Capítulo 23.

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Jareth chasqueó los dedos y un goblin pequeño se apareció delante de los adultos. Éste se sentía algo confundido y asustado. Nuevamente, Sarah no comprendía la situación.

—¿Q-qué...? ¿Qué sucede? ¡Deja de jugar, Jareth! —habló Sarah, extrañada.

En ese instante, el pequeño goblin se incorporó, vio a Sarah directamente y habló:

—¿Mami?

Un nudo se formó en la garganta de Sarah, y las lágrimas abundaron en sus ojos.

—¡JUSTIN! —exclamó la mujer, antes de lanzarse hacia su hijo convertido en goblin, y abrazarlo fuertemente.

—Mami, ¿por qué estás llorando? —preguntó el pequeño, devolviéndole el abrazo a su madre.

Sarah continuó sollozando, y se rehusó a soltar a su hijo. ¿Por qué lo había hecho Jareth? ¿Acaso era consecuencia de haber llegado tarde? Por lo visto, había cumplido su promesa de convertir a Justin en goblin. ¿Habría pasado lo mismo con Emily?

—¿No te da gusto verme, mami? —cuestionó Justin, mirando a los ojos a su madre.

—C-claro que me da g-gusto, cariño —respondió Sarah, entrecortada—. P-pero no así... No como goblin, cielo.

Justin miró a su madre y notó la tristeza profunda que le provocaba el hecho de que se hubiera transformado en un goblin. También entendió, que siendo un goblin, no podría verse como el tierno niño que siempre había sido. Ahora, él estaba arrepentido.

—Jareth —habló Justin, y el rey centró su atención en él—. Ya no quiero ser un goblin.

El monarca soltó una carcajada sonora.

Al observar la escena delante de él, Toby comprendió que él también había cometido el mismo error. Ser un goblin no era algo que se tomara a la ligera.

—Su majestad, creo que yo tampoco me siento cómodo así —dijo Toby.

Jareth soltó otra carcajada, dió un par de pasos y habló:

—Eso debieron pensarlo antes, jóvenes. Es una acción que ya no puede revertirse, por lo que ésta será su existencia definitiva.

—¡No! —suspiró Toby, cubriendo su rostro.

Por otro lado, Justin empezó a llorar y se refugió en los brazos de su madre, y ésta intentó reconfortarlo acariciando su espalda. Entonces, pensó en su primogénita.

—¡¿En dónde está Emily?! —cuestionó Sarah, molesta y angustiada.

—¡Ah, claro! Me olvidaba de la revoltosa —mencionó Jareth divertido—. Tengo que decirlo, Sarah. Durante este corto tiempo, descubrí cuál de tus hijos heredó tu temperamento.

—¡¿En dónde está mi hermana?! —insistió el niño, asustado.

—¿Sabes, Justin? Tú eres un niño afortunado. Ser un goblin no es nada malo para un niño bueno y dócil como tú. En cambio, a los problemáticos no les va tan bien —Jareth soltó una risita burlona.

—¿Qué hiciste con Emily? —persistió Toby mortificado.

El Rey de los goblins apareció una esfera de cristal en sus manos, jugó con ella y habló:

—Atrápenla —Jareth lanzó la esfera de cristal, y Justin se apresuró a tomarla antes de que impactará en el piso.

—¡EMILY! —gritó el pequeño.

Sarah y Toby estaban confundidos. Entonces, Sarah prestó atención al cristal que sostenía su hijo menor, Toby se acercó a su hermana y a su sobrino, y ambos comprendieron todo.

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