Capítulo 31

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Abrí los ojos de golpe y los cerré de nuevo, la luz de el sol era muy potente. Esperé unos segundos y los volví a abrir lentamente, cuando finalmente se adaptaron miré a mi alrededor esperando ver cosas extravagantes o un enorme pony en el centro de la habitación, pero no había nada de eso, al contrario todo parecía... normal. 

Retiré la sabana que cubría mi cuerpo dejando al descubierto una pijama azul de osos polares, las paredes de la habitación eran blancas y el techo azul. Miré a la derecha y una foto mía junto con mi chikistrikis se encontraba en mi buró. Todo es exactamente igual a mi habitación, ¿acaso estoy en mi casa realmente?

Me levante de prisa y corrí hasta mi calendario de chicos guapos sin camisa y mire la fecha, sólo tres días estaban tachados de Marzo así que quiere decir que es domingo 4 de Marzo, ¡justo como debía ser! ¡Domingo 4. No viernes 3, no jueves 3! 

¿Será posible? 

Salí disparada por la puerta y recorrí el pequeño pasillo. Comencé a reconocer todas las fotos que estaban colgadas en el: mí mamá y yo. Mí mamá, Orlando y yo juntos sonriendo. Mi sonrisa creció más al ver la foto donde esta mí mamá con un vestido blanco saliendo del altar junto a Orlando, ¡joder, sí! 

- ¡bebé! - llamé a mi gran perro cuando estuve en la planta baja y en el momento que escuche sus patas apresuradas por el piso de madera sentí que lloraría de emoción. Al verlo venir rápidamente, me puse de rodillas y mi enorme perro me derribó completamente y comenzó a lamer mi cara emocionado - te amo, mi amor. No me volveré a separar de ti - le dije mientras acariciaba su suave pelaje. 

- Deja a tú perro pulgoso y ven a desayunar - la voz de mi mamá me emocionó aún más, me levanté del suelo y camine a la puerta de la cocina con mi perro siguiéndome, me detuve ahí a mirar el marco de la puerta. En la parte de abajo se notaban unas lineas y números representando mi estatura de cada año que pasaba. Definitivamente este es mi hogar.

- ¿A que hora llegaste anoche? - pregunto Orlando antes de darle un gran trago a su café. La mirada de mi mamá me intimidó un poco.

- Llegue exactamente a la hora - le di un corto abrazo por la espalda y los dos me miraron extrañados. Yo normalmente no le daba abrazos a Orlando a menos de que fuera obligatorio y nunca me moleste en ocultar esa verdad - los quiero mucho a los dos, de verdad

- ¿Sucede algo? - cuestionó intrigado Orlando 

- Sí - lo mire - sucede que nunca te agradecí por darnos esta vida a mi y a mi mamá. Apesar de que yo siempre fui indiferente y ¿por qué no? tambien una mal agradecida porque apesar de que no soy tu hija biológica  te has esforzado mucho para ser el padre que necesito... gracias por eso - los ojos de Orlando se llenaron de lágrimas. No puede ser, el gran hombre estricto y aparentemente no sensible esta llorando frente a nosotras 

- Eso es - se aclaro la garganta y pasó su mano por su rostro tratando de quitar el rastro de lágrimas - Siempre te he querido cómo una hija y que tú me digas esto me hace sentir completamente feliz - estiró sus manos, una en dirección a mi mamá y otra a la mía, las dos las tomamos - son lo mejor que tengo y que tendré - dijo con voz quebrada.

- Te amo, cariño - le dijo mi mama mientras lo abrazaba y después de unos segundos me junté al abrazo 

- Vamos a desayunar como la familia que somos - dijo Orlando, mi mamá y yo nos acomodamos frente la barra. Tomé el plato, el cereal y la leche que ya estaba en la barra y los mezcle, comencé a comer emocionada por salir a buscar a Mateo.

Casi me ahogó con el cereal pero la leche lo impidió.

- Sé que es muy temprano pero ¿podría salir un rato a dar la vuelta? - les pregunté cuando mi garganta finalmente dejo de doler.

