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El siglo XVIIl, pleno apogeo de la edad moderna, justo después de el nacimiento de el movimiento literario romanticista, comenzado en Inglaterra para después lograr abarcar hasta el último rincón de el planeta, colmándolo con maravillosas esculturas, arte, pintura y prodigiosa literatura... estas eran fuertes ramas de atención en aquella mágica y oscura época.

Muchas mentes brillantes habitaron esos maravillosos siglos, mentes extraordinarias e increíbles... tal vez como la de Park Jimin, un gran artista se podría decir, su fascinante mente seguro viajaba a una velocidad y frecuencia diferente a la de todos los demás en ese pueblo, pero así se sentía bien.

Que bien se sentía la sangre corriendo entre sus manos, la carne aún caliente entre sus dedos... que fascínate era el sonido crujiente de los huesos al romperse como plumas delicadas bajo la fuerza de grandes mazos que siempre solía usar para crear su especial y único arte.

Era una total gloria el poder asesinar y descuartizar sin pizca de remordimiento... Park aveces se preguntaba si en verdad podía sentir, pero descartaba todo aquello cuando por fin podía oír los encantadores gritos de auxilio de la gente, esos desgarradores sonidos que eran nada más y nada menos que puro extasís para sus oídos.

Tal como los que esa joven dama exclama en aquella noche...

—¡¡¡Ayuda!!!—Gritó sollozante, tropezando de vez en cuando con los protuberantes brotes de árboles en el suelo.

El bosque se encontraba a oscuras, siendo iluminado únicamente por el farol que aquella joven sostenía como su única salvación, aquella luz mantenía sus ojos en su órbita, sin perderse, aunque también se encontraban nublados, cegados por aquellas lágrimas de desesperación y terror.

—Bonita... no corras o será más difícil para ambos

La chica dio un salto y un chillido atemorizado salió de sus labios antes de caer de bruces en el suelo cuando algo o alguien sujeto su tobillo.

—Porfavor... ¡no!—Exclamó en una súplica, la cual fue totalmente ignorada por el chico de cabellos oscuros.

Este vestía unos pantalones holgados negros, abrigo largo y una pequeña capa de cuero color rojo sangre... denotando desde lejos su puesto social de gran alcurnia y alta cuna.

Pronto el largo y frondoso vestido de la chica comenzó a perder su pulcro color, gracias a la tierra que comenzaba a mancillar la tela y el delicado encaje color perla, mientras la desgraciada joven, en contra total de su voluntad, era arrastrada a él lugar en donde se sentenciaría su muerte, convirtiéndose también en una obra de arte más en el listado de Park Jimin.

—No llores más, tu muerte será algo hermoso, brillante... lastima que nadie pueda apreciar lo que yo veo

La chica sufrió un fuerte escalofrío al oír aquellas descabelladas palabras y sollozo al  perder el farol que antes sujetaba, no pudo evitar soltarlo en un intento de escapar encajando sus uñas en los troncos de madera, tratando de zafarse de el agarre de aquel desconocido.

—Hemos llegado—Jimin sonrió y miro a la chica frente a el, la cual rápidamente comenzó a gatear tratando de apartarse.

Cosa que no logro hacer ya que pronto fue sujetada por aquellos brazos y justo en ese momento la chica logro divisarlo, la luz blanca de la luna le permitió reconocer aquel rostro, Park Jimin.

Aquel joven que era mano derecha de el alcalde, el hombre audaz y noble en el que todo el pueblo confía.

—J-joven Park... usted no debe hacer
esto— Tartamudeó la chica mientras Jimin sujetaba sus muñecas con una soga mugrosa y harapienta.

—Oh claro que debo, el pueblo debe conocer lo que se viene...al fin todos los bastardos de este pútrido lugar pagarán por lo que hicieron

La chica temió por lo peor y siguió gritando a todo pulmón, sus ganas de vivir, de volver a ver a sus hermanos, su madre y padre... eran grandes y si debía gastarse la garganta y cuerdas vocales para volver a verles, lo haría.

—Sigue gritando todo lo que quieras preciosa... aquí nadie puede oírte, el pueblo ahora yace dormido—Suspiro Jimin al momento en que terminaba de amarrar a la chica contra un tronco, casi crucificada, ambos brazos estirados y sus piernas abiertas.

—¿P-Porque hace esto?, esta cometiendo una atrocidad, ¿no lo ve?—sollozo de nuevo, aún con dolorosas lágrimas siendo expulsadas de sus ojos.

—¿Atrocidad?... mi niña, esto es arte—Jimin río con cierta burla y acaricio lentamente la mejilla humedecida de la dama—Todo tiene un propósito bonita, tu eres el comienzo de algo grande, deberías estar orgullosa.

La chica palideció...

Los gritos sobraron en aquella noche, la sangre cayó y se derramó por los suelos, tiñendo la tierra marrón con un tono carmesí, tan fuerte y brillante como las estrellas que llorosas fueron testigos de aquel asesinato.

—Joder... es hermoso—Jimin masculló apreciando toda su obra finalizada, la chica ahora semi desnuda, se encontraba en la misma posición de el principio, aunque ahora la sangre estaba derramada por todo su cuerpo y los cortes gobernaban casi todo centímetro de su piel.

El aire ahora se encontraba contaminado por aquel aroma putrefacto, aquel aroma de el cual Jimin jamás se cansaría y de el cual estaba totalmente enamorado.

Amaba su rutina, adoraba su terrible obsesión y veneraba su propio arte...

¿Porque nadie entendía la belleza que escondían sus piezas maestras?

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Recordatorio para que ustedes, lectorxs, lean esta historia de manera responsable.

Esta no es un historia de amor, no es romance, por favor les pido leer de manera crítica y objetiva. Gracias <3

Assasin's PuppetWhere stories live. Discover now