32.- Búsqueda masiva

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—Prometiste volver— sollocé sujetando del cuello de su camisa.

—Lo siento, tu sabes porque no pude— tomó mis manos deshaciendo el agarre.

Mi llanto se incrementó al punto de quedarme sin aire, mis piernas empezaron a temblar y no sabía qué hacer.

—Te odio por dejarme— lo miré con rabia y nostalgia.

Lo extrañaba, y mucho.

—No, no lo haces— pronunció con delicadeza mientras sus manos se trasladaban a mi mejilla limpiando las lágrimas —Pero es hora de irme.

—¡De nuevo te vas!— grité con todas mis fuerzas viendo como el lugar se volvía oscuro poco a poco.

—Recuerda ser feliz, lucha por eso y veras a partir de ahí— dio unos pasos atrás y caminó hacía el único lugar donde había una luz cegadora.

—¡No me dejes de nuevo!— grité una vez más cayendo al suelo, al sentir el frío suelo abracé mis piernas colocándome en posición fetal.

Un zumbido desgarrador se hizo escuchar por todo el lugar haciendo que abriera mis ojos de repente. Con brusquedad me levanté de cama sintiendo las mejillas húmedas y el sudor recorriendo mi frente, parpadee repetidamente hasta que distinguí donde estaba y a la mujer que estaba dormida a mi lado.

Se veía tan tranquila durmiendo con un ligero puchero en esos perfectos y suaves labios, unos mechones rebeldes caían por ese hermoso rostro que era iluminado por la luz de la luna. Tenía varias semanas sin tener pesadillas de nuevo, mi mente cayó en cuenta el porqué volví a soñar así.

Me fijé en la hora en mi teléfono que estaba en la mesa de noche, faltaba poco para amanecer, caminé hasta donde había dejado mi pequeña maleta sacando un juego de ropa, pasé al baño quitándome la pijama de Calle, regresé a la habitación y observé por varios minutos a esa chica que tanto me gustaba y que desafortunadamente no era y no podía ser mía.

Decidida en lo que haría después, tomé mi maleta y antes de salir por la puerta solté un suspiro dándole un último vistazo a Calle.

—Espero y entiendas— susurré al salir de la habitación y tomar a Ramón yéndonos del departamento.

CALLE

Pasaba más de medio día y aún no tenía noticias de Poché y temía lo peor, no sabía si le había pasado algo o si hice algo para ahuyentarla.

Sacudí mi cabeza alejando los pensamientos negativos y volví a intentar llamarla por milésima vez.

—Habla Garzón, por el momento no puedo contestar, en cuanto pueda le devuelvo la llamada, bye— con frustración aventé mi teléfono en alguna parte de la cama.

No tenía otra opción más que ir a cada lugar que sabía que era importante para ella, esta vez no se iba a desaparecer sin rendirme cuentas, tal vez parecía loca al buscarla en una ciudad tan inmensa como Nueva York, pero estaba decidida a saber de una vez que le sucedía. Me arregle lo más rápido que pude y salí rumbo a mi primer destino... al callejón de la muerte donde habíamos ido la noche anterior.

En menos de cuarenta minutos el taxi se estaba deteniendo en la puerta dentro de aquel callejón desolado, al pagarle al taxista me bajé caminando rápidamente hacia la entrada de ese club, solo que esta vez no estaba aquel gorila cuidando la puerta. Toqué varias veces mientras veía por cada lado que nadie viniera a asaltarme o hacerme algo peor.

Volví a dirigir mi vista al frente al escuchar cómo le quitaban el pestillo a la puerta y se abría una escotilla en medio de esta dejando ver sólo los ojos de la persona detrás.

Mi Ilusión Es Estar Contigo - CACHÉ | TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora