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Después de un rato, MinSeok había terminado de comer el delicioso Donkatsu que había pedido, junto a su panquecito de mermelada de arándanos y el ice americano.

Hace muchísimo que no había comido tanto, sabía que tal vez le dolería el estómago por glotón, pero eso no era lo que le preocupaba; si no que, fue el hecho de pensar que pudo subir un poco de peso justo con esas comidas, tenía miedo porque Changmin siempre controlaba cuánto pesaba, de manera exacta, enviando a especialistas para medirlo a diario cada tarde, ahora tendría que hacer mucho ejercicio hasta perder las calorías consumidas o tendría una reprimenda por parte de esas personas, así como estaba seguro que le informarían al mayor de inmediato y éste se enojaría.

A pesar de todo, no se arrepentía de haberlo consumido. Esa comida estaba sumamente deliciosa. El ejercicio era lo de menos.

Por otro lado, JongDae no había dejado de admirarlo. El aura que desprendía de niño pequeño disfrutando sus platillos favoritos era una fase nueva que veía del rubio, no iba a perdersela ni por un segundo. Era un tonto enamorado, que le gustaba admirar todos los pequeños detalles de la persona frente a él. Grabaría en su mente éste recuerdo junto a otros más.

—¿Qué tanto me miras desde hace un rato? —Le preguntó MinSeok sacándolo de su ensoñación. Fue descubierto, pero bueno, no es como si hubiese disimulado de todas formas.—Ni siquiera te has terminado tu café.

—¿Te gustó la comida? —Recibió un asentimiento por respuesta.—Eso me alegra, ahora vámonos, quiero llevarte a un lugar algo lejos de aquí.

—Pero aún no terminas tu...

—No se me antoja mucho—Lo interrumpió.—deseo más probar otra cosa.

—¿Qué quieres probar?

—Tus labios, otra vez.

El de ojos bonitos no pudo evitar sonrojarse y bajar el rostro para no darle satisfacción al otro de ver lograr su objetivo, que era avergonzarlo. Se levantó de su asiento y le dijo que lo esperaría afuera, saliendo después rápidamente del lugar. El calor y la situación lo estaban invadiendo de sobremanera, necesitaba urgente el aire fresco de la noche.

El castaño rió por lo bonito que le parecía hacerlo sonrojar, no lo detuvo porque también le gustaba darle su espacio.

Pagó la cuenta de todo y le agradeció a los empleados del restaurante por su arduo trabajo. Se apresuró un poco a salir hacia su auto, donde MinSeok se encontraba recargado, esperándolo.

Lo invitó a pasar nuevamente, y una vez que el menor estuvo en su lugar, él se metió al auto para acomodarse también en su asiento.

—¿Listo para tu pequeño descanso?

—No sé de qué hablas, pero no estoy listo, debo regresar al bar, los clientes deben estar furiosos, hoy tenía programados algunos bailes privados por los que pagaron una buena cantidad de dinero.

—Lo siento, pero no te llevaré allá.—Le contestó un poco cortante mientras estaba atento a su camino al manejar. A pesar de saber sobre su trabajo, le molestaba un poco imaginarlo con otros hombres siendo demasiado seductor, a la vez le preocupaba que se sobrepasaran con su bonito ángel.—Iremos fuera de la ciudad, mañana antes del anochecer regresaremos.

Danza De ángel [ChenMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora