Capítulo 4: Mejores amigas

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- Te dejé el desayuno en la mesa, te veré después de la escuela para que toques el piano, debemos ensayar ahora que tu padre canceló el casting. - Su voz estaba rota de tristeza.

- Mami, ¿te sientes bien?

Claro que no. Pero aquí estaba yo haciendo preguntas tontas. Genial, Megan.

- ¡Déjame en paz! - Gritó tan fuerte que hizo que manchara mi camiseta con la leche. - Todo es tu culpa, sí pinto mami. Haces que me rinda contigo.

Estaba temblando y no era por el frío de invierno. Bajé la cabeza, no debí decirle que pintaba. Torpe, Megan. Torpe.

Se fue a su habitación, no saldría hasta que me marchara y tuve que hacerlo si no quería que papá llegue tarde al trabajo. Terminé mi desayuno, tomé mi mochila y esperé a mi papi, él tenía que llevarme a la escuela.

- Pórtate bien, princesa.

Esas eran siempre las palabras que me decía papá. Los profesores decían que me distraía con cualquier cosa, que hacía ruidos con los dedos y que no escuchaba a los profesores. En el mundo existían tantas reglas que tenía que aprender y a veces pensaba que ser adulto era cosa de héroes.

Llegué a mi escuela y busqué a Danna, mi mejor amiga desde que tengo memoria. Hoy teníamos clase de música, no hacia falta que me indiquen que hacer, me coloque el piano rápidamente, 

Fue increíble, las teclas sonaban tan bien, como si cada una hablara y mis dedos se movían intentando seguir sus voces. Era una de las emociones mas fuertes que experimentaba en clase de mi profesora favorita, Jennifer.

- Te quedaste, otra vez. - Su dulce voz me tranquilizaba, no era regaño como la voz de otros profesores.

Siempre lo hacía en su clase. La maestra de música era muy buena y me gustaría quedarme con ella pero Danna me estaba esperando en la salida, esperaba que se disculpe por romper mi muñeca...

- ¿Puedo volver mañana? No me tengo esta clase pero...

- Megan, puedes volver las veces que quieras, sabes que me encanta escucharte tocar.

Si mamá me dijera eso cada vez que toco el piano me sentiría tan feliz que podría soportar sus gritos si llegara a equivocarme. No solía cometer errores, me gustaba crear sonidos que a mamá no le gustaban porque así no eran las reglas.

Tontas reglas.

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Pronto llegó un papel para mí, mami no estaba molesta pero estaba inquieta por el protagonismo. Papi sí estaba molesto, me preguntó si me sentía presionada pero no pensaba decirle que mami estaría furiosa si me negaba.

- Cuando digas "Mariel tiene 20 dolares que casualmente son nuestros" tienes que señalar su mano para que tu "madre" - Mami enfatizó porque en realidad era un actriz que haría de mi madre en la película. - note eso.

- Ya hicimos esta escena muchas veces, mami.

- Silencio.

Ya estaba cansada, era mas de medianoche practicando y solo cuando papi viajaba por negocios nos quedábamos a practicar mis lineas por horas. No veía a mis amigas desde hace dos semanas, y ellas no podían venir porque mamá las echaba.

Mi papel era de la hija de una pareja joven, unos actores famosos que bromeaban detrás de cámaras. las comedias era grandiosas porque en el set a veces esas bromas eran naturales. La música había pasado a un segundo plano, lo bueno era que tocaba cuando quería. Lo malo era que mamá hacia que practique con la guitarra cada fin de semana. 

Era mi prisión personal.

Pero mamá estaba contenta, eso era lo más importante.


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