Capítulo 7: Estás loca

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No, era mi gatuno, él nunca iba a morir. Tenía su campanita no podía morir. Él no, Dios, por favor.

- Lo siento, cariño. - Dijo, papá.

Me alejé de mi papá y corrí al lado del señor Gatuno tieso en piso.

- No por favor, no. Gatuno...

Lloré y sentí que mi pecho dolía demasiado como si no pudiera respirar.

- Entierra al gato y ve a tu habitación. - Mamá dijo fríamente.

- Diana, el gato estaba en la habitación de Megan.

- Deja de mirarme así, estaba apestoso y viejo, solo acorté su sufrimiento.

- ¿Lo mataste?

- Ya estaba viejo.

¡NO!

No podía. 

Un sentimiento tan profundo me recorrió todo el cuerpo, sentía rechazo a mi madre. De repente no era la persona a la que tanto quería y por la que hacía todo para ver una sonrisa. La odié... Mató a mi gato, nunca lo quiso. Me sentí traicionada como si me hubiera quitado una parte mía. 

- ¡Tú! ¡Tú lo mataste! Eres mala, cruel, mataste a mi gato. - Dolía, dolía decir que estaba muerto...

La cachetada que me dio hizo que me duela la cabeza. Sentía humillación, vergüenza y un dolor en la mejilla caliente.

- ¡No te atrevas a ponerle una mano encima, maldita asesina! 

- Te dije que cumplas tu promesa. - Me señaló.

- Estás loca. - Susurré.

La odié. 

¿Cómo es que un niño podía sentir esto por su madre?

Tal vez la palabra era muy fuerte. ¿Entonces sentía un rechazó? Porque no quería que me toque, ni que me hable, quería alejarme de ella.

Me sentía sin aire, sin fuerzas, sin vida. Fui a mi habitación mientras las imágenes de mi gato me inundaban desde el primer día que lo vi, su primer cumpleaños, aún era un gatito muy pequeño que dormía conmigo cada noche. 

Y ahí estaba la cama, sin mi Gatuno.

Mamá y papá seguían discutiendo y él no estaba aquí, su ronroneo no estaba ¿y ahora cómo haría para sobrellevar los gritos?

Supongo que es así como empece a escribir canciones del dolor que sentí en ese momento. Me derrumbé y lloré pero esta vez me prometí que sería la última vez.

Al día siguiente le pedí a papa que me llevara a casa de la abuelo. 

Tocamos con la guitarra casi todo el día.

Tenía 7 años pero entendía que mi vida no era la misma, empecé con las entrevistas, ruedas de prensa y solo pude decir: este es mi mundo.

Crecí bajo las luces, y aunque era tarde para volver al pasado, tener una vida normal no me importaba porque no tenía una parte de mi corazón. No tenía un motivo, solo quería perderme en mí misma.

Nunca pensé que mi vida cambiaría tanto con la muerte de un gato, pero no era cualquier muerte, era la muerte de la inocencia, de mi inocencia.

Supongo que fue ese día el que dio vida a Iskra.

ENTRE VERSOSWhere stories live. Discover now