07. El estanque de la mentira

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Lo único que sus ojos veían era aquel estanque, el agua azulada por la luz de fondo le daba una apertura espeluznante. Sintió como cada parte de su cuerpo reaccionaba a lo que se presentaba frente a él, la adrenalina recorrió su columna vertebral anticipando lo que sucedería, no podía darse la vuelta y abandonar el lugar, en esos momentos tan críticos donde su vida pendía de un hilo, necesitaba una respuesta y esa criatura era la única que podía dársela.

Caminó decidido ignorando a las demás criaturas maltratadas que estaban apresadas a su alrededor, lo único que podía ver era a aquella mujer que mantenía las manos en el vidrio del estanque, sus ojos azulados casi blanquecinos le examinaban con curiosidad, una hermosa sonrisa repleta de dientes puntiagudos y blancos se mostró en sus labios rojos como la sangre. El cabello rubio se movía como las algas en el mar, con apacibilidad, se acercó hipnotizado.

Caminó sin realmente sentir sus piernas, la marca en su pecho comenzó a punzar pero no era dolor lo que ahora sentía sino anhelo. Esperaba verla y sobretodo tocarla, las puntas de sus dedos hormigueaban por hacerlo. Cada que se acercaba escuchaba una hermosa melodía, parecida a coros de ángeles, resistió aguantando la respiración, sus pulmones se inundaron de aquel aire vital, sus ojos se abrieron y en lo único que pensaba era en ella. Tan perfecta, tan etérea.

Llegó al estanque y lo tocó sintiendo el frío del vidrio, la sirena sonrió, movió la cola azulada dando destellos en la superficie, lo salpicó de aquella agua maravillosa y gimió.

—Tan hermosa —dijo por completo hipnotizado

Déjame salir —susurro la mujer sin siquiera mover los labios, su voz era dulce pero se escuchaba lejana, como los ecos de las ballenas, asintió decidido —Dame tu mano

Aquella era una orden directa, conecto sus ojos con los azules y asintió nuevamente, deslizó la mano por la superficie helada del vidrio hasta la compuerta del estanque, sólo tenía que abrirla y podría tocarla.

—El..el medallón —susurro recobrando parte de su conciencia —El...ayúdame

Te ayudaré si me sacas de aquí —dijo nuevamente más insistente

—Tengo que...—busco en su cuello sacando el medallón de la extraña piedra morada, se lo había puesto porque descubrió que si lo tenía cerca el dolor en su pecho se aligeraba como por arte de magia—¿De quién es esto?

La sirena miró el artefacto y entrecerró los ojos —Dame la mano es mío yo te curaré

—Pero...—suspiro, elevó la mano levantando la palanca, la compuerta se abrió, tuvo que usar las dos manos para abrirla de inmediato está sacó la cabeza mirando con el rostro mojado a su extraño visitante —Eres...eres hermosa

Dame la mano —sonrió nuevamente ahora más decidida como si le ordenara pero él no podía verlo

Él no podía observar aquellos ojos precarios llenos de hambre, la mano que le daba tenía pequeñas garras además de unas membranas casi imperceptibles por sus ojos humanos. Él no pudo ver como aquella mujer le incitaba a tocarla con dobles intensiones.

Jungkook tocó su mano sintiendo un cosquilleo en su estómago, está la fue sumergiendo en el agua, cuando gran parte de su brazo estuviera dentro de lo arrancaría y comería, él la miraría hacerlo con placer por el efecto placebo que tenía su canto.

—No hoy cariño —interrumpio una tercera voz tomando con fuerza el brazo de Jungkook y liberandolo del agarre de aquella criatura, lo lanzó al piso

La sirena le gruño al cazador quien cerro nuevamente la compuerta, Yoongi le enseñó el dedo medio y se volvió furioso contra el muchacho que apenas salía de su entonación, aquella mujer lo había obnubilado por completo. Tomó su cabeza que de repente dolía como si una manada de caballos hubiera pasado sobre ella

En el Reino de las hadas ♡Yoonmin♡Where stories live. Discover now