Egoísta

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Comenzó un día cualquiera, en la Sala Común de Ravenclaw, con Blaise Zabini mirando a sus compañeros y la suave pregunta, aparentemente normal, de "¿alguno sí tiene algo que esconder?". Luego un grupo de estudiantes de Hufflepuff los imitarían.

—...es inaceptable, Minerva, totalmente inaceptable, inadmisible, las normas...—Por la expresión de contenida irritación de la directora, lo único que consideraba inaceptable era el tiempo que la empleada del Ministerio perdía siguiéndola para hacerle saber sus opiniones respecto a todo lo que ocurría.

—A menos que se resfríen y falten a mi clase por no colocarse amuletos de calor o sus nuevas Marcas se traguen el brazo de alguien —Escuchó la respuesta de su padrino, que mascullaba entre dientes—, siendo franco, no es de mi interés.

Era una respuesta tan Snape. Draco contuvo la risa, mientras Neville, a su lado, observaba con horror el trayecto de los profesores por el pasillo.

—Está bromeando con lo de tragarse el brazo de alguien, ¿cierto? —Se encogió de hombros ante su murmullo, agraviando el terror de su compañero.

—En lo personal —Decía Sprout, siguiendo a los otros maestros con pasitos cortos y apresurados—, me agrada la idea de que todas las Casas se unan por esta causa. Han atraído a estudiantes de diferentes edades, que nada tienen que ver entre sí, y lo considero un verda-

—¡Inaceptable! —Insistía Dolores Umbridge.

—Yo no veo nada de malo, siempre y cuando se atengan al cumplimiento de las normas de convivencia y su protesta se limite a las Marcas de los brazos —Añadió Flitwick. Luego, dirigiéndose a la directora, continuó:—. Hay que admitir que el uso de la tinta con los encantamientos para permanencia y movilidad, son un excelente trabajo de parte de los estudiantes del profesor Snape.

—Cinco años de clases de magia, para que los chicos hagan una serpiente de colores en su brazo —Snape bufó—, por supuesto que esa es nuestra meta en este colegio, ¿cuál otra podría ser?

Draco apretó los labios y se forzó a ahogar la siguiente carcajada. Flitwick, acostumbrado a sus reacciones, le contestaba despacio, ignorando las réplicas incesantes de Umbridge.

—A la cara de sapo no le agradan las marcas de...¿cómo dijiste que se llamaba? —Ginny, desde el otro lado de la mesa, entrecerraba los ojos al esforzarse por recordarlo.

Superman —Recordó del cómic que Harry le prestó—. Y a ella no parece gustarle nada.

—Le gusta el color rosa —Apuntó Neville, asintiendo— y los gatos —Cuando ambos lo vieron con las cejas arqueadas, él empezó a gesticular—. La puerta de su oficina estaba abierta cuando pasaba, había como- ¡nueve mil figuras de gatos!

—Me gustaban un poco los gatos hasta que oí eso —Ginny frunció la nariz de forma exagerada, sacándole una carcajada.

—Hey —No tuvo tiempo de girarse. En un parpadeo, Blaise se metía a la fuerza en el espacio entre Neville y él, ocupando puestos de Gryffindor sin importarle el color de su corbata, y le quitaba una de las tostadas de su plato—, ¿es verdad que la cara de sapo va a hacer una evaluación de los profesores para el Ministerio? —Le preguntó, para después darle una mordida al pedazo de pan, que le arrancó la mitad.

—Ese era mi desayuno —Draco estrechó los ojos.

—Oh, lo siento, princesa. ¿Quieres que compartamos? —Le ofreció la otra mitad. Cuando Draco le dijo que se fuese a la mierda, sonrió enseñando los dientes y se lo acabó con otra gran mordida. Hizo ademán de ir por una segunda, pero él le golpeó el dorso de la mano y se la retuvo, de manera que la suya estaba encima cuando otra voz se unió a la plática.

Juegos mortalesWhere stories live. Discover now