomara los estudios cuando no estaba de servicio. Cuando llegó el momento de separarnos, estaba lo suficientemente cualificado para aspirar a un trabajo más acorde con sus aspiraciones. Y contaba además con una buena carta de recomendación.

—Una carta que tú le diste, supongo.

—Sí.

—Vaya...

Podría parecer sarcástica, pero nada más lejos de la realidad. Estaba
impresionada. Ana no sólo se había preocupado de conocer a su guardaespaldas, sino que había elaborado un plan de emergencia y todo.

—¿Cuánto tiempo estuviste planeando la huida?

—Lo creas o no, no lo tenía planeado. Roi decidió dar el salto al mismo tiempo que yo. De todas formas tenía pensado animarlo a que cambiara de trabajo.

—Eres toda una activista social, ¿eh?

—Has leído mi ficha, así que debes de saber la respuesta.

—Tu ficha dice que trabajas para un grupo ecologista y que te pasas las horas libres colaborando como voluntaria en un centro para adolescentes que se han escapado de casa.

—Técnicamente ya no trabajo para la organización ecologista.

—Puedes ayudar mucho más como princesa —le dijo Mimi. Necesitaba creérselo.

Ana no sería su princesa si no tuviera sus ideales de justicia y solidaridad.

—¿Lo dices para que me sienta mejor ante la perspectiva de mi inminente secuestro?

—Nadie va a secuestrarte.

—¿Ah, no? ¿A mi padre no le importaría que me marchara? ¿Y tú no me seguirías?

Mimi se sintió invadida por la culpa y por una furia irracional, pero consiguió mantener su voz tranquila y serena.

—Sabes que sí.

Ana se limitó a mirarla como si todo estuviera dicho.

—Tu padre está preocupado por tu seguridad —dijo Mimi—. Lo que hiciste no fue inteligente.

—Mi padre sólo se preocupa de que cumpla sus órdenes —replicó Ana, cruzando los brazos bajo sus pechos turgentes—. Y en cuanto a lo que hice, ya hemos hablado de esto... Si nadie sabe quién soy, nadie podrá suponer una amenaza para mí seguridad.

—Si tan segura estás, tengo varios informes policiales sobre mujeres agredidas que podrías leer.

—Oh, vamos... Todos vivimos en el mismo mundo, y el noventa y nueve por ciento de esas mujeres no tienen guardaespaldas.

—Tú no eres como esas mujeres.

—¿Qué me hace diferente? —preguntó Ana.

—Eres una princesa. Te criaste en un entorno privilegiado.

La princesa y la guardaespaldas (Warmi)Where stories live. Discover now