Capítulo 14.

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La gran selva había terminado, y había dado paso al camino común del laberinto.

El clima cambió radicalmente de soleado a nublado, y con ello una extraña señal se presentó delante de ellos: un camino cerrado.

La única opción que les quedaba a Sarah y a sus amigos era cruzar la puerta frente a ellos; una gran puerta negra en la que se leía una inscripción que decía: "Cuando el ciclo de vida termina, aquí queda eternamente".

—¿Qué es esto? —cuestionó Sarah—. ¿El purgatorio del laberinto?

—No. Nada de eso, Milady —dijo Sir Didymus.

—Entonces, ¿qué es?

—El cementerio del laberinto —respondió Hoggle—. El cual no debería estar aquí.

Fue así que los cuatro amigos recordaron que Jareth había cambiado el laberinto, y seguramente la locación del cementerio estaba incluída.

—¿No podemos regresar? —dudó el enano.

—Me temo que no, Sir Hoggle —contestó Sir Didymus.

Sarah notó los escalofríos en Ludo, el temor en Hoggle y la incertidumbre en Sor Didymus.

—Bueno, si este camino es el único que tengo para ir a rescatar a mis hijos, lo haré —anunció Sarah, dando un paso hacia adelante.

—Esperad, Milady —pidió Sir Didymus. Sarah paró, miró hacia atrás y vio al pequeño caballero avanzar hasta ella antes de decir—: Iré con usted.

—También yo —anunció Hoggle, dando un paso.

Después de dudarlo por cinco segundos, Ludo caminó hasta donde estaban sus amigos y dijo:

Ludo acompaña amigos.

Cuando todos estaban juntos, Sarah abrió la puerta y todos pasaron por ella.

Después de que hubieran avanzado unos cuantos pasos, la puerta a sus espaldas se cerró de golpe.

Como si el cementerio fuera una tierra distinta, el cielo había oscurecido y la temperatura había bajado considerablemente. Por otro lado, las innumerables lápidas y la hierba seca le daban al lugar un toque más lúgubre.

De pronto, la risa malvada de Jareth se escuchó fuertemente alrededor del cementerio y, posteriormente, un trueno cayó sobre la tierra.

—¿Pero qué--? —Sarah no pudo terminar la pregunta, ya que se quedó sin palabras.

Los cuatro presenciaron como, de las lápidas, comenzaban a salir los esqueletos y cadáveres de cientos de goblins, los cuales empezaron a perseguirlos.

De pronto, Sir Didymus dejó de correr, se detuvo a encarar a los goblins muertos y desenvainó su espada.

—¡Aléjense, monstruos! —exclamó Sir Didymus, apuntando con su arma.

De pronto, uno de los goblins se acercó al pequeño caballero, y éste no tuvo otra opción que atravesarlo con la espada.

—¡Ja! ¡Lo vencí! —exclamó Sir Didymus, victorioso.

Entonces, el goblin se quitó la espada del pecho y la tiró al suelo.

—¡¿Qué?! —El caballero no daba crédito a lo que veía.

—¡Están muertos, Sir Didymus! —explicó Sarah, que había visto la escena, mientras escapaba de unos cuantos goblins—. ¡No puedes acabar con alguien que ya ha muerto!

Sarah encontró una pala cerca de una de las tumbas, y comenzó a golpear a los goblins muertos que se le acercaban; Hoggle corría, tratando de esquivar a sus enemigos; Ludo derribaba a los muertos que se le acercaban; y Sir Didymus seguía blandiendo su espada, para intentar asustar a los cadáveres y esqueletos.

De pronto, comenzó a sentirse un calor abrasador. Cuando Sarah volteó para buscar respuestas, se topó con el gigantesco dragón grisáceo con el que se habían encontrado hace unos instantes.

La majestuosa bestia se encontraba lanzando fuego hacia los goblins; el dragón estaba rescatando a Sarah y a sus compañeros.

Cuando la mayoría de los goblins se hallaban achicharrados y otros huían, el dragón descendió hasta la tierra y con un movimiento de su cabeza, señaló su lomo. Sarah comprendió lo que el dragón quería decir.

—¡Rápido, chicos! ¡Suban! —indicó la mujer.

En menos de un minuto, Sarah subió al lomo del dragón, seguida por Hoggle, Sir Didymus y Ludo.

Cuando todos estaban bien acomodados en un lugar, el dragón se levantó y emprendió el vuelo, para abandonar el cementerio.

En ese momento, Sarah cerró los ojos y se aferró al cuello del dragón, y sus amigos soltaron alaridos de miedo.

Al alejarse de aquel sitio, el cielo volvió a verse azul, las nubes surgieron y el sol brilló nuevamente; la temperatura también se elevó.

—Te lo agradezco mucho —le dijo Sarah al dragón, inclinándose hacia él para que pudiera escucharla.

El dragón se limitó a asentir.

—¿Crees que podrías llevarnos al castillo? —preguntó la mujer.

Al escuchar la petición, el dragón miró hacia otro lado, sacudió la cabeza e hizo un ruido parecido a un bufido. Sarah pensó que tal vez el dragón odiaba o le temía a Jareth, lo cual no le sorprendería.

—Entiendo —dijo ella—, entonces, ¿podrías llevarnos lo más cerca que puedas de la Ciudad de los goblins?

El dragón asintió, y después aceleró su velocidad.

Cuando Sarah sintió como su cabello bailaba con el viento, comenzó a reír alegremente; volar era una sensación inexplicable e increíble. Ludo y Sir Didymus también reían, ya que estaban emocionados, y Hoggle se mantuvo en silencio y comenzó a inhalar y exhalar aire profundamente, para evitar marearse.

Al mirar desde arriba como todo se veía tan pequeño, y al sentir más viento en el rostro, Sarah se soltó poco a poco del cuello del dragón y extendió los brazos hacia los lados; ya no tenía miedo a caer, y menos cuando veía a las aves volar cerca de ellos.

La mujer se sintió libre y emocionada, sin embargo, pensó que aquella hubiera sido una mejor experiencia si la hubiera compartido con Emily y Justin; sintió que volar en un dragón les habría encantado.

Ludo miraba el cielo maravillado, Hoggle seguía intentando frenar sus náuseas y Sir Didymus se emocionó al ver los pájaros en el cielo. Entonces, el caballero exclamó:

—¡Volaré como mis amigas las aves!

Sir Didymus se puso de pie sobre el lomo del dragón, y se impulsó con un salto para caer y viajar solo por el cielo.

Pero su sueño terminó antes de iniciar, ya que Ludo lo tomó de la camisa y volvió a acomodarlo frente a él. Sarah y Hoggle se percataron de aquel gracioso número y comenzaron a reír, y el dragón dibujó en su rostro lo que parecía ser una extraña sonrisa.

Return to the Labyrinth | LabyrinthWhere stories live. Discover now