Capítulo 13: Otra guerra, ¿quién ganará?

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Mi padre entró con una gran sonrisa en su rostro, su mirada hizo que casi lloré de emoción por verlo pero el orgullo y resentimiento estaban en mí. Seguí tocando como si nada hubiera ocurrido, sabía que era de mala educación ignorarle pero no podía perdonarle.

- Hola, señor Geller. - Mis amigas saludaron al mismo tiempo, mientras se preparaban para dejarme sola.

- Chicas. - Dijo a modo de saludo. - Veo que no utilizan mi estudio, ¿debería volverla un salón de arte?

Ellas rieron por compromiso pero mi padre esperaba que sonriera, ¿estaba loco? El salón de música era su estudio antes de que se fuera de casa. Mamá lo llenó con un piano, sofás y guitarras. Pero casi nunca estaba allí, escribía en mi cuarto, sala o cocina, menos en ese lugar lleno de recuerdos.

- Nos vemos señor Geller. - Las chicas salieron de la habitación dejándome incómoda.

Cada una se despidió de mí con un beso y un abrazo, no estaba preparada para su visita pero, ¿qué podía hacer? Cuando se fueron seguía tocando la nueva canción.

- Es una bonita canción. - Eso era nuevo, a él no le gustaba la música y sabía que quería ganarse mi perdón pero jamás lo haría. - Hija, sé que no me quieres ver pero...

Dejé de tocar para ponerme a buscar mi iPod y subir el volumen con la música de rock que estrené y fue muy famosa. Sé que parece infantil mi actitud pero lo que menos quería era escuchar sus estúpidas excusas, se empeñaba en abrir mi herida, quería verme llorar pero no lo iba a lograr.

- Megan, deja de actuar así, - apagó la radio y me quitó los audífonos. - llevas años haciendo lo mismo, y ya no eres una niña.

- Por supuesto que no soy una niña, ya no puedes lastimarme y mucho menos obligarme a pasar tiempo contigo.

Mi voz salió tan fría que me sorprendió. Él suspiró mientras se frotaba los ojos, se sentó a mi lado pero me levanté dispuesta a buscar a mi madre. No entendía porque no estaba, tenía un montón de cosas por hacer y él solo me retrasaba.

- Estoy hablando contigo, Megan, deja de ser maleducada.

- Lo siento, pero mamá hizo lo que pudo. - Grité desde las escaleras. Él me tomó del brazo, tenía la cara cansada y a pesar de los años su rostro era igual pero con otra mirada. - Quiero ver a mi mamá, quiero que me explique por qué estás aquí.

- Tu mamá no está. - Me quite su mano con brusquedad.

- ¿El juez sabe de esto?

-¡Por Dios, cariño! Yo sabía que tu madre te metía esas ideas...

-¡No hables así de mi madre! - Lo miré con furia, me dolía la garganta y sabía que el llanto llegaría pronto.

Sería horrible llorar frente a él pero como buena actriz que era, controlé mis emociones. Caminó por toda la sala respirando rápidamente.

- Todo esto de la música, la actuación...

-Si vas a decir lo mismo de siempre, ahórrate tus palabras, padre.

- ¡Megan! No me hables así, he sido muy paciente contigo pero ya es suficiente.

- ¡Entonces no entiendo que haces aquí! ¡Ya vez que no te quiero, dejaste de ser mi padre cuando saliste por esa puerta hace diez años!

Me miró con sorpresa y tristeza pero su gesto cambió en unos segundos. Lo odio...

- Eso es, déjalo salir, no guardes nada, cariño.

- Vete al diablo, tú y la mierda del psicólogo.

-¡Megan Geller! - Gritó, enfurecido.

- ¿Qué está pasando? - Mi madre entró cuando más la necesitaba.

¿Ahora sí tenía la edad para escuchar sus gritos? ¿Ahora sí tenía la edad para intervenir?

ENTRE VERSOSWhere stories live. Discover now