Capítulo 15

515 31 44
                                    

Hola! Sí he vuelto, no sé si para quedarme pero lo voy a intentar... gracias por la comprensión y la paciencia, no os merezco, lo digo en serio.

Este capítulo va dedicado a toda, absolutamente toda la Squad por ser mi rayo de luz, y especialmente a Tere porque acabó la carrera y me tiene muy orgullosa.

En fin, disfrutad y llenadme esto de comentarios que no sabéis lo feliz que me hacen.

XV

Irene observaba, con el ceño ligeramente fruncido, aquel local al que Inés la había arrastrado deliberadamente, preguntándose cómo demonios su esposa era capaz de convencerla siempre, por muy loca que fuese la idea que rondaba por su cabeza.

Justo en la acera de enfrente, miraba aquel rótulo con letras góticas, sin atreverse a dar un solo paso más para acercarse, con la mano de Inés enredada en la suya propia y sintiendo como la jerezana daba saltitos de pura emoción desmedida. La miró durante unos instantes, clavando su mirada en el perfil de Inés, encontrándose con su sonrisa radiante, tierna y aniñada, con sus ojillos achinados brillando de pura excitación, mientras daba pequeños brincos alegres, como intentando hacerla avanzar, correr a su destino fijado con una sola idea en mente.

-¿Estás segura de esto Inés?- Le preguntó de forma clara y concisa, provocando que su mujer la mirase directamente a los ojos sin dejar de sonreír. –Piénsalo muy bien, un tatuaje es para toda la vida.

-Lo he pensado muy bien Amor meu.- La jerezana no dejaba de asentir frenéticamente, con esa sonrisa que giraba su mundo entero clavada en el rostro, con su mano enredada en los dedos de su mujer, animándola, incitándola... -No se me ocurre una idea mejor para celebrar que ganamos.

-Pero mi vida...- Susurró Irene, luchando por hacer entrar en razón a su mujer ya que nunca se había imaginado que esta quisiera tatuarse. -¿Por qué un tatuaje? Podemos celebrarlo de mil formas distintas.

-No lo sé...- Inés cambió su sonrisa por un gesto un poco más serio y pensativo, mirándola directamente, buscando las palabras adecuadas para lo que deseaba decir. –Hemos pasado por mucho las dos y ahora que por fin podemos dejarlo atrás quería tener algo tangible, algo que poder mirar y recordar cómo llegamos hasta aquí...- La jerezana se detuvo, tomando aliento profundamente, mientras Irene la observaba en silencio, con el pulso acelerado ya que, por primera vez desde el maldito secuestro, Inés parecía dispuesta a verbalizar en voz alta lo que había significado para ella. –Cada día que pasé encerrada lo viví presa del miedo más absoluto cargado de angustia, pensando que no iba a volver a verte... Y a la vez fueron los momentos en los que fui más valiente y fuerte porque sabía que no tenía más opción que volver contigo, que tú eras la vida que yo había elegido... Cada maldito segundo de esa tortura mi mente viajaba a nosotras, a nuestra historia, a cómo me enamoré de ti sin querer, sin pausa y sin freno alguno, a como nos construimos dándonos la libertad de ser nosotras... Ahora todo acabó, Felipe está preso, tú eres mi mujer y mi familia... Quiero tatuarme para marcar en mi piel lo mejor que me ha pasado en la vida Irene.

-En ese caso...- Sus labios buscaron los de Inés, depositando un besito suave sobre ellos, devolviéndole a la jerezana la sonrisa. –Tengo una idea que te va a encantar...

Horas después, ambas salían del estudio con tatuajes gemelos en sus muñecas, riendo a carcajadas sin soltarse de la mano, pensando en la cara del tatuador cuando Irene, de forma seria, le había explicado que querían una media luna, una pipa y una corchea porque qué mejor que aquellos tres símbolos para recordar su historia... Las pipas frente al mar, la música en aleatorio, la luna extraída de aquella canción que Inés siempre le cantaba, la misma que le gritó desde un fatídico video de tortura, dándole a entender que seguía luchando por la vida que ambas deseaban, la que habían conseguido.

With youWhere stories live. Discover now