"Capitulo 31=Enterrando errores"

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Jungkook se asemejaba a las ruinas silenciosas de algún pueblo fantasma, sus ojos estaban vacíos y las lágrimas aún bajaban de estos sin descanso alguno, se sentía como la peor bazofia y peor aún, un asesino.

Aunque Jimin tratará de tranquilizarle diciéndole todo lo contrario, su mente parecía una completa masoquista recordando el momento exacto en el que la sangre de Pietro caía al suelo, desde la profunda yaga hasta salpicar sus pies... recordaba la luz vivaz desapareciendo de sus ojos y sus propias manos llenas de aquel líquido espeso.

—J-jungkook...—Jimin llamó su atención al verle totalmente perdido mirando la pared, seguro pensando constantemente en sus actos.

—Perdona—Jungkook agitó su cabeza y volvió a su trabajo limpiando la herida en el costado de Jimin, el peli negro no fue capaz de ignorar las manos de su ángel, que se encontraban vendadas y con pequeños restos de sangre.

Verdaderamente se había hecho daño al golpear el espejo y todos aquellos pedazos de vidrio; cortadas se extendían hasta su muñecas, más sin embargo, Jimin se había encargado muy bien de curarlas todas.

Jimin jadeó al sentir el ardor de el alcohol sobre su herida y después de que Jungkook la limpió lo suficiente, tomó el trabajo de coserla por sí mismo. Estaba ya muy acostumbrado a arreglárselas por si solo, su torso ya estaba casi colmado de cicatrices de varios tamaños y formas, muchas de estas eran recordatorios perpetuos de sus actos pasados y también representaban la cruz pesada que le seguiría hasta la muerte.

Jungkook ya tenía su primer cicatriz, nunca creyó tener una de esa magnitud pero ya la sentía sangrar, sus manos aún temblaban con solo recordar lo que sería su más grande pecado, aún se arrepentía pero se reconfortaba viendo a Jimin aún a su lado, probablemente si no hubiera tomado la decisión de matar a Pietro sería Jimin el que estuviera bajo tierra y en una profunda tumba.

—Amor, lamentó haberte causado problemas... perdóname por haber seguido mis impulsos, tal vez si no hubiera matado a esos hombres nada de esto hubiera pasado—Jimin bajó su camiseta cubriendo su herida saturada y llevó su mano a la tersa mejilla de su menor.

—No podías controlarlo... lo entiendo—Jungkook respondió con una voz apagada, preocupante a oídos de Jimin.

—Si...—Jimin le miró con pesar y le tomó suavemente de la barbilla, obligándole a si a verle a los ojos—Deja de culparte así, escúchame, tú no eres como yo, ni siquiera te asemejas a mi, no te pongas el apelativo de un asesino porque no lo eres, jamás lo serás

—Pero yo lo mate... yo fui quien le encajó esa bayoneta no tu—Refutó el menor con desdén, mirando el anillo reluciente en su mano, ese que Jimin le había colocado en el callejón de Wildwood

—Bien, lo mataste... pero no tienes alma de asesino, no lo eres, fue un precio caro que pagar y es todo—Jimin llevó su mano por pura inercia a el collar que colgaba de su cuello y acarició suavemente el dije de metal.

—¿Que haremos con su cuerpo...?—Preguntó algo seco, conteniéndose de soltarse a llorar de nuevo.

—¿Donde pusiste el cuerpo?... al llegar solo vi la sangre en el salón—Dijo el peli negro levantándose de la cama entre leves quejidos.

—¿Podrás ayudarme con esa herida encima?—Preguntó el menor pasando su brazo por la cintura de su mayor, ayudándole así a recomponerse sobre el suelo.

—Claro, no te dejare esto a ti solo, en gran parte es mi culpa—Aseguró Jimin y Jungkook se contuvo de golpearle, aborrecía que se pusiera el peso de la muerte de Pietro encima cuando había sido el y nada más quien le quitó la vida

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