Capítulo 7.

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—Justin, acércate —le ordenó Jareth al niño, acompañado de un ademán con el dedo.

En ese momento, Justin, que se encontraba muy entretenido jugando en el agujero con los goblins, se puso de pie, y corriendo con pasos un poco torpes llegó hasta el Rey de los goblins, el cual se hallaba sentado en el majestuoso y extraño trono.

—¿Me llamaba? —dudó el pequeño, esperando haber complacido al rey.

Jareth asintió, antes de alzar la voz:

—Emily, ven aquí.

La chica, sentada en flor de loto en una esquina de aquel peculiar salón, puso los ojos en blanco al escuchar la orden por parte del monarca. Emily detestaba que le mandaran que hacer, y por un segundo pensó en no atender al llamado de Jareth. Sin embargo, después de soltar un suspiro hondo, se levantó y caminó hasta el trono; si Emily podía aceptarlo, Jareth le daba algo de miedo y por ello decidió que lo mejor era no hacerlo enfadar.

—¿Sí? —inquirió Emily.

Jareth la miró, y después dirigió su atención al niño.

—Justin —comenzó—, ahora que tu hermana se reunió con nosotros, ¿podrías decirle qué piensas tú del castillo?

—¿Esto es un castillo? —preguntó Justin, asombrado.

Jareth rio. Pudo hacerlo burlón, por el desconocimiento del niño, o divertido por el asombro de éste.

—Así es —respondió el monarca—. Estás en el castillo de la Ciudad de los goblins.

—¡Vaya! —Justin miró a los alrededores, boquiabierto.

—Entonces, ¿le dirías a tu hermana lo que opinas de estar aquí? —repitió Jareth.

A Justin también lo ponía nervioso Jareth, pero después pensó en lo bien que lo estaba pasando en su castillo y contestó:

—Bueno... pienso que estar con los goblins es muy divertido. Podría jugar con ellos todo el día.

—Me doy cuenta —Jareth sonrió.

—Justin —habló Emily, y su hermano dirigió su atención hacia ella—, ¿no te gustaría que regresaramos a casa?

Al escuchar la pregunta de su hermana, Justin reflexionó por unos segundos. Sí, extrañaba su casa pero la estancia en el castillo del Rey de los goblins no estaba tan mal.

—Depende —después, se dirigió al monarca—: ¿Señor?

—Llámame Jareth —dijo éste.

—Bueno, ¿Jareth? ¿Aquí...? ¿Aquí hay escuela?

—¡Por supuesto que no! ¡Sólo juegos y diversión!

Los ojos de Justin brillaron, y también su rostro se iluminó al escuchar las palabras de Jareth. Después, recordó la pregunta de su hermana, y se apresuró a responder:

—Entonces no volveré a casa, Emily.

—¡Justin, tenemos que regresar! —exclamó Emily, desesperada ante la contestación de su hermano menor.

—¡Nunca! —gritó Justin, antes de volver al hoyo a jugar con los goblins.

—¡Justin! —Emily estaba mortificada. Como su hermano no quería regresar a casa, se sentía sin apoyo y así, nunca vería su hogar nuevamente.

—¿Lo ves? —Jareth interrumpió los pensamientos de Emily, y ésta hizo coraje en silencio.

De pronto, el Rey de los goblins se puso de pie.

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