Capítulo #3

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»La habitación... «


Dadas las tres de la tarde en la ciudad de Italia, el cielo comenzaba a tomar un color diferente, las personas comenzaban a transitar mas las calles. Las trillizas bajaron del auto de la mayor cuando este aparcó frente a su casa, Gabriella se quedó una rato mas allí afuera, Melissa se adentró a la casa (no sin antes encender un cigarrillo y llevárselo a la boca) mientras que Bethany (al estar dentro de su casa) se adentró a la cocina a preparar algo para comer, estaba mas hambrienta que nunca y eso la asustó de cierta forma. Ella no era alguien energética, ni divertida, ni siquiera alocada como para agradar a los demás. Ella solo era común ante los demás, alguien con unos principios y propósitos fijos, de buen camino, para con su futuro. Nunca fue alguien amorosa, aunque ella creía (en lo mas profundo de su ser) que amaba a su novio, si, lo amaba. Aunque no conociera con exactitud el significado de esa pequeña (pero significativa) palabra, para ella amar, era querer a alguien locamente hasta el cansancio, un querer digno de ambas partes. Pero aun no lograba asimilar dicho sentimiento.

Cuando su pasta estuvo lista, se sirvió un poco  y subió a su habitación. Al entrar observó aquella habitación rustica, llena de peluches de todo tamaño color y diseño, adornando su cuarto, una pequeña mesa (en la cual hacia sus dibujos), un armario adherido a una de las paredes de su habitación, un pequeño sofá en forma de dona luciendo en una de las esquinas de esta, su (algo pequeña) cama, su estad de zapatos, un pequeño estante de libros, y un hermoso masetero adornado por una bella flor morada en uno de los bordes de su ventana. Aquel pequeño lugar le traía un sin fin de recuerdos vividos, pasados y felices de su infancia. Pero detrás de todo aquello también había algo que la hacia llorar cada noche, era su lugar de desahogo, un lugar en que el tiempo no corría, en el que se perdían las cosas buenas, pero que el dolor reinaba.

Cada noche de sus pesados días lloraba, lo hacia por los recuerdos en su mente. Lloraba hasta mas no poder, no sabia si era hasta que las lágrimas cesaran o si era que sus ojos al igual que su cuerpo se deshidrataba de tanto llorar. Sumida en sus pensamientos ella no fue consciente a la hora de tomar asiento en la mesita frente a la ventana, tampoco fue consciente de cuando tomó el lápiz y comenzó a trazar un dibujo sobre el papel en blanco que reposaba sobre la misma. Solo fue consciente de cuando terminó aquel hermoso dibujo que reflejaba una rosa incrustada en la mano de una persona, la cual desconocía su significado, el de ambos realmente. Ella normalmente dibujaba inconscientemente, pero a través de estos reflejaba sus emociones, sus deseos e inclusos sus impulsos. No lo entendía pero así era normalmente su forma de actuar estando sola. Era algo inevitable, era un acto reflejo, y todo esto era provocado por los pensamientos que ella tenia para con sus adentros. 

Al darse cuenta del hermoso dibujo que había creado meneó la cabeza y se colocó en pie, le dio otro vistazo a la habitación y, con ese ultimo pensamiento y visión durmió plácidamente.

Sin darse cuenta que no había tocado bocado alguno...

🍀🍀

///G///

Al observar su reloj por quinta ves se dio cuenta de que ya era muy tarde como para seguir esperando, con mucho aire en sus pulmones y una cara de derrota, Gabriella Anderson se levantó de su asiento, salió del salón y se adentró a los largos (y amplios) pasillos de la universidad, esos donde había pasado tres años recorriendo en su gran totalidad, esos donde corrió para no quedar fuera de clase mas de una ves en su estancia allí. Eran las tres con treinta minutos de la tarde, al darse cuenta de que su compañera (muy irresponsable) de estudio no tenia intenciones de pasarle el informe del supuesto trabajo que tenia para la otra semana, pensaba hacerlo sola ya que ella (su compañera) siempre hacia las cosas sola, sin su ayuda, y eso la irritaba.

Gabriella era muy inteligente, ella era la mas alta en nivel académico de las tres hermanas, tenía capacidades intelectuales muy altas y eso la hacia una nerd de cierta forma, pero gracias a su belleza y cuerpo fue aceptada en el grupo de lo populares en su campo estudiantil, fue ahí donde conoció a Falcó Goretti, actualmente su novio, él era la clase de chico que ella buscaba: alto, esbelto, con ciertos tatuajes en su piel, tes blanca, cabellos color chocolate, ojos verdes, con algo de barba en su cara, y con un aura de chico malo. Claro estaba que él también se fijaría en un bien partido como lo era ella. Si, tuvieron ciertas complicaciones en el proceso pero su noviazgo comenzó una mañana de clases donde él se lo propuso, frente a toda la universidad, arrodillado, con un ramo de rosas rojas en las manos. Ella (como toda mujer) no pudo resistirse a tal cosa, lo aceptó con gusto y hasta entonces ellos están juntos. Actualmente llevan dos años de relación, si es mucho tiempo lo se. Pero si una persona quiere a otra, las cosas (o el querer) se expanden.

Al salir de la universidad, se encontró a su novio con un cigarrillo en los labios y (recostado sobre su moto) cruzado de brazos. Él siempre la esperaba ya que era dos años mayor que ella, estaba en un nivel mas alto. Y debido a eso, tenían horarios distintos. Al verla tiró el cigarrillo al suelo y se acercó para saludarla con un fuerte abrazo. Si, era alguien muy afectivo, atento, elegante, inteligente, adinerado... y esos eran los atributos que poseía (y, que gracias a ello las chicas lo buscaban con frecuencia), él sin dudas era el novio perfecto. Ella lo recibió con la misma efusividad, inhalando profundamente al sentir su perfume caro, entrar por sus fosas nasales.

–Vamos. –se separó un poco de él y besó su nariz. – las chicas deben estar en el café.

–¿No puedo llevarte yo? –su acento italiano se marcó al hablar.

Falcó era originario de Italia al igual que Matthew y Hanna. En cambio las trillizas eran Españolas, nacidas en España y, debido al trágico incidente para con su padre, su madre pensó que era mejor llevarlas lejos del dolor. Y así lo hizo, tiempo después del luto las cuatro se mudaron a Italia donde se instalaron con facilidad gracias a que su tía Liviana (la hermana de su madre) vivía ahí desde hace un tiempo.

–No Falcó. –tomó su mano y comenzó a andar. – Sabes muy bien que tengo que llevar a mis hermanas.

Él suspiró en derrota y la siguió hasta que ambos entraron al local de siempre. Allí se encontraron a Hanna, Matthew y a Bethany en una de las mesas del centro. Gabriella frunció el ceño y se acercó.

–¿Donde está Melissa? –preguntó y todos la observaron.

–Hola cuñado. –Beth saludó a su novio esquivando la pregunta de su hermana mayor.

Ciao Bethany. –su vos era muy varonil al hablar en italiano.

Matthew lo saludó con un asentimiento de cabeza y Hanna con una agitación de mano. Según el era parte de su pequeño "grupo familiar" si es que así podían llamarle. Dado que Hanna y Melissa estaban solteras hacían falta integrantes en el grupo. Aunque dudasen de la segunda chica ya que nadie la conocía con profundidad, su vida privada (ni siquiera sus hermanas).

–¿Donde está Mel? –su hermana mayor preguntó una ves mas.

Todo se quedaron en silencio al no saber la respuesta, también por miedo ya que ella era muy recta, sobre protectora y enojada (en algunas ocasiones) con sus hermanas. Pero a pesar de eso no era por miedo su silencio sino mas bien por que no habían sabido nada de ella apenas entrar a sus clases. Gabriella se frotó las sienes en cansancio. Casi siempre era lo mismo. Sacó su celular y, cuando estaba a punto de llamarle la puerta de la cafetería se abrió provocando que la campanita hiciera eco por todo el lugar y que los presentes en la mesa la observaran con alivio. Gabriella se volteó sobre sus pies y observó a una Melissa sonriente pero esto no duró mucho al ver el rostro de su hermana mayor en el lugar.

Estaba en problemas, y lo sabía...

Nunca lo olvides.Where stories live. Discover now