- Sí, claro pero sabes; regresa temprano - sonrió 

- Gracias, los quiero - dejé mi plato en el fregadero y les di un pequeño beso en la mejilla a los dos. 

Subí las escaleras y entré a mi habitación. Abrí el pequeño armario y nunca me sentí tan feliz de ver esas prendas que casi siempre uso. Tomé una blusa roja y un overol completo, me coloque mis tenis y trate de arreglar mi cabello. Me mire al espejo y sonreí, sigo viva. Estuve a segundos de morir y sentí a profundidad el pánico y la impotencia al no poder evitarlo, definitivamente no volveré a desperdiciar ningún minuto de mi vida. Cada cosa buena y mala que me suceda será sólo una experiencia más y no me detendrá, porque como me dijo el anciano; si pasó toda mi vida preocupándome por el pasado y por el futuro me perderé del presente. 

Salí rápidamente de mi casa y cuando la luz de el sol impactó con mi piel cerré los ojos disfrutando de su calor. Hasta el sol se sentía diferente en esas dimensiones.

Caminé sin mucha prisa por las calles de mi ciudad, lo único que no extrañé es la abundante basura en las aceras y los arboles semi-secos.

Una cuadra más y llegué al parque, es aquí donde comienzo a caminar más rápido. Estoy ansiosa de verlo, espero con todo mi corazón que sea mi Mateo, seria una locura que esta sea nuestra dimensión y él no este aquí.

Me detuve frente al parque y lo comence a recorrer con la mirada, las bancas grafiteadas, las rosas secas y la basura sobre el lago me hicieron extrañar los otro parques, en la dimensión dos y la tres el parque era un lugar mágico y hermoso, aquí sólo es triste y muerto.

El rostro de Mateo no podía localizarlo, ¿y sino es mi Mateo y por eso no viene? Ay, no ¿qué haré para recuperarlo? 

Caminé a una de las bancas y me senté para esperarlo. Por Dios esperó que esté en esta dimensión conmigo. Tenemos algo especial y ninguna dimensión nos va a separar. 

-

Tres de la tarde y comencé a perder las esperanzas, llevó horas aquí y él no aparece, iré a su casa. No hay más opciones, si él no viene yo iré. 

Me levanté y comence a caminar, lo bueno es que su casa no queda tan lejos de la mía. Todo parece normal, no he visto algo que me haga pensar que esta no es mi dimensión.

¡Finalmente lo logramos! después de días varados usurpando la vida de nuestros Yo de los otros universos, por fin puedo sentir que estoy con quiénes me aman y con quiénes amo.

Estando frente la puerta de la casa de Mateo no dude ni un instante en acercarme a tocar el timbre, pero antes de que mi dedo pudiera presionar el botón, la puerta se abrió de golpe dejando a la vista a la mamá de Mateo. Las dos nos sorprendimos al vernos.

- ¿Emily? ¿eres tú? por Dios, estás enorme - dijo emocionada mientras me jalaba a sus brazos y me envolvía en ellos - es un gustó verte de nuevo - se separó de mi y pasó su mano por mi cabello. Me agradaba mucho la señora Blake, siempre tan cariñosa y agradable.

- Hola, señora Blake. También es un gustó volver a verla. Me preguntaba si ¿se encontraba Mateo en casa? - su rostro cambió drásticamente y sus ojos se llenaron de lagrimas. Ay no.

- ¿No te enteraste, cariño? Mi pequeño se accidentó en su moto, un conductor ebrio lo impacto y tiene 5 días hospitalizado - las lágrimas corrían por el rostro de las dos, no puede ser. Esta no es mi dimensión, no puede serlo. - mi bebé está luchando por su vida.

- No puede ser - murmuré con la voz quebrada - Quiero verlo, ¿puedo?

- Iba al hospital ahora mismo, si quieres puedes acompañarme. 

- Claro que sí, la acompañó - tengo que verlo yo misma, aunque no sea esta mi dimensión y él no sea mi Mateo lo necesito para volver con él. De algo tendrá que servir.

En esta y otras vidas másWhere stories live. Discover now