Capítulo 12

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Hola! Pido perdón por posibles errores ya que estoy enfermita. LLORO.

Se lo quiero dedicar a Andrea jeje mi Anon del curious cat que me ha hecho muy feliz dejando de ser Anon.

Sin más disfrutad, mañana más con Toletum.

XII

Llegar al viejo apartamento de Inés, el mismo que aún conservaban para sus escapadas de fin de semana a Barcelona, fue más complicado de lo que en un principio pensaban.

La prensa, haciéndose eco de la noticia del juicio, había tardado muy poco en recibir respuestas a sus encarnizadas preguntas en boca de Felipe, distorsionando los hechos como había sucedido en el juicio, por lo que, centenares de periodistas y equipos televisivos se dedicaron a perseguirlas mientras ellas intentaban evitar en lo máximo posible hacer declaraciones ya que Inés no estaba en condiciones de hablar, recuperándose aun de los estragos de su ansiedad mientras Irene se preocupaba del bienestar de su esposa, batallando interiormente con todas las emociones que fluían sin control, desde el odio más profundo a la ira cegadora que la empujaba a desear salir corriendo y asesinar a Felipe con sus propias manos.

Ya en el apartamento, Inés lloraba en silencio, envuelta en una manta y acurrucada en el sofá, haciéndose pequeñita con la cabeza apoyada en las piernas de Irene, mientras esta acariciaba su cabello con cuidado, intentando tranquilizarla y consolarla, a pasar de sus propias tormentas.

Pablo, demasiado nervioso para permanecer sentado, andaba de un lado para otro del salón, moviendo las manos, gesticulando sin parar mientras murmuraba toda clase de insultos e improperios. Tanto él como Irene no podían apartar la mirada del televisor donde la noticia tergiversada en la que Inés se había convertido en acosadora en lugar de víctima ya se había extendido como la pólvora.

Las imágenes de Felipe, hablando ante las cámaras, interpretando a la perfección su papel para que el mundo lo viese con esa careta, ocupaban la pantalla mientras sus palabras se convertían en titulares escandalosos y en carroña para la prensa, provocando que Inés empezase a temblar, casi imperceptiblemente, mientras pequeños sollozos se unían a sus lagrimones, aferrándose con fuerza a aquella manta que había decidido usar como escudo contra el mundo, provocando que el estomago de Irene se hiciese pequeñito, preocupada y angustiada por el estado de su mujer.

Pablo apagó el televisor, maldiciendo en voz alta mientras sobresaltaba a su ex mujer lanzando el mando contra el sillón con fuerza. Irene lo fulminó con la mirada, reprendiéndole sin palabras ese pequeño sobresalto, con sus dedos aun enredados en los cabellos de Inés, sin dejar por un solo instante de acariciarla y demostrarle que estaba a su lado en todo momento. Sus labios buscaron la frente de la jerezana, dejando un beso suave y dulce, mientras recogía sus lágrimas suavemente, intentando consolarla aunque fuese un poco.

-Mi amor...- Susurró de forma dulce, notando como a su mujer se le erizaba la piel al escucharla, dejándose envolver por el sonido reconfortante de su voz. –Te prometo que todo saldrá bien.

Dejando un nuevo beso en su cabeza, la apartó con cuidado, levantándose de ese sillón pues necesitaba estirar las piernas y ponerse a hacer cualquier cosa para que no le estallara la cabeza. Inés se acurrucó como pudo, echando en falta la comodidad de su esposa, con nuevas lágrimas cayendo por sus mejillas mientras Irene desaparecía en la cocina y podía escucharla removiendo cacharros y mascullando nerviosa.

Sus ojos encharcados en lágrimas, quedaron fijos en ninguna parte mientras su mente se llenaba con todas las mentiras que había dicho Felipe, tanto en el juicio como ante la prensa, notando como su aliento se entrecortaba, como sus latidos se volvían irregulares y el dolor mezclado con la rabia y la impotencia hervía en sus venas.

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