30. Bésame, joder.

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Así como había dicho que haría, Junho le manda por mensaje a Yohan la hora a la que quiere verse con él. Tiene que hacer deberes y es por ello que en vez de escoger una hora pronta, decide que sea un poco más tarde, aunque a Yohan no le importa siempre y cuando pueda pasar tiempo con él. Ya se han visto en muchas ocasiones y entiende que no siempre tiene tiempo para pasar una tarde completa fuera, ambos son estudiantes y necesitan administrarse.

Ese día quiere que sea especial para Junho. Si bien cree que es pronto para que le pida salir, quiere hacer que Cha se enamoré de él un poco más; ve que tienen buena química y que por muy dispares que sean sus personalidades, encajan a la perfección. Le gusta estar con él, es diferente al resto de parejas que ha tenido y le da la oportunidad de probar cosas nuevas por lo poco en lo que coinciden.

No conoce mucho de sus gustos, además de aquellas cosas que le ha dicho por mensaje: le gustan la tranquilidad, los libros autoconclusivos y los dulces sin exceso de azúcar. No tiene nada que ver con él, a quien incluso le entusiasma romper la norma y si le pillan, simplemente huiría. ¿Cómo ha acabado cayendo por alguien tan distinto a él?

—¿Cuál es tu plan, hyung? —Junho asume que tiene algo pensado para hacer, pero Yohan simplemente quiere conocerlo y darle la libertad de mostrarle cosas.

—Vayamos adonde tú quieras. Te dejo escoger —se ríe de esa forma que tanto le gusta a Junho y se sonroja aunque no quiera.

—¡Vayamos a mirar tiendas! —Exclama entusiasmado —. He visto una que vende cámaras de fotos vintage y me encantaría echar una ojeada.

Yohan le hace caso y tiran al centro, donde se encuentra la tienda de la que el menor habla. Es una tienda que vende en su mayoría cosas antiguas, de colección y con aspecto anticuado pero que se ve muy estético. ¿Quién diría que él fuese a pisar algún día un lugar así, cuando tiende a ir a pistas de skate o a bares que incluyen juegos como los dardos?

En esa tarde conoce mucho de Junho. Sabe que más de una vez lo han llamado robot por mostrarse inexpresivo pero a él no le parece que sea tan así, con él ríe bastante aunque sí sea callado.

—¿Te he dicho alguna vez que me lo paso muy bien contigo, hyung? No es como estar con mis amigos, es una sensación diferente —tímidamente le dice, haciendo que se ría.

—Me alegra saber eso —se detienen en medio de la casi vacía calle que da esquina con la de Junho, donde van a despedirse —. Nos veremos otro día.

—Claro —Junho le sonríe.

Antes de darse la vuelta, Yohan no duda en hacer un último contacto visual con Cha, en el que se le acerca y deja un suave beso en su mejilla. Junho se queda sorprendido y pasa todo el camino a casa con la mano sobre la mejilla, sonrojado y evitando sonreír.

╰ 🌼 ╮

En los últimos días Yuvin no ha podido dejar de mirar a Suhwan, le sale involuntariamente. Desea que no lo note pero eso resulta ser imposible: es demasiado evidente que en esos momentos en los que cada uno está tumbado en su cama a lo suyo, él desvía su mirada y lo observa por unos cuantos segundos para volver a lo que estaba haciendo.

Suhwan se aprovecha de eso gracias a la información que Kookheon le dio el pasado día y decide jugar a su favor, tratando de confundirlo.

—Estás obsesionado con mirarme, hyung —comenta como si nada.

—Tal vez es porque es gracioso ver tu fea cara —de manera infantil y tratando de disimular le dice, aunque no sirve de nada, ya que Suhwan va a seguir con el juego.

El rubio había dejado de ser rubio para teñirse de negro, lo que había hecho que se ganara la atención de Yuvin más aún ese día. Con eso en mente, se levanta de su cama para sentarse en la de Yuvin, quien lo mira perplejo y preguntándose qué le pasa.

—¿Me estás mirando así por lo bien que me queda el pelo negro? —Yuvin no dice nada —. Es eso, me lo imaginaba.

Choi está jugando con él y no le gusta que lo haga. La vez pasada que hizo algo así, acabaron en una pelea y besándose, ¡no quiere volver a besarlo!

—¿Quieres algo en concreto, Suhwan? —Trata de mostrar indiferencia.

—Que admitas que te gusto, hyung.

—No me gustas. Te recuerdo que soy heterosexual.

Suhwan pasa de estar sentado a tumbarse al lado, obligando al mayor a soltar su móvil —: ¿Por qué te cuesta tanto admitirlo? No pasa nada si te atraen los hombres, ¿ves que sea algo malo? No eres menos hombre, menos masculino o más inhumano por ello, no seas imbécil porque-

—Suhwan, ya vale. No me gustan los hombres, mucho menos tú —miente, además muy mal. Claro que le gusta Choi, es evidente, ambos lo saben, ¿entonces, qué está haciendo?

—Es una pena... yo quería que me enseñaras alguna de esas fotos que me has hecho dormido —dice juguetonamente. ¿Cómo sabe él eso? ¿Y si es algo que él también ha hecho?

—¿No es eso lo que tú —remarca el pronombre —sueles hacer? —Se la devuelve quedándose satisfecho.

En ese momento ambos están tumbados en la cama de Yuvin, cara a cara y a pocos centímetros de distancia. Song está por decirle finalmente a Suhwan que le gusta, necesita romper la tensión que hay y le frustra que exceptuando una vez, todas en las que la ha habido haya quedado incompleta. Pero no se atreve, tiene un perfil que mantener y teme arruinar su reputación por culpa del pelinegro, le atemoriza lo que puedan pensar si lo ven con un chico.

—Admite que te gusto y bésame, joder —le acaba pidiendo Choi.

Al segundo de decirle eso se arrepiente, pero ya es demasiado tarde, está dicho y Yuvin lo ha escuchado aunque no lo parezca. Por casi un minuto, Song permanece estático mirando cómo las mejillas de Suhwan acogen un tono rosado e intenso y pensando en qué hacer, pero acaba reaccionando.

—Que le jodan a todo —suelta —. Esto es raro para mí, pero supongo que tienes razón. Me gustas. ¿Contento?

—No del todo. Lo siento, hyung.

Esa respuesta es una indirecta para que lo bese y Yuvin lo capta, por lo que acaba haciéndolo una vez se ha acercado lo suficiente; ahora Suhwan se encuentra bajo Song, quien tiene su mano bajo la camiseta que lleva Choi y que en realidad no le pertenece.

Lo que empieza con una absurda enemistad acaba en una ráfaga de intensos besos que de un momento a otro acaban convirtiéndose en algo que en un principio ninguno de los dos hubiesen imaginado, aunque no les molesta en absoluto. Esa noche les pertenece.

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