Capítulo 20

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Estoy harta. Salí de la escuela sin importar nada ni nadie. Es un jodido cliché está dimensión.

- Emily, espera - la voz de Mateo me hizo desacelerar el paso. - ¿Estás bien?

- no funcionó, no estoy bien. - traté de mantener un tono de voz normal pero quería gritar de frustración. - aparte la maldita de Summer sigue siendo un zorra en esta dimensión.

- ¿Por qué te molesta tanto? - preguntó finalmente.

- ¿Recuerdas ese asunto más importante que yo que le surgió a Alan? - él asintió - Pues el asunto es Summer

- Lo lamento, no lo sabía. Trataré de mantenerme lo más alejado de ella si eso es lo que tanto te molesta.

- No, perdón. - me relajé, tengo que pensar también en él -Si ella te gusta no te detengas por mi.

- No me gusta - dijo enseguida - aquí entre nosotros ni siquiera me agrada, pero tengo que fingir, ¿Recuerdas que nadie debe de saber de nuestra relación secreta? - comentó con gracia haciéndome reír.

- tienes toda la razón, nuestro amor es prohibido aquí, como el de Romeo y Julieta - le seguí el juego

- de verdad esperó no terminar como ellos

- Espera un segundo, hay que hacer lo que queramos. No estamos en nuestra dimensión y nada de lo que suceda aquí no afecta a nosotros realmente, hay que amoldar está dimensión a nuestro gusto - propuse

- No lo sé, ¿No crees que les afecte a nuestros yo de esta dimensión?

- ¿Qué importa? Si ellos están en nuestro lugar estoy segura que no están siguiendo nuestras reglas. Vamos, será divertido - insistí

- ¿Y qué es lo que quieres hacer? - cedió finalmente con una sonrisa traviesa.

- Pues no lo sé, hay mucho que quiero hacer pero hay una cosa que necesito cambiar más que nada - dije con malicia

- ¿Y esa cosa es...? - mi sonrisa se agrando y tomé su mano

- sígueme

Comence a caminar y él sin preguntar nada más me siguió.

Comienzo a creer que en esta dimensión el oro no tiene tanto valor como en la mía
Las aceras y los postes estaban hechos al parecer de oro. Los únicos colores que he visto es el blanco, dorado y el verde de las plantas y árboles. Muy hermoso todo.

Afortunadamente el camino a mi nueva mansión no es tan complicado, solo cambió la ubicación a una casa después de lo acostumbrado.

- ¡Emily, no! - Mateo pareció entender lo que quería hacer.

- ¡Mateo, sí! - comenzó a resistirse pero aún sostenía su mano y no podía alejarse - será divertido

- Por favor, no sabemos que podría pasar, las cosas se pueden descontrolar. - dijo con un poco de miedo.

- No es la gran cosa, vamos - insistí mientras tiraba de su mano y sin tener otra opción comenzó a avanzar.

El gran portón supongo también de oro se abrió en los primeros 5 segundos que estuvimos frente a el. Nos adentramos en el gran jardín que no dejaba de sorprenderme.

- Mi casa está genial, pero la tuya la supera por mucho - mencionó Mateo sorprendido

- Me desmaye al ver éste jardín... Bueno básicamente fue por ver a Orlando cómo mi chófer pero da igual, este lugar tuvo mucho que ver en mi desmayo.

Subimos los escalones de mármol y empuje la gran puerta dejando a la vista el gran pasillo que da hacia el comedor.

- Señorita Emily, joven Mateo no pueden estar aquí ahora. Sus padres están en su oficina - dijo Rebeca dirigiéndose a mi - si los ven juntos enloqueceran.

Mateo volteó a verme sorprendido por ver a Rebeca con el uniforme de sirvienta, yo solo levanté los hombros con indiferencia.

- ¿podrías indicarme dónde se encuentra la oficina de mis padres?

- ¿Que planea hacer? - preguntó angustiada.

- Enloquecer al mundo - hoy es mi primer día aquí pero ya me metí en el papel de esta Emily, no puedo creer que reprima su amor por culpa de sus padres y que para el colmo básicamente ya la hayan comprometido con Alan.

- ¿Está segura de querer hacer esto?

- Completamente - afirmé

- De acuerdo, siganme.

Rebeca se giró y avanzó, yo volví a tirar de la mano de Mateo y comencé a seguirla. Entramos a la sala y se dirigió a una puerta gris, nos detuvimos justo en frente.
Un pequeño aparato resaltaba del lado derecho que al parecer la mantenía cerrada si no se introducía un código.

Rebeca dió tres ligeros golpes a la puerta y la voz de mi madre se escuchó a través  del pequeño apartó.

- Diga

- La señorita Emily solicita hablar con ustedes - dijo Rebeca un poco nerviosa

La puerta de abrió después de unos segundos y todos retrocedimos un paso por la sorpresa.

- ¿No deberías de estar en la...? - su pregunta quedo a medias cuando sus ojos se posaron sobre Mateo, que se encogió un poco al instante. - ¿Qué hace él aquí?

- Necesito hablar con ustedes - dije firme. Esta pelea me la tomaré lo más personal posible.

Mi papá apareció atrás de mi mamá.

- Vamos a tomar asiento - dijo mi papá con calma.

Mateo se encontraba a mi lado y mi padres frente a nosotros, el silencio y la tensión abundaban en la sala.

- Y bien, ¿Qué querías hablar con nosotros? - rompió el silencio bruscamente mi mamá.

- Quiero que acepten mi relación con Mateo y que se olviden de que me voy a comprometer con Alan. - Mi mamá soltó una risa sarcástica.

- Ni lo sueñes - se levantó he iba a empezar a alejarse pero la detuve

- Es mi decisión, no les estoy pidiendo permiso solo que la acepten y me dejen en paz - mi mamá detuvo sus pasos.

- Alan puede ofrecerte mucho más que este muchachito

- Quizá pueda ofrecerme más financieramente pero no podrá darme lo que yo necesito y eso es amor.

- ¿Quién necesita amor en este mundo? Lo importante es el dinero, no vas a vivir de amor - dijo exasperada y entonces la pelea si la comencé a sentir personal.

- Prefiero vivir en la pobreza que con un marido de que engaña con una cualquiera así como lo hace mi papá - me puse de pie y Mateo me imitó. El rostro de mis papás reflejaba confusión - ¿Creen que soy estúpida? No se necesita de mucho tiempo con ustedes para ver cómo los dos se ponen incómodos con la presencia del otro.  Y es más que lógico que mi papá te fue infiel, ¿Eso es lo que quieres para mí? Una vida de mierda con alguien al que no le importa engañarme con la primera que se le crucé en frente.

- ¡Cierra la boca! - el grito de mi mamá me sorprendió, nunca me había hablado así. - No sabes de lo que estás diciendo. Tu padre nunca me ha engañado.

- ¡Deja de ocultarlo! Ya lo sé, su matrimonio nunca funcionó realmente y por la culpa de mi papá todo se fue al demonio.

Él solo miraba el suelo completamente en silencio.

- Tú padre no me engañó, entiendelo. ¡Yo fui la que lo engañó! - soltó de pronto completamente enfurecida.

En esta y otras vidas másWhere stories live. Discover now