Capítulo 3

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Cinco años después.

Una galleta china predijo su futuro la noche de su cuarto aniversario. El crujido al romperla y el anillo escondido en su interior aceleraron el corazón de Harry, encogiéndose después en regocijo cuando consiguió alzar su mirada hacia él, y le encontró sonriéndole.

—Harry Styles —Elliot tomó una de sus manos y la apretó, acariciándola con el pulgar mientras pronunciaba las palabras que Harry tanto había estado esperando —. ¿Quieres casarte conmigo?

Los diálogos de su película favorita reproduciéndose en la televisión frente a ellos ya ni siquiera se escuchaban, porque su cabeza era incapaz de no repetir en bucle la propuesta de su novio.

Harry no reaccionó al principio, unas lágrimas de felicidad acumulándose en sus ojos dijeron todo lo que no consiguió expresar con palabras. Rodeó el cuerpo de su novio, atrayéndole a él y escuchándole reír alegremente en el abrazo.

Elliot le separó para mirarle, atrapando sus mejillas entre sus manos y secando suavemente con su pulgar las lágrimas que resbalaban por ellas.

—¿Eso es un sí?

—Sí —asintió, soltando una risa torpe y, nada más consiguió salir de su estado de trance, se inclinó para besarle entre lágrimas de alegría y sonrisas tontas.

Elliot agarró el anillo que Harry había estado apretando en su mano con fuerza todo este tiempo y volvió a tomar su mano, esta vez para deslizar la joya de plata por su dedo anular, posando un beso en ella después.

Esa noche, dejaron que la comida china que habían pedido se enfriara sobre la mesita de café, y que la televisión encendida solo sirviese para iluminarles mientras hacían el amor sobre el sofá de la que había estado siendo su casa durante los últimos dos años.

Había llegado a pensar que Elliot no quería casarse con él y simplemente no tenía el valor para decirle que todas las indirectas que había estado mandándole a lo largo de los últimos tres meses no le servirían de nada. Indirectas tales como dejar sospechosas búsquedas sobre anillos de compromiso en el historial del portátil de su novio, o sus infinitos comentarios casuales sobre lo bonita que había sido la boda de Megan Markle y el príncipe Harry.

Estuvo a punto de rendirse y muchas veces se sintió un poco imbécil, porque sabía que Elliot captaba todas y cada una de sus indirectas y sin embargo solo sonreía, negaba con su cabeza y después cambiaba de tema.

Pero ahora estaban realmente comprometidos, y Harry pudo asumirlo del todo cuando Elliot alegó que sería una buena idea organizar una reunión en el club de golf para darle la noticia a todo el mundo.

Le dijo que una fiesta cargada de personas no era necesaria, que se conformaba con una simple cena junto a los padres de ambos en algún restaurante bonito, pero Harry sabía que Elliot amaba el club de golf, así que simplemente aceptó.

Concertaron un encuentro para la siguiente semana, Harry ya presumía el anillo en su dedo por todas partes e incluso había comenzado a utilizar su mano izquierda más que en toda su vida solo para que la plata destacase frente a los ojos de quien la viera.

Era domingo por la mañana y se encontraba frente al espejo de su habitación, abrochando una extravagante camisa hawaiana de colores llamativos. Su pelo corto estaba húmedo y cuidadosamente peinado hacia atrás, secándose al aire mientras trataba de decidir si hacer uso o no de esas botas doradas que tanto amaba.

Entonces escuchó la voz de Elliot tras sus espaldas.

—¿Vas a ir así vestido? —cuestionó, una mirada de desaprobación cruzándose con la de Harry.

Vegas LightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora