VII

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El silencio reinaba. Varian y Cassandra caminaban por el inmenso pasillo frente a ellos. Ariadna seguía sumida en un profundo letargo en brazos del joven alquimista, quien llevaba a su fiel amigo Ruddiger en el hombro.

Cassandra lo miraba con insistencia. Si bien ella no fue capaz de ver qué había ocurrido cuando la princesita liberó a Varian, pudo ver claramente aquellas gruesas lágrimas que él derramó antes de despertar. Ahora no decía palabra y parecía ver a la nada con un millón de ideas revolviéndose en su cabeza. Ella suspiró.

Varian caminaba casi de forma automática, simplemente poniendo un pie frente al otro, pero no restaba atención a nada de lo que le rodeaba. Su mente era un lío. Pensaba en Rapunzel, pensaba en su padre y pensó también en cada una de sus elecciones a lo largo de esos años. Pensó en el momento en que traicionó a la princesa frente a frente.: "¡Te utilicé!" Le había dicho con cinismo. "¡Mi vida por la de Quirin!"La había escuchado gritar hacía sólo unos minutos en aquel recuerdo. Él mordió su labio con fuerza y se detuvo con un suspiro. Cassandra avanzó un par de pasos más y luego también paró. Volteó a verlo, Varian parecía a punto de desmoronarse.

- ¿Varian? - Lo llamó sin conseguir respuesta. - ¿Oye Varian, estás bien? - Y de nuevo nada.

Ella soltó una risita y regresó caminando hacia él. Se detuvo frente a Varian y se agachó buscando verlo a los ojos, apartando también su fleco para que no le estorbase.

- ¿Hola? ¿Hay alguien allí?

Varian levantó la mirada encontrándose con los ojos de la mujer e, instantáneamente, se desvió de nuevo, escapando de aquel contacto visual. Ella suspiró sonriendo.

- ¿Cómo puedo hacerlo? - Exclamó él casi como susurro.

- ¿Uh? ¿A qué te refieres?

- ¿Cómo puedo continuar? ¿Cómo puedo seguir adelante después de lo que vi? Cómo... ¿Cómo pude hacerle eso?

- Oh, vamos, Varian. No lo sabías, no es tu...

- Por supuesto que es mi culpa - La interrumpió apartándose de Cassandra. -Ella... Intentó cumplir su promesa. Ella fue una buena amiga. ¿¡Y qué hice yo!? - Soltó una risita irónica. -Le pagué de la peor manera. Por diez años yo la odié, yo deseaba su muerte mientras ella era usada como objeto por intentar salvar a mi padre. Esto es... - Exhaló derrotado y bajó la cabeza, escondiendo su rostro con su fleco. -Es demasiado.

Cassandra lo miró y tragó saliva. Era verdad lo que decía Varian, era demasiado para digerir. Ella bajó la mirada y observó a la pequeña en brazos de Varian, esa niña era una víctima inocente de una desafortunada y demente reacción en cadena que inició en aquella horrible tormenta. Cassandra levantó la vista y pudo observar la confusión y pesar en el rostro del hombre, también vio al pequeño mapache tallando su rostro con el de Varian, emitiendo ligeros chillidos tratando de consolarlo. Cassandra apretó sus labios viendo al hombre, pero recordando al niño.

-Ese día... - Dijo la dama en voz alta. -En aquella tormenta, seguro estabas...

- ¿Asustado? - La interrumpió con voz serena. - ¿Afligido? ¡¿Destrozado?! ¡¿Solo?! - Había empezado a gritar viéndola a la cara. - ¡Si, Cassandra! ¡Estaba aterrado! ¡Estaba solo a la mitad de una tormenta viendo frente a frente un maldito cristal irrompible que se convirtió en la tumba de mi padre!! -. Cassandra retrocedió un par de pasos. - ¡¡Necesitaba tanto a alguien a mi lado y no hubo nadie!!

El grito retumbó en el corredor, la dama enmudecio. Varian miraba a todos lados respirando con fuerza. Apretó los dientes mientras sacudía la cabeza.

- Esa maldita noche y los malditos días siguientes, me han asediado cada maldito día de estos 10 jodidos años. Y ahora me dicen que... Que ella quiso venir. Que ella quería estar conmigo. Pero no pudo. No se lo permitieron.

Golden PrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora