CAPÍTULO 9

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La primera vez que fui a la playa tenía ocho años, fue un verano, era temporada vacacional y mis padres querían salir a disfrutar un fin de semana, ya que papá no le había otorgado vacaciones, pero los fines de semana era libre de trabajo.

Aquel verano Santi se había ido a un campamento, sentía feo que mi mejor amigo se fuera lejos por un par de semanas, pues no tenía con quien jugar, ni pasar el rato. Aquel verano se me había hecho eterno.

Cuando papá llegó a casa con la noticia de que al otro día nos iríamos a la playa por un fin de semana, a mamá y a mí nos tomó de sorpresa; estábamos en la cocina, mi mamá estaba preparando la cena y yo estaba sentada en la mesa tratando de armar un rompecabezas ya que sin Santi mis días se basaban en tratar de realizar actividades donde solo involucraran a una persona, a mí.

̶ Les tengo una noticia que les encantara ̶ había dicho papá esa noche después de entrar a la cocina y darle un beso en la mejilla a mi madre.

̶ Veo esa sonrisa, dinos, ¿Qué pasa? ̶ mamá seguía cortando verduras y le dirigía una mirada rápida papá mientras que yo seguía armando mi rompecabezas sin despegar la mirada de este.

̶ ¿Estamos de acuerdo que todos han salido a divertirse mientras nosotros parecemos en cuarentena encerrados en esta casa? – había peguntado papá, y mama había asentido sonriendo.

– Bien, solo les diré que tienen esta noche para alistar sus trajes de baño, mañana a primera hora estaremos en carretera con dirección a la playa.

Bien, eso había acaparado toda mi atención.

̶ ¿Hablas en serio? ̶ había preguntado mamá y esa también era mi duda.

̶ Hablo enserio, necesitamos unas buenas vacaciones, juntos, y que mejor que la playa – si eso iba enserio tenía que correr a alistar todo, era la primera vez que iba a la playa y creo que eso lo habían olvidado mis padres, había visto videos en la playa, películas, revistas y fotos, pero nunca había sentido la sensación de estar parada frente a él y mis pies tocando la arena.

Con la noticia me había quedado pensando tantas cosas, que no escuche que mis padres estaban esperando una reacción mía, un grito de felicidad o llorar, porque pensemos, que una niña de ocho vaya por primera vez a la playa tendría que ser una gran noticia, pero mi mente solo pensó una cosa: No se nadar, me voy ahogar, ¿Por qué iré a la playa si me da miedo la profundidad?

Y es que era real, jamás había aprendido a nadar, mi padre me había dado clases particulares, pero estas siempre terminaban con mamá regañando a papá, por regañarme de no tener técnica ni ganas de aprender y tenerle miedo al agua o que me quitara mis flotis para intentarlo sola.

̶ Y bien nena… ¿Es una gran noticia no? ̶ mi padre se había sentado frente a mí, esperando mi respuesta, mantenía una sonrisa cálida, quizá sabía lo que estaba pensando, y era verdad, pues con su mirada y su asentimiento me mandaba un mensaje de todo estará bien.

̶ Si…si, es una gran noticia ̶ intente sonreír mientras encajaba dos piezas de mi rompecabezas ̶ es solo que, papá, no se nadar – había agachado la cabeza y apartado la mirada, pues tenía pena decirlo en voz alta, mi papa se había esforzado por llevarme a las piscinas publicas en su tiempo libre, para que al final nunca aprendiera.

̶ Mi amor, tranquila, hay muchas formas de divertiste en la playa, no solo nadando, ya verás  ̶ acaricio mi mano que estaba sobre el juego, levante la mirada y vi una sonrisa que me reconfortaba siempre que me sentía mal.

Fueron reales sus palabras, ya en la playa me dedique a construir cantidad de castillos de arena los cuales las olas se esmeraban en arruinar cada diez minutos, cuando me canse de ello, mamá me había dado la mano para entrar al mar, las olas golpeaban mis piernas y sentía que me tirarían en cualquier momento y me jalarían a la profundidad, pero, la mano de mi mama era mas fuerte y me sostenía para que nada de eso pasara.

Aquella ida a la playa había sido mucho mejor de lo que imagine, estaba feliz, tendría anécdotas que le platicaría a Santi para que no me agobiara con todo lo que hizo en su campamento.

Al llegar la tarde teníamos que irnos al hotel que papá había reservado, aunque yo quería quedarme toda la tarde y noche a la orilla del mar, me había dedicado a coleccionar conchas de mar, serian el regalo perfecto para la bienvenida de Santi y su familia, también de que los colores de las que iba juntando eran hermosas.

̶ Mañana volveremos a juntar mas mi amor, ya es hora de irnos – me había dicho mi madre con la esperanza de que dejara de estar buscando por la arena – Sofia… - había dicho por una sexta vez, así que, aunque quería quedarme también comenzaba a sentir el cansancio, así que opte por darle la mano, y nos dirigimos al hotel.

Aquel hotel era hermoso y digamos que un poco lujoso, paredes blancas y adornos dorados, luces cálidas y lo mejor, el aire acondicionado.

Al caer la noche mis padres habían reservado una mesa en el restaurante del hotel, era muy bonito con vista al mar, era hermoso, mis padres iban de la mano y yo iba al frente de ellos, estaba en un momento feliz y ellos lo sabían, iba mirando los techos pintados con una historia famosa sobre el dios del mar, las luces amarillas que adornaban aquel lugar, y cada una de las personas que cenaba, sonreían igual que yo y eso me ponía aún más feliz.

La cena había sido deliciosa, mis padres estaban bromeando de cosas que solo ellos entendían, por mi parte, veía aquel paisaje que tenía frente a mí, el mar y la noche estrellada, me encantaba aquella imagen, y desde entonces fue mi favorita, repase cada parte del cielo que tenia a la vista, tratando de crear figuras como lo hacia con Santi.

Antes de media noche había comenzado el espectáculo de fuegos artificiales en la playa, así que salimos al balcón y los disfrutamos, supongo que yo mas que nadie, me encantaba aquel momento, las luces en el cielo con el fondo estrellado, el clima, la sensación de estar en un lugar hermoso, me sentía en un sueño.

Aquel verano en la playa me queda grabado perfectamente en mi mente, estaba tan agradecida, pues tenía a mis padres a mi lado, abrazados, sonriéndose el uno al otro, veía felicidad en sus ojos, amor de verdad, y aquella noche vi algo que siempre buscaría en un futuro, amor real, sin máscaras, sin tapujos, aquella fuerza y a la vez la inocencia.

Mis padres eran el claro ejemplo que su amor era real, no el que creemos, en donde todo es color de rosa y que viven así hasta ser viejitos, ellos tenían peleas, se dejaban de hablar o a veces llegaban hasta dormir separados, pero papá sabia reconquistarla, sabían aceptar sus errores, salir adelante, y sonreírle a la vida, sabían reconfortarse el uno al otro, y sabían cómo ser una familia aun en los peores momentos y eso es lo que quería en mi vida, aquel paisaje en su totalidad, la imagen frente mis ojos y la sensación de estar en un lugar seguro con personas que me amaran, de confiar de que aun en la oscuridad existiera una mano que fuera mi amparo, y tener la certeza de que siempre tendría un abrazo o un hombro donde poder recargarme en tiempos difíciles.

Aquella noche conocí el amor de verdad, y no esperaría menos en mi vida.

Después de los fuegos artificiales regresamos a la habitación, había sido un día increíble, mi padre me acostó en la cama individual, mis ojos ya estaban a punto de cerrarse.

̶ Descansa preciosa ̶ papá me acaricio el cabello y con ello llegó la oscuridad en mis ojos sumiéndome en un sueño.

Bueno, desde ese día ame las estrellas en el cielo, eran mi paisaje preferido y lo son hasta el día de hoy, amo ver el cielo y saber que existe un mensaje para mi, o alguna señal de lo que debo hacer, suena loco, pero lo sabrás después, porque creo que las señales si existen.

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Holaaaa! Espero les esté gustando la historia, perdón si existen errores, soy nueva jaja, gracias por su apoyo. No olviden votar y comentar en cada capítulo, es de mucha ayuda, pues wattpad promociona dependiendo ha esto. MIL GRACIAS POR SUS BUENOS DESEOS QUE ME MANDAN POR INSTAGRAM

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