CAPÍTULO 3

46 9 5
                                    

Así pasaron los años, Santi y yo inseparables. Cuando yo cumplí diez años mi padre nos llevó a Disneyland, era mi sueño hecho realidad, mi padre veía a Santi como un hijo, pues sabía que mis papás ya no podían tener hijos, siempre vieron a Santi como a uno.

  ̶ ¡No puedo creer que conocí a Mickey! ̶ decía mi yo de diez años emocionada ̶ ¿¡Puedes creerlo Santi!? Mickey me abrazó.

̶ A mí también me abrazó, y ya cálmate que si sigues así no tardarás en desmayarte  ̶  decía Santi poniendo los ojos en blanco y mientras mi padre conducía de regreso a nuestro hogar.

Los tres llevábamos puestas unas orejas de Mickey y en mi mano llevaba mi foto con Mickey Mouse, en donde aparecía junto a Santi, esa foto siempre fue mi favorita, teníamos muchas más, pero en esa foto se veía nuestra emoción  en los ojos y sonrisas, caracterizaba la inocencia de un par de niños en dónde su único sueño era haber visitado un parque de diversión.

Al día siguiente mis padres me habían organizado una fiesta y casi todos mis compañeros estaban invitados, mi abuela me había regalado un vestido blanco que me quedaba bastante lindo para ese día. Mi familia, mis amigos, vecinos y la familia Solan estaban en el patio trasero, mi madre había preparado todo tipo de comida, me había preparado un pastel de chocolate con bombones encima, el jardín estaba adornado con luces rosas y un inflable de castillo.

Antes de partir el pastel Santi me había tomado la mano, y me llevó a la sala, ahí no había ningún invitado, así que solo eramos él y yo.

̶ ¿Qué pasa? ̶ Pregunté mientras Santi se colocaba frente a mi

̶ Te tengo que dar tu regalo  ̶  un Santi nervioso estaba frente a mí, su carita siempre fue con ese color porcelana y unos cachetes rosados, él siempre fue atractivo de alguna forma.

̶ Pero ya me disté uno- me refería a la caja color rosa de regalo que, me había dado él junto con sus padres.

̶ No, ese es de mis padres para ti, te daré el mío, el que compre
exclusivamente para ti. ̶ Santi parecía tan nervioso y lindo a la vez. ̶ Pero necesito que cierres los ojos.

Debo admitir que no quería al principio, lo único que pensaba era el regresar a la fiesta y partir mi pastel para después seguir jugando en el inflable que mis padres habían contratado para mi fiesta.

̶ Espero que no salgas con tus bromas como el año pasado y coloques una rana en mi cabeza. ̶ dije haciéndole recordar que en mi cumpleaños número nueve me enoje tanto con él por su broma, que no le hable casi por un mes, hasta que me pidió y suplico disculpas, y claro, me llevaba helados todos los días durante una semana, fue cruel mi castigo, pero se lo merecía.

̶ Tranquila, me quedó claro que no debo hacer de regalo.

̶ Confío en ti. ̶ dije mientras lo veía sonreír y yo cerraba mis ojos, sentí que caminaba hacia mí, y de repente sentí tus manos atrás de mi cuello, haciendo de lado mi cabello, me sentí tan nerviosa en ese momento, sentí como colocaba algo en mi cuello.

̶ Ya puedes abrirlos ̶  cuando los abrí mi primer reacción fue tocar mi pecho, tenía un dije colgado en forma de trébol con nuestras iniciales en él.

̶ Es, es muy…hermoso, gracias,¿pero lo has comprado tu solo?  ̶  dije un poco abrumada.

̶ No es nada, a decir verdad, solo gaste la mitad de mis ahorros y mi mamá me ayudó a escogerlos, es un trébol de cuatro hojas, y tiene nuestras inicial "S", de Santi y Sofía, compartimos la misma letra, y es un trébol de cuatro hojas, al final de todo tu eres mi trébol, difícil de encontrarte y la buena suerte de tenerte.

Me veía tan tonta sonriendo, me encantaba, me encantaba el dije, el significado, no lo pensé dos veces y lo abracé.

̶ Bueno, me compre uno igual al tuyo, con nuestras iniciales también, solo que el mío está en mi muñeca, en una pulsera ̶ me lo mostró y la verdad fue el mejor regalo de todos, ambos nos
sentíamos más unidos con esos dige.

Esa tarde fue de lo mejor, todos me felicitaron, jugué tanto, baile con mi papá, partí el pastel de chocolate, Santi canto con su guitarra Feliz cumpleaños
y unas cuantas canciones más, su talento estaba creciendo junto con él, Susi también se robaba la atención pues tenía cuatro años de edad y realizaba cada travesura que nos hacía reír a todos, para mí se convirtió en una hermanita y eso me gustaba, tenía a gente increíble a mi lado.

Ese podría haberse descrito
como mi mejor cumpleaños, y también la primera vez que sentía una punzada en mi corazón por él.

Un Nuevo Amanecer Where stories live. Discover